San Juan.- Aunque la lucha contra la presencia militar en Vieques, de 33 kilómetros de largo y 7 de ancho, comenzó en los años 40, el detonante final se encendió un 19 de abril de 1999, con protestas pacíficas que dieron la vuelta al mundo.
Ese día falleció el vigilante civil David Sanes por el impacto de una bomba de más de 200 kilogramos disparada desde un F-18, incidente en el que resultaron heridas otras cuatro personas. Según el informe oficial, Sanes, de 35 años, murió por el error de un piloto cuyo nombre y nacionalidad nunca se hicieron públicos.
El incidente reavivó un sentimiento de rabia contenida entre los puertorriqueños contra la presencia de la Marina en esa isla, a tan sólo diez kilómetros de la principal, y unió a la inmensa mayoría de los habitantes de estado libre asociado de EEUU. La figura que a partir de ese día capitalizó la desobediencia civil contra la presencia de la Marina fue Rubén Berrios, presidente del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y que por entonces, a sus 60 años, acampó en una playa de la isla.
"Cuando le causas un problema es que EEUU responde", dice diez años después Berrios, entonces senador y candidato a gobernador por el PIP, que no duda en señalar que en aquella crisis subyacía el problema político de la isla caribeña como colonia de EEUU. En una entrevista con Efe, el líder independentista, que pasó cuatro meses en prisión por su protesta, explica ahora que "Vieques significó una causa del pueblo puertorriqueño".
La presencia de Berrios acampado en una playa de Vieques, y de otros muchos que le secundaron de forma temporal, obligó a paralizar ese año toda práctica militar y creó un problema político y de imagen a Washington. En 1971 Berríos ya lideró actos de desobediencia civil en la vecina isla de Culebra, en el área de tiro donde entonces se llevaban a cabo prácticas militares.
Las protestas motivaron el traslado a Vieques, donde décadas después, el 8 de mayo de 1999, estableció un campamento permanente. Los hechos se precipitaron y el 4 de julio de ese año 50.000 personas se manifestaban frente a la base naval estadounidense de Roosevelt, en la isla principal de Puerto Rico, a la que siguió otra de 150.000 personas en febrero de 2000 en San Juan.
Vieques, mientras, recibía a periodistas de todo el mundo y el entonces gobernador Pedro Roselló escribió a Bill Clinton para pedirle el cese de las prácticas de tiro. Visitas y fotos en las playas de Vieques de figuras como el reverendo Jessie Jackson junto a Berrios aceleraron una reunión en la Casa Blanca del líder del PIP y de Roselló con Clinton que, tras algún amago de la Marina de reanudar sus prácticas, facilitó la salida definitiva de los militares.
Una década después y pasado el fervor de ver lejos a la Marina, los habitantes de Vieques se enfrentan hoy a otros desafíos: la pobreza (que afecta al 73,3 % de la población), el desempleo, la delincuencia y la contaminación golpean a sus poco más de 9.000 habitantes.
Aunque parezca difícil de creer, en ese minúsculo espacio se han registrado en lo que va de año cinco asesinatos. A todo ello se suma la supuesta elevada incidencia de enfermedades, en especial cáncer, muy por encima de la media de Puerto Rico, dato que la Marina niega por falta de estudios objetivos.
Bajo la presidencia de Obama, Washington ha desestimado más de 7.000 demandas de vecinos de Vieques para ser compensados por problemas de salud con origen en las prácticas militares. Presentan estudios de investigadores locales que hablan de restos de napalm, uranio y otras sustancias con las que experimentaban los militares estadounidenses.
Además, quedan en el agua miles de proyectiles, de los que ya se han recuperado cerca de 40.000. Más de dos tercios de la superficie terrestre fue expropiada a sus propietarios en los 40 y 800 familias fueron obligadas a abandonar sus casas de áreas hoy cerradas a causa del material militar depositando.
El Gobierno puertorriqueño aprobó en 2004 el Plan Maestro para el Desarrollo Sustentable de Vieques y Culebra, que generó entusiasmo inicial entre la población pero que, en la práctica, quedó en una declaración de buenas intenciones. Vieques recibirá para el próximo año fiscal 20 millones de dólares para una limpieza que los expertos estiman requerirá todavía una inversión de cerca de 500 millones de dólares. EFE
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