El agravamiento de los ataques entre Israel y Gaza preocupa ya a todo Oriente Próximo. El Gobierno de Jordania considera que el conflicto amenaza a "la región entera". Pese a las palabras de condena de la Liga Árabe, numerosas voces israelíes plantearon ayer la necesidad de una nueva invasión de la franja palestina. La amenaza parecía dudosa porque supondría la ruptura con Egipto, con quien varios delegados de Benjamín Netanyahu intentaban recomponer las relaciones. En realidad, los ataques se simultaneaban con las negociaciones, y tanto Hamás como Israel se mostraban predispuestos a acordar un alto el fuego para evitar una guerra.
La cifra de proyectiles (misiles, cohetes y morteros) disparados desde el jueves por Hamás y otros grupos superó ayer el centenar, con el resultado de un muerto y decenas de heridos. En Gaza los muertos eran 15, según portavoces médicos en este territorio.
La Liga Árabe pidió a la ONU que detuviera los bombardeos israelíes, aunque sin especificar qué medidas concretas se reclamaban de la organización internacional. Hamás, el grupo islamista que gobierna en Gaza, también reclamó al mundo en general que llamara al orden a Israel. El Gobierno jordano, por su parte, expresó alarma ante un conflicto que amenazaba "la estabilidad de la región entera" y acusó a los israelíes de causar deliberadamente bajas civiles.
El Ejército israelí aseguró que estaba empleándose con mucha contención e informó de que había detenido las operaciones militares sobre Gaza durante casi 24 horas para propiciar un relajamiento de los ánimos. Sus portavoces añadieron, sin embargo, que durante ese plazo no se habían interrumpido los lanzamientos de misiles desde la franja contra ciudades cercanas como Bersheba, Ashdod y Ashkelon, por lo que sus aviones y helicópteros habían reanudado los ataques contra "centros terroristas" en el norte y sur de Gaza.
Silvan Shalom, viceprimer ministro israelí, se declaró partidario de preparar operaciones más duras contra Hamás. "La situación se mantendrá igual en los próximos días y no podemos aceptar que un millón de israelíes vivan bajo la constante caída de misiles", declaró. "La disuasión conseguida con la Operación Plomo Fundido [en la que murieron más de 1.400 palestinos] se ha agotado, necesitamos nuevas respuestas y no debemos excluir una nueva operación terrestre", añadió.
Diversos diputados de la coalición nacionalista y religiosa que gobierna Israel y del principal partido de la oposición, Kadima, reclamaron también al Ejército acciones contundentes.
El margen de maniobra israelí, sin embargo, resultaba escaso. La crisis en las relaciones con Egipto, detonada por la muerte de tres agentes egipcios durante la batalla fronteriza entre israelíes y palestinos el pasado jueves, era la preocupación prioritaria. Israel se alejó de sus aliados turcos tras el cruento asalto a la flotilla de la paz y en concreto a la nave Mavi Mármara, y perder ahora a Egipto supondría un aislamiento casi completo en la región. La población egipcia exige mayoritariamente al Gobierno salido de la revolución de febrero una actitud más firme respecto a los israelíes. El domingo, las autoridades egipcias amenazaron con retirar a su embajador de Tel Aviv y reducir las relaciones diplomáticas al mínimo.
Tras las excusas presentadas verbalmente por el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, ayer llegaron a El Cairo dos diplomáticos israelíes, de los que no se facilitó la identidad, con la misión de resolver la crisis. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Egipto hizo saber que las excusas de Barak no eran consideradas suficientes y que esperaba "una declaración por escrito" y garantías de que la investigación sobre el incidente fronterizo fuera a ser realmente compartida por agentes egipcios e israelíes.
El Cairo, mientras, seguía mediando entre el Gobierno de Israel y los dirigentes de Hamás para conseguir un alto el fuego. Uno de sus diplomáticos en Ramala (Cisjordania) anunció que estaba prevista una interrupción temporal de las hostilidades durante la noche del domingo al lunes, y que con un poco más de tiempo sería posible reconstruir la tregua que se estableció tras la Operación Plomo Fundido, y que Hamás declaró rota.
Un portavoz de Hamás aseguró por la tarde que tanto su organización como otros "grupos militantes" estaban dispuestos a acatar un alto el fuego, supervisado por Egipto, si Israel interrumpía inmediatamente los bombardeos. Fuentes diplomáticas israelíes indicaron que eso era "posible".
En la madrugada del domingo, tropas israelíes se desplegaron por Cisjordania para lanzar una gran redada contra personas vinculadas a Hamás. Fue una de las operaciones más amplias -en junio de 2006 lanzó otra de gran envergadura tras la captura del soldado israelí Gilad Shalit- ejecutadas por Israel desde 2003, en plena Intifada, en el territorio teóricamente controlado por la Autoridad Palestina.
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