En tiempos de crisis y de recortes en beneficios sociales y en los presupuestos de Educación, al ministro británico del ramo, Michael Gove, se le ocurrió una idea: regalar un yate valorado en 60 millones de libras esterlinas (unos 72,5 millones de euros) a la reina Isabel II, que el 6 de febrero cumple 60 años en el trono. La idea generó una polémica inmediata: ¿quién paga? Gove habló de un regalo de los británicos a su reina, que desde la jubilación del yate Britannia, en 1997, carece de barco para recorrer el mundo.
La oposición laborista y los liberaldemócratas, socios de David Cameron en el Gobierno británico, rechazaron la posibilidad de que ese dinero saliera de las arcas del Estado, es decir de los impuestos. El primer ministro tuvo que corregir a su entusiasta titular de Eduación -calificó la idea de "inapropiada"-. Hoy The Guardian, que ha liderado la información sobre el asunto, informa de queCameron matiza lo dicho; apoya con entusiasmo la idea, aunque sin dinero público. Ministros, diputados y miembros de la realeza, como el príncipe Carlos y su hermana Ana presionan desde septiembre a Downing Street para lograr el barco, considerado un símbolo del Reino Unido en el mundo.
¿Quién pagará al final? Al parecer: la financiación privada. El diario informa de que ya están asegurados 15 de los 60 millones de libras esterlinas: 10 millones lo ponen unos "líderes financieros" de Canadá no identificados y cinco una donación privada. La tienda de libros de libros Foyles reglará 500.000 libras esterlinas; no en dinero sino en libros para la biblioteca del yate.
The Guardian ofrece un gráfico interactivo que explica qué se puede pagar con el dinero del nuevo yate real. Un ejemplo: el sueldo de 2.254 enfermeras.
Otra institución británica, los gurkas, no se salvará de los recortes. Según informa el Telegraph, uno de cada ocho soldados perderá su trabajo.
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