Componentes electrónicos falsificados, en su mayoría, de procedencia china están instalados en equipos militares de empresas estadounidenses como Raytheon, L-3 Communications y Boeing, según un informe divulgado esta semana por el comité de defensa del Senado de EEUU.
En particular, tales componentes fueron descubiertos en al menos siete aviones, incluidos el C-130J de Lockheed Martin, P-8A Poseidon de Boeing y el 27J Spartan de L-3 Communications, así como en helicópteros Sea Knight y hasta en el sistema antimisil THAAD. Algunos de esos equipos están emplazados en Afganistán.
El senador Carl Levin admitió que ninguna de las piezas sospechosas provocó víctimas humanas ni accidentes hasta la fecha pero agregó que los miembros del comité “han determinado numerosos lugares donde realmente se temen consecuencias desastrosas de esa índole a menos que la situación se corrija”.
Él estima el número de componentes falsificados en más de un millón pero piensa que no es más que la punta del iceberg. Un 70% de los chips dudosos provienen de China, y otro 20%, de Canadá y Gran Bretaña que sirven de base para su reexportación. Levin calificó la ciudad de Shenzhen, en la provincia de Guangdong, como epicentro del comercio ilícito de componentes electrónicos y acusó al Gobierno chino de hacer la vista gorda ante el hecho.
EEUU, según él, no puede permitir que su seguridad nacional dependa de la basura electrónica que falsificadores chinos recogen en los vertederos.
“No podemos tolerar el riesgo de que un interceptor de misiles balísticos deje de impactar en su blanco, o que el piloto de un helicóptero se vea incapaz de lanzar sus proyectiles, o que fracase cualquier otra misión por culpa de componentes falsificados”, declaró otro senador, John McCain.
El portavoz de la cancillería china, Hong Lei, aseguró entretanto que Pekín coopera activamente con otras naciones en la lucha contra falsificaciones.
Pável Kamennov, colaborador del Instituto ruso del Extremo Oriente, considera que “EEUU no puede culpar a nadie sino a sí mismo”. “El Pentágono busca y compra productos más baratos en medio de la crisis. Y las réplicas chinas, por cierto, tienen a menudo la misma fidelidad que los originales”, señaló el experto en declaraciones a Nezavisimaya Gazeta.
Otros analistas resaltan que EEUU empezó a cerrar plantas domésticas en la década del 1960 y la única opción que le queda ahora es adquirir componentes en Corea del Sur o Japón, a un precio centenares de veces más caro.
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