Empezó este sábado una nueva expedición rusa al Ártico. El rompehielos atómico Rusia salió del puerto de la ciudad de Múrmansk en búsqueda de un bloque de hielo a la deriva adecuado para colocar en él una estación científica flotante.
Aparte de reservas de combustible para 5 años y alimentos para una travesía de unos 7 meses y medio, el navío lleva a bordo 15 científicos, equipamiento y armas, destinados a proteger, junto con los perros, la estación de agresiones por parte de osos blancos.
Rusia tendrá que recorrer casi todo el Paso del Noreste: atravesará el mar de Barents y el mar de Kara y doblará luego las islas de Nueva Siberia. Está programado que para el octavo día de su navegación se habrá aproximado a la isla de Wrangel, de donde la nave empezará a avanzar hacia el polo, explorando los espacios en búsqueda de un pedazo de hielo que se corresponda con sus necesidades.
Los especialistas comentan que el proceso de sondeo de un bloque de hielo adecuado es una tarea nada fácil. El pedazo seleccionado debe tener un área de entre 5 y 6 kilómetros cuadrados: un bloque más grande puede cortarse. Además, el hielo debe ser viejo, de 2 metros de grosor como mínimo.
La zona de la búsqueda tampoco es ocasional: tras descender en esa región, los científicos tendrán a su disposición casi un año, hasta que el bloque llegue a la corriente cálida de Golfo y empiece a derretirse.
La dificultad principal de esa expedición es que el descenso al bloque de hielo y todos los trabajos posteriores se realizarán en la noche polar. Los científicos tienen a su disposición un período muy corto para instalar la propia estación y realizar pruebas de todo el equipamiento antes de poder iniciar las investigaciones.
Está previsto que durante su estancia en el bloque de hielo los especialistas podrán aprovecharse de funcionamiento de una estación eléctrica, de Internet, libros electrónicos, televisión y sauna. Residirán en unos edificios de madera prefabricados, equipados con calefacción y electricidad. Teniendo en cuenta el poco tiempo con el que cuentan, los científicos empezaron a armar sus casas ya estando a bordo del Rusia.
Los principales objetivos científicos de los investigadores serán medir corrientes y salinidad de aguas a diferentes profundidades, explorar la atmósfera, el manto de hielo, el fondo del océano y también poner a prueba el GLONASS, el sistema ruso global de navegación por satélite. Expertos comentan que las complejas investigaciones árticas permiten sacar conclusiones que se usan para comprobar o para crear modelos de cambios climáticos.
Además de los experimentos específicos, todos los miembros del equipo de especialistas, compuesto por oceanólogos, meteorólogos, aerólogos, ingenieros e hidrógrafos, uno tras otro tendrán que estar de guardia: es decir, cada 2 horas atravesar todo el bloque de hielo para ver si no hay problemas. No es una tarea fácil si se toma en cuenta que se trata de un área de unos 6 kilómetros cuadrados, en plena oscuridad de la noche polar y un frío no menor a 30 grados bajo cero.
Sin embargo, no se trata de tareas científicas exclusivamente. Los propósitos de la expedición son también políticos y económicos. La excursión puede ayudar a probar que la Cordillera de Lomonósov pertenece a Rusia, lo que desembocaría en beneficios económicos muy importantes. Según el convenio de la ONU, los países costeros tienen derecho a extraer minerales en la plataforma continental si ésta es continuación de su territorio.
Mientras tanto, según las cifras oficiales, en el Ártico está un 60% de los recursos de Rusia de cobre, un 80% de gases naturales, un 90% de níquel y cobalto, un 96% de metales del grupo del platino y el 100% de antimonio y de apatita. Se pronostica que también existan recursos energéticos importantísimos
Hoy en día en la zona ártica que pertenece a Rusia residen unos 2,5 millones de personas. Ellas producen más de un 15% del PBI y garantizan un 25% de todas las exportaciones del país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario