Todo lo que lo rodea es secreto, pero ha circulado alguna información –más bien, rumores– a lo largo de los últimos 15 años. En un lugar remoto de los Montes Urales, dentro de un área prohibida, se encuentra un macizo de nombre inquietante: Yamantau, que en el idioma bashkir local significa Montaña Mala. Y dicen que entre 1996 y 2007 Rusia ha construido bajo él un inmenso complejo subterráneo, a mil metros de profundidad bajo la roca de cuarzo.
No se ha hecho público para qué sirve. No se sabe lo que es. Pero es muy grande. Oficialmente, en Mezhgorye también hay únicamente una mina vinculada a la industria siderometalúrgica de la región, gestionada por una empresa que ha cambiado de nombre varias veces pero ha permanecido invariablemente dirigida por un general en activo (entre ellos, un tal Leonid Akimovich Tsirkunov). Un antiguo funcionario comunista regional, en cambio, afirmó que se trata de un refugio de última línea para la dirigencia rusa en caso de guerra total; esta es la opinión más extendida en Occidente. Otras voces aseguran que se trataría de un almacén de reserva de armas atómicas: está cerca (lo que en Rusia llaman cerca) del enorme conglomerado de ciudades cerradas para la construcción de armamento especial en torno a Chelyabinsk, equidistante a tres polígonos de lanzamiento de misiles termonucleares (Nizhny Tagil, Yoshkar-Olá y Dombarovsky, este último con capacidad espacial)
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