En la conferencia celebrada hoy en Moscú con motivo del 35º aniversario del acoplamiento de la nave rusa Soyuz con la nave estadounidense Apolo, los protagonistas de esta misión histórica compartieron sus memorias del primer proyecto internacional cósmico, realizado en plena Guerra Fría.
Mirando las fotos de archivo, los cosmonautas rusos el general Alexéi Leónov, comandante del Soyuz, y el ingeniero de a bordo, Valeri Kubásov, junto con los astronautas Thomas Stafford y Vance Brand recordaron a los participantes de las tripulaciones principal y secundaria de la Unión Soviética y de EE. UU., equipos que reunieron sus esfuerzos para realizar este gran adelanto en la conquista del espacio, así como en el acercamiento entre ambos países.
Recordaron otro momento que marcó época: la reunión con el presidente estadoundense Gerald Ford, en el que también participó el embajador de la Unión Soviética en EE. UU., Anatoli Dobrínin, que había sido el compañero de estudios del cosmonauta Valeri Kubásov: ambos terminaron en el Instituto de Aviación de Moscú.
"Claro, en aquel entonces todos éramos un poco más jóvenes", comentó Vance Brand, quien, como los otros participantes del vuelo, se encuentra en una forma física perfecta y guarda el espíritu de una persona en plenitud de sus fuerzas.
Se han mostrado otras fotos de archivo: en una de ellas Thomas Stafford y Alexéi Leónov se explican uno a otro cómo van a realizar el acoplamiento. Los comandantes comentaron qué maniobras había sido necesario realizar para que las dos naves se engancharan exitósamente. Thomas Stafford subrayó que en el espacio hace falta hacer todo de manera sincronizada y muy precisa.
Asimismo, los tripulantes de ambas naves compartieron sus memorias de cuando se conocieron y cómo se convirtió en una verdadera amistad. El primer encuentro de los cosmonautas y los astronautas fue en 1965, en una conferencia en Atenas. Aquel día no conocían casi ninguna palabra en el idioma de la otra parte, pero ya lograron mantener una conversación y se entendieron perfectamente y sentieron una simpatía unos por otros. En 1971, cuando en una catástrofe murieron los integrantes de la tripulación secundaria (que había reemplazado a la principal debido a un malestar que sufrió Valeri Kubásov), Thomas Stafford viajó a la Unión Soviética para rendir los últimos homenajes a los cosmonautas, y Alexéi Leónov se encargó de su estancia en el país.
En aquel entonces nació una amistad sin precedentes. Según confiesa Leónov, ninguna tripulación estaba tan unida como la tripulacion del Soyuz y el equipo conjunto del Soyuz-Apolo. El comandante del Soyuz todavía se acuerda de la alta apreciación recibida del Comité Central del Partido Comunista de la URSS: "Las acciones de la tripulación fueron perfectas".
Fue el resultado de la comprensión mutua y, desde luego, de los conocimientos profesionales. Los cosmonautas soviéticos tuvieron que aprender inglés y conocer la nave Apolo, mientras que los astronautas estadounidenses tuvieron que aprender ruso y familiarizarse con la nave Soyuz. En particular, los cosmonautas afrontaron exitósamente una severa prueba de inglés ante los mejores profesores de las universidades estatales. Pero durante el examen también se burlaron un poco de los lingüistas porque éstos no tenían ni idea de los términos espaciales, confesó Leónov.
Los profesores soviéticos no exigían una pronunciación perfecta del inglés, y ahora Kubásov cree que en realidad esto no es lo más importante. "Lo principal es que te entendieran", dijo el veterano del vuelo cósmico conjunto. Además, Leónov recordó entre risas que hablaban tres idiomas: inglés, ruso y el de Oklahoma, el estado natal de Tom Stafford. Stafford confesó que esta misión le pareció muy difícil porque, aunque tenía un fuerte acento de Oklahoma, se vio obligado a hablar un ruso "tan perfecto como Alexéi hablaba inglés". Valeri Kubásov recordó que Vance Brand hablaba ruso muy bien, solamente de vez en cuando confundía palabras.
Los participantes de la misión recordaron cómo visitaban las naves de sus socios en la órbita, y cómo hacían reportajes en vivo desde el espacio para los ciudadanos estadounidenses y soviéticos. Brand afirmó que en aquel entonces en el habla de los idiomas extranjeros todos se encontraban en el nivel de los niños pequeños, pero se reían unos de otros con buen humor, y recuerdan muchos momentos graciosos de su misión.
El general Leónov contó que después del vuelo, en la reunión festiva en la NASA, quiso brillar por su elocuencia y perfecto dominio del inglés. Desgraciadamente pronunció otra palabra, y en vez de 'successful life' ('vida llena de éxitos') les deseó a todo el auditorio 'sexful life' ('vida llena de sexo'). Este deseo sí les gustó a los huéspedes y se quedó en la memoria de todos durante años.
Pero al mismo tiempo este vuelo elevó las relaciones entre ambos países a un nuevo nivel. Como explicó Brand, "nuestros programas fueron como las ramas de dos árboles que tienen raíces distintas. Nosotros –los técnicos, los astronautas y los cosmonautas- tuvimos que cruzar dos árboles para que los dos sistemas se juntaran. En aquel entonces esto fue muy difícil".
Para alcanzar esta meta, dos grupos de ingenieros de ambas partes resolvían numerosos problemas técnicos. En particular, se construyeron escafandras especiales incombustibles para los cosmonautas porque en la nave estadounidense se utilizaba para la respiración el oxígeno, que se inflama fácilmente. Y para pasar de una nave a otra se creó un módulo de transición especial.
El general Leónov contó que fue muy simbólico que las escotillas se abrieron y los cosmonautas estrecharon las manos a los astronautas cuando las naves volaron en órbita sobre el río europeo Elba, donde ya en 1945 se realizó el histórico encuentro de las tropas aliadas estadounidenses con los militares del Ejército Rojo.
"Nuestro vuelo es un símbolo de paz muy importante para todos los pueblos del mundo", dijo en conclusión Thomas Stafford. "Hemos construido unas relaciones muy calurosas en el espacio y mostrado que de la misma manera se puede vivir en la Tierra".
RT
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