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lunes, 26 de septiembre de 2011

Una escoba para la chatarra espacial


La caída el pasado viernes del satélite UARS ha descubierto a la opinión pública un grave problema para el que la comunidad científica lleva ya años exigiendo solución. Los más de 22.000 deshechos que orbitan alrededor de la Tierra suponen una amenaza directa tanto para los satélites en activo -estación espacial o telescopio Hubble incluidos- como para las misiones tripuladas. Y ahora también parece que lo son para los propios habitantes de la Tierra, que ven como, a pesar de que las posibilidades sean remotas, un pedazo de chatarra puede caerles sobre la cabeza. Y el problema, en la medida que cada vez más países se suman a la carrera espacial, va en aumento.
Según un informe publicado en 2010 por la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa de EE UU (Darpa), «aunque las proyecciones indican que puede llevar décadas alcanzar un riesgo insoportable de basura espacial», existen múltiples razones para comenzar a buscar una solución cuanto antes. «El fracaso en hacer frente a este problema tendría implicaciones importantes para el éxito de futuras misiones espaciales debido al potencial de aumento de las colisiones en órbita con objetos fuera de control «, avisa.
La propia agencia norteamericana recopila diversas opciones para remediar los efectos de tanta chatarra espacial, algunas de ellas más propias de una película de la ciencia ficción que de la realidad. Una de estas consistiría en que, al acabar la vida útil de un satélite, un globo gigantesco de helio se inflase para aumentar la atracción hacia la Tierra del aparato. Y en vez de globos bien podrían usarse alerones o velas solares. La más defendida, tanto por la NASA como por la Agencia Espacial Europea es la de crear un láser lo suficientemente potente como para, desde la Tierra, desviar los trozos de chatarra espacial o incluso destruirlos. Además, se habla de kilométricos cables que arrastrasen los ingenios hacia el planeta, un satélite con un brazo robótico acoplado que recoja piezas, minicohetes o hasta una nave impregnada de gel adherente que vaya recopilando/pegando trozos a su paso. Algunas de estas opciones son posibles, pero todas son demasiados caras como para invertir en ellas en un momento de crisis como el actual.
Su uso como arma
En su informe, la agencia Darpa advierte incluso de que algún país pudiera utilizar la basura espacial como arma contra sus enemigos. Se refiere en concreto a Irán y Corea del Norte. Según los autores de este estudio, estos países podrían 'sembrar' de chatarra la órbita terrestre con el fin de inutilizar los satélites de EE UU y sus aliados. Un efecto que a iraníes y norcoreanos apenas afectaría dada su nula presencia en el espacio.
Ya sea como arma o como consecuencia involuntaria la basura espacial es una amenaza creciente a la que la tecnología actual aún no parece poder dar respuesta. Es por ello que Darpa propone que en el momento presente se centre la acción en la prevención antes que en la solución. Para ello, aboga, entre otras medidas, por imponer una serie de cuotas de materiales que se pueden enviar al espacio, al estilo de las emisiones de monóxido de carbono que cada país expulsa a la atmósfera -sistema que por otro lado no parece estar dando resultado-. Pero dentro de las normas a seguir existe una elemental: Reservar la reserva del combustible de los satélites para dirigirlos a la Tierra por medio de una caída controlada. Algo de lo más simple y justo lo que no tuvieron en cuenta los responsables del UARS


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