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domingo, 18 de marzo de 2012

Nuevas armas rusas


El 26 de febrero, el vicepresidente del Gobierno ruso Dmitri Rogozin, volvió a plantear la necesidad de desarrollar armamento conceptualmente nuevo.


El déficit de armas modernas es uno de los principales problemas que afrontan las Fuerzas Armadas, pero una excesiva afición por las armas del futuro también puede generar problemas. 

La reanudación, tras un largo paréntesis, de los suministros del material para las Fuerzas Armadas son indispensables tanto para mantener la disponibilidad operacional de la nación como reanimar la industria nacional de defensa, paralizada durante largo tiempo. 

Pero muchos modelos del armamento que recibe el Ejército, están desarrollados tomando como punto de referencia proyectos soviéticos, lo cual restringe sus prestaciones y las posibilidades de modernizarlos. 

En varios casos, se logra eliminar en buena medida estas limitaciones instalando nuevos equipos, como sucedió con el caza Su-35, construido sobre la plataforma T-10S. Pese a que el primer vuelo del prototipo T-10S se efectuó hace más de treinta años, el Su-35 es un avión de combate moderno, capaz de cumplir una amplia gama de misiones. 

Es imposible modernizar infinitamente como prototipos las antiguas plataformas soviéticas, pero al desarrollar unos modelos conceptualmente nuevos, la industria de Defensa corre el riesgo de afrontar problemas también absolutamente nuevos. 

Por paradójico que pudiera parecer, la situación para Rusia tiene sus ventajas, porque la industria de Defensa rusa puede sacar las debidas conclusiones del avance tecnológico, de los logros y errores cometidos por EEUU. 

Después de 1991, EEUU optó por la superioridad técnica y militar a escala global y alcanzó en esta área determinados éxitos, pero no pudo cumplir esta tarea en pleno volumen. 

Una de las razones fundamentales estriba en los cambios radicales, operados en el carácter de las guerras que EEUU libró después de terminada la guerra fría. Los hechos vienen a evidenciar que la maquinaria bélica de EEUU está en condiciones de destruir la infraestructura e infligir derrota a las Fuerzas Armadas de los países del Tercer Mundo. El problema estriba en mantener la situación bajo control tras obtener victoria espectacular en una guerra relámpago. 

El armamento, equipos y material bélico modernos en buena medida contribuyen a cumplir con éxito esta tarea, pero la carga principal la asumen, igual que antes, los soldados con armas en mano. 

Otra causa tiene que ver con la barrera tecnológica: la industria y la ciencia han topado con el límite de posibilidades que tienen el combustible para motores de combustión interna, para motores turborreactores y motores de misiles, materiales de construcción. 

Entre 1995 y 2010, EEUU cerraron, por ser demasiado costosos, veintidós programas de desarrollo de nuevas armas y equipos tan sólo para el Ejército de Tierra. 

El cierre de los programas arriba mencionados supuso unas pérdidas por importe superior a treinta mil millones US $, sin tomar en consideración los programas cerrados por estas mismas razones en la Fuerza Aérea y la Marina de Guerra de EEUU. Uno de los más costosos proyectos cerrados fue el programa Sistemas de Combate Futuros (Future Combat Systems). Se puede recordar también otros proyectos: el helicóptero RAH-66 Comanche, el lanzamisiles múltiple ATACMS BAT, la pieza de artillería autopropulsada Crusader y otros modelos de armamento, el pereccionamiento de cuyos parámetros técnicos no justificaba unos precios descomunales y un dilatado proceso de desarrollo. También ejerció su influencia negativa la gran envergadura de los proyectos. Según reconoce el ex secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, “el intento de reemplazarlo todo de una vez por modelos absolutamente nuevos trae como consecuencia un desastre costoso”. 

De lo arriba expresado Rusia debe sacar unas conclusiones pertinentes: el desarrollo de armas y material conceptualmente nuevos está justificado sólo en los casos estrictamente condicionados. Una menor disponibilidad de recursos en comparación con EEUU obliga a Rusia a ser más cautelosa todavía en los gastos militares. 

De momento, Rusia aplica una política equilibrada en el desarrollo de nuevos modelos de armas. No aborda proyectos poco prometedores, todos los sistemas que están siendo diseñados, son de vital importancia para el Ejército y no tienen opciones “baratas”. Esto se debe a que los militares han pasado a desempeñar un papel más importante en el programa nacional de fabricación de armamento y material. A título de colofón, cabe subrayar la relevancia de mantener el equilibrio entre el Ministerio de Defensa y la industria militar en este asunto.


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