Karzai confirma el cese de las negociaciones con los rebeldes tras el asesinato del ex presidente Rabbani, encargado del proceso de paz, y planea entablar nuevas conversaciones con Pakistán
El presidente afgano insiste en que «nunca más» va a retomar las conversaciones con los insurgentes.
EFE
AGENCIAS / KABUL
Al presidente afgano, Hamid Karzai, se le ha acabado la paciencia con los talibanes, a los que ofreció el pasado mes de junio una firme disposición de conversar para llegar a la paz. Los últimos asesinatos de los radicales, y, en especial, el del ex jefe del Ejecutivo Burhanudín Rabbani, encargado de las negociaciones y que murió el pasado 20 de septiembre a manos de un insurgente, han provocado que el dirigente del país diese ayer carpetazo y confirmase que «nunca más» va a mantener un diálogo con el grupo rebelde.
«No sabemos dónde está el Consejo talibán. ¿Dónde está? Alguien viene en su nombre y mata, y ellos ni lo confirman ni lo niegan», aseguró Karzai, quien prpuso, en su lugar, negociar con Pakistán, el país donde se cree que está el mando insurgente.
El dirigente cuestionó «cuál es la otra parte implicada en este proceso de paz» al reiterar que «no tiene respuesta alguna» en sus peticiones, por lo que concluyó que «esa otra parte en el diálogo con nosotros es Pakistán».
Eso sí, el país vecino también está en el punto de mira, ya que las autoridades de Kabul consideran que el máximo líder de los rebeldes, el mulá Omar, está en algún punto de Quetta, ciudad fronteriza con Afganistán. De hecho, el pasado jueves Karzai se reunió con altos cargos de la élite política de su país ante la desconfianza que genera el Gobierno de Islamabad, acusado de dar cobijo a los talibanes y a la red terrorista Haqqani. Un recelo al que se suman las continuas acusaciones desde Estados Unidos, que considera que la nación es un lugar perfecto para que los radicales se escondan impunemente.
Eso sí, Pakistán salió al paso de las críticas y negó cualquier vínculo con los asesinos, así como desmintió que apoye a las milicias insurgentes que actúan en territorios árabes.
Por otro lado, la misión de la OTAN en Afganistán informó de la detención en el este de la nación de un importante dirigente de Haqqani, un grupo que Estados Unidos considera ligado a los servicios secretos paquistaníes.
Haji Mali Khan, uno de los máximos jefes de la red, fue arrestado «sin oponer resistencia» en el transcurso de una operación de los aliados, aunque el terrorista «iba fuertemente armado» en el momento de su captura.
Desde el organismo internacional valoran positivamente esta detención, ya que «supone un hecho extraordinario y sin precedentes en el desmantelamiento de la organización». Pero también se trata de un reto más a Pakistán, después de que Barack Obama instase el pasado viernes a Islamabad a hacer frente a Haqqani.
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