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viernes, 16 de abril de 2010

El proyecto imperial de EE.UU


Se puede ganar una guerra sin librarla. Se puede vencer si un adversario sabe que es vulnerable a un ataque instantáneo e indetectable, abrumador y devastador, sin la posibilidad de defenderse o de tomar represalias.
Lo que se aplica a un país en particular también vale para todos los adversarios potenciales y ciertamente para cualquier otra nación del mundo.
Existe sólo un país con la capacidad militar y científica y que ha proclamado abiertamente su intención de lograr esa capacidad. Esa nación es la que su actual jefe de Estado definió en diciembre pasado como la única superpotencia militar del mundo. [1] Un país que aspira a seguir siendo el único Estado en la historia que ejerce la dominación militar de espectro completo en la tierra, en el aire, en los mares y en el espacio.
Que mantiene y extiende bases militares y tropas, grupos de batalla de portaaviones y bombarderos estratégicos sobre y en casi cada latitud y longitud. Que lo hace con un presupuesto de guerra récord posterior a la Segunda Guerra Mundial de 708.000 millones de dólares para el próximo año.
Después de lograr esa situación en gran parte por haber sido el primer país que desarrolló e utilizó armas atómicas, está ahora en condiciones de fortalecer su supremacía global a través del reemplazo de la opción nuclear.
Entre 1999 y 2003 EE.UU. dirigió tres grandes guerras en menos de cuatro años contra Yugoslavia, Afganistán e Iraq y en los tres casos envió entre decenas y cientos de miles de soldados después de ataques aéreos y con misiles. El Pentágono estableció bases militares en las tres zonas de guerra y, aunque la contaminación con uranio empobrecido y bombas de racimo sigue existiendo en los tres países, los soldados estadounidenses no han tenido que enfrentar un terreno irradiado. Sería superfluo y demasiado costoso en muchos sentidos lanzar un ataque nuclear si un ataque convencional sirve para el mismo fin.
El 8 de abril los presidentes de EE.UU. y Rusia, Barack Obama y Dmitri Medvedev, firmaron un nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START por sus siglas en inglés) en la capital checa Praga para reducir sus respectivos arsenales nucleares y sistemas de lanzamiento (sujeto a ratificación por el Senado de EE.UU. y la Duma rusa). Antes, durante la misma semana, publicó su nuevo Estudio de la Postura Nuclear (NPR) que por primera vez pareció abandonar el primer uso de armas nucleares.
Parecería que la sombría nube nuclear que ha colgado sobre la cabeza de la humanidad durante los últimos 65 años se estuviera disipando.
Sin embargo EE.UU. conserva 1.550 ojivas nucleares desplegadas y 2.200 (según algunos cálculos 3.500) más almacenadas y una tríada de vehículos de lanzamiento terrestres, aéreos y submarinos.
Lo que es más alarmante, sin embargo, es que Washington sigue adelante con el proyecto de reemplazar la espada y el escudo nuclear –para chantaje y disuasión– por un modelo no nuclear que podría desestabilizar el anterior “equilibrio del terror” que ha sido una pesadilla criminal durante seis décadas, pero con sesenta años sin una guerra masiva de misiles.
La nueva espada, o lanza, integra planes para sistemas de armas convencionales de primer ataque empleando la misma tríada de componentes de tierra, aire y mar –más el espacio– y el escudo es una red mundial de despliegues de misiles interceptores, también en las cuatro áreas. El Pentágono se propone poder atacar primero e impunemente.
El arsenal no nuclear utilizado para neutralizar y destruir las defensas aéreas y estratégicas, potencialmente todas las fuerzas militares importantes de otras naciones, consistirá en misiles balísticos intercontinentales, misiles balísticos adaptados a lanzamiento desde submarinos, misiles crucero y bombarderos hipersónicos, y bombarderos estratégicos “super-stealth” capaces de evitar la detección por radar y así evitar las defensas basadas en tierra y aire.
Cualesquiera misiles de alcance corto, intermedio y largo que queden en el país atacado serán en teoría destruidos después de ser lanzados por misiles interceptores cinéticos, capaces de destruir por impacto. Si los misiles neutralizados portaran ojivas nucleares, la precipitación radioactiva ocurriría sobre el país que los lanza, sobre un área marítima cercana u otra nación elegida por EE.UU.
Un comentario ruso de hace tres años describió la interacción entre el primer ataque y los sistemas de misiles interceptores como sigue:
“Se puede invertir en el desarrollo de un misil antibalístico (ABM) verdaderamente efectivo y de armas de primer ataque, por ejemplo, en sistemas convencionales de alta precisión. El objetivo final es crear la capacidad para un primer ataque desarmante (nuclear, no nuclear o mixto) del potencial nuclear estratégico del enemigo. El ABM destruirá todo lo que sobreviva el primer golpe.” [2]
El tan retrasado Informe del Estudio de la Postura Nuclear de este mes reafirma los planes del Pentágono de “mantener un disuasivo nuclear creíble y de reforzar las estructuras de seguridad regionales con defensas de misiles…” [3]
También confirma que la incorporación de “sistemas no nucleares a los objetivos de disuasión regional y de seguridad de EE.UU. será preservada evitando limitaciones en la defensa de misiles y preservando opciones para el uso de bombarderos pesados y de sistemas de misiles de largo alcance en tareas convencionales.”
En una conferencia de prensa del 6 de abril sobre el Estudio de la Postura Nuclear con el secretario de defensa Robert Gates, el jefe del Estado Mayor Conjunto, almirante Michael Mullen, la secretaria de Estado Hillary Clinton y el secretario de energía Steven Chu, Gates dijo que “mantendremos la tríada nuclear de ICBM [Misiles balísticos intercontinentales], aviones con capacidad nuclear y submarinos con misiles balísticos” y “seguiremos desarrollando y mejorando capacidades no nucleares, incluyendo defensas de misiles regionales.” Mullen habló de “defender los intereses vitales de EE.UU. y los de nuestros socios y aliados con una mezcla más equilibrada de medios nucleares y no nucleares que la que tenemos a nuestra disposición actualmente.” [4]
El Informe del Estudio de Defensa con Misiles Balísticos del 1 de febrero, señaló que “EE.UU. mantendrá un enfoque adaptable por fases de la defensa con misiles” y “desarrollará capacidades móviles y relocables.”
Además, “el gobierno está comprometido con la implementación de un nuevo Enfoque Europeo Adaptable por Fases dentro de un contexto de la OTAN. En Asia Oriental, EE.UU. trabaja para mejorar las defensas con misiles mediante una serie de relaciones bilaterales. EE.UU. también mantendrá una cooperación reforzada con una serie de socios en Oriente Próximo.” [5]
El Informe del Estudio Cuadrienal de Defensa de febrero habla de planes similares.
El Estudio “presenta dos objetivos claros. Primero, reequilibrar aún más las capacidades de las Fuerzas Armadas de EE.UU. para imponerse en las guerras actuales, mientras crea las capacidades requeridas para encarar futuras amenazas.”
Señala que “EE.UU. sigue siendo la única nación capaz de proyectar y sostener operaciones a gran escala en distancias extensas” con “con una fuerza militar de 400.000 miembros… estacionados en posiciones avanzadas o desplegados por todo el mundo,” y que está “capacitada por capacidades cibernéticas y espaciales y reforzada por capacidades estadounidenses para rechazar los objetivos de sus adversarios mediante la defensa balística de misiles…”
Uno de sus objetivos clave es “expandir las futuras capacidades de ataque de largo alcance” y promover el “rápido crecimiento de las capacidades de defensa con misiles balísticos basados en mar y tierra.” [6]
EE.UU. también intensifica los programas de guerra espacial y cibernética con el potencial de paralizar los sistemas de vigilancia y comando militar, control, comunicaciones, informáticos y de inteligencia de otras naciones, llevándolas a la indefensión en todos los ámbitos, fuera del táctico más básico.
El programa según el cual Washington desarrolla su capacidad de armas convencionales para suplementar su anterior estrategia nuclear es llamado Ataque Global Inmediato (PGS por sus siglas en inglés), al que se refiere alternativamente como Ataque Global Inmediato Convencional (CPGS).
Global Security Newswire escribió recientemente sobre la propuesta de START II que “miembros de la elite política de Rusia están preocupados por lo que el acuerdo dice o no dice sobre los sistemas de defensa de misiles balísticos de EE.UU. y de “ataque inmediato global…” [7]
De hecho, el sucesor de START I no dice nada sobre políticas estadounidense de misiles interceptores o de primer ataque convencional, y al hacerlo dice todo al respecto. Es decir, el nuevo tratado no las limita o afecta de ninguna manera.
Después de la ceremonia de firma en Praga el 8 de abril el Departamento de Estado de EE.UU. emitió una hoja de datos sobre el Ataque Global Inmediato que señalaba:
“Punto clave: el Nuevo Tratado START no contiene ninguna restricción sobre el potencial actual o planificado de ataque global inmediato convencional de EE.UU.”
A modo de información sobre los antecedentes y para suministrar un marco para la actual estrategia militar de EE.UU. agregó:
“El crecimiento de capacidades militares convencionales sin rival de EE.UU. ha contribuido a nuestra posibilidad de reducir el papel de armas nucleares en la disuasión de ataques no nucleares… El Departamento de Defensa (DoD) explora actualmente toda la gama de tecnologías y sistemas para una capacidad de Ataque Global Inmediato Convencional (CPGS) que podría ofrecer al presidente opciones más verosímiles y técnicamente adecuadas para encarar amenazas nuevas y en desarrollo.” [8]
Al describir las partes constituyentes de PGS, el comunicado de prensa del Departamento de Estado también reveló:
“Los esfuerzos actuales también examinan tres conceptos: Vehículo de Tecnología Hipersónica, Misil de Ataque Convencional, y Arma Hipersónica Avanzada. Esos proyectos son administrados por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (DARPA), el Centro Espacial y de Misiles de la Fuerza Aérea de EE.UU., y el Comando Espacial y de Defensa de Misiles del Ejército respectivamente… El límite [de START II] acomodaría todos los planes que EE.UU. podría desarrollar durante la vida de ese Tratado para desplegar ojivas convencionales en misiles balísticos.”
En lenguaje tan inequívoco como el conocido del Departamento de Estado, la declaración agrega:
“El nuevo START protege la capacidad de EE.UU. de desarrollar y desplegar una capacidad de CPGS. El Tratado no prohíbe de ninguna a manera la construcción o el despliegue por EE.UU. de misiles balísticos con armas convencionales.”
El Departamento de Defensa “estudia el CPGS dentro del contexto de su portafolio de todas las capacidades de ataque no nuclear de largo alcance incluyendo sistemas basados en tierra y en el mar, así como bombarderos porta-misiles y/o de penetración…” [9]
Los misiles no nucleares a los que se refiere han sido diseñados para atacar cualquier sitio en la tierra dentro de sesenta minutos, pero como alardeó recientemente el principal propugnador de PGS, el vicejefe del Estado Mayor Conjunto, general de marines James Cartwright: “Al extremo,” se podrían realizar ataques en “300 milisegundos.” [10]
Hablando del tercio de la fuerza aérea en la triada GPS –misiles crucero con armamento nuclear lanzados desde bombarderos B-52, aviones sin tripulación X-51 que pueden volar a 8.000 kilómetros por hora, el “avión espacial” Blackswift– Cartwright también ha dicho que los bombarderos actuales con armamento convencional son “demasiado lentos y demasiado intrusivos” para numerosas “misiones de ataque global.” [11]
El 21 de enero el vicesecretario de defensa William Lynn llamó a que se colocara al Pentágono “en una base permanente para librar conflictos de baja intensidad a fin de mantener la dominación aérea y tener la capacidad de atacar cualquier objetivo sobre la Tierra en todo momento… La próxima prioridad en la guerra aérea para el Pentágono es el desarrollo de una próxima generación de capacidad de ataque de penetración profunda que pueda triunfar sobre defensas aéreas avanzadas…” [12]
En un análisis en Global Security Network intitulado “Coste de ensayar un misil estadounidense de ataque global podría llegar a 500 millones de dólares,” Elaine Grossman escribió:
“El gobierno de Obama ha solicitado 239.900 millones de dólares para investigación y desarrollo de ataque global inmediato por parte de los servicios militares en el año fiscal 2011… Si los niveles de financiamiento se mantienen como han sido anticipados en los próximos años, el Pentágono habrá gastado unos 2.000 millones de dólares en ataque global inmediato para fines del año fiscal 2015, según documentos presupuestarios presentados el mes pasado al Congreso.” [13]
El componente basado en tierra de PGS, misiles balísticos intercontinentales Minuteman con una carga convencional, “serán lanzados inicialmente hacia el espacio como un misil balístico, enviarán un ‘vehículo de ensayo hipersónico’ para que planee y maniobre hacia una destinación programada, la que podría ser actualizada o modificada por control remoto durante el vuelo.” [14]
El mes pasado Defense News publicó un artículo con el título “EE.UU. apunta a armas de precisión para las guerras del Siglo XXI,” que incluía este pasaje:
“Para contrarrestar… defensas aéreas, el Pentágono quiere construir una multitud de armas de precisión que pueden alcanzar cualquier objetivo desde miles de kilómetros. Conocidas como una familia de sistemas, esas armas podrían incluir todo lo que la Fuerza Aérea escoja como su próximo bombardero, un nuevo conjunto de misiles crucero e incluso, algún día, armas hipersónicas, desarrolladas bajo el programa de Ataque Global Inmediato del Pentágono, lo que otorgaría la velocidad y el alcance de un misil balístico intercontinental a una ojiva convencional.” [15]
Un reciente informe del Washington Post sobre PGS citó la advertencia del ministro de exteriores ruso Sergei Lavrov de que “será difícil que los Estados del mundo acepten una situación en la cual desaparezcan las armas nucleares, pero que emerjan armas que no son menos desestabilizadoras en manos de ciertos miembros de la comunidad internacional.” [16]
La misma fuente agregó: “el gobierno de Obama… ve los misiles como un eslabón en una gama de armas defensivas y ofensivas que podrían terminar por reemplazar las armas nucleares,” y citó a Cartwright, del Pentágono, que afirmó: “La disuasión ya no puede basarse sólo en armas nucleares. Tiene que ser más amplia.” [17]
El día siguiente, el Independent británico publicó un artículo cuyas siguientes citas deberían desengañar a cualquiera que albergara esperanzas de que el mundo post-nuclear de Washington sea algo más seguro:
Refiriéndose a misiles balísticos intercontinentales PGS con (por lo menos en teoría) ojivas convencionales, el periódico advirtió que:
“Una vez que hayan sido lanzados, podría ser difícil distinguir sus cargas convencionales de las nucleares. Esto, a su vez, podría gatillar accidentalmente una represalia nuclear por parte de Rusia u otra potencia con armas similares.
“Otro peligro es que si el tema ya no son las armas nucleares, haya una tentación mayor para que los comandantes militares estadounidenses tomen más a la ligera la orden de realizar ataques. Y a menos que se pueda confiar enteramente en informaciones de inteligencia, las probabilidades de que sean atacados objetivos equivocados son elevadas.” [18]
Responsables estadounidenses han discutido la perspectiva de lanzar semejantes misiles a una altura inferior que la utilizada por ICBM nucleares, pero se necesitaría un grado casi ilimitado de confianza –o de credulidad– por parte de responsables militares rusos o chinos para que confíen en la garantía de que los ICBM dirigidos hacia o cerca de su territorio no portaran realmente armas nucleares, sea cual sea la distancia de la superficie de la Tierra a la que volaran.
En 2007, un año después que el Pentágono anunciara por primera vez sus planes de Ataque Global inmediato, un analista ruso escribió que “a los estadounidenses no les preocupa especialmente su arsenal nuclear” y que “han estado calculando exhaustivamente las verdaderas amenazas a su seguridad a fin de estar listos para ir a la guerra, si fuera necesario en serio, y agrega que “El Siglo XX vio dos guerras mundiales y una tercera surge amenazadoramente.”
“A pesar de la amenaza obvia para la civilización, EE.UU. podría adquirir pronto armas orbitales bajo el plan para Ataque Global Inmediato. Éstas le darán la capacidad para realizar un ataque convencional virtualmente en cualquier sitio del mundo dentro de una hora.” [19]
Elaine Grossman escribió el año pasado:
“Una vez que sea construido, se espera que el Misil de Ataque Convencional combine cohetes impulsores con un ‘vehículo de entrega de carga’ de vuelo rápido capaz de llevar un proyectil de energía cinética contra un objetivo. Al llegar a su punto final, el proyectil se dividiría en docenas de fragmentos letales potencialmente capaces contra seres humanos, vehículos y estructuras, según funcionarios de la defensa…” [20]
Un escenario horripilante comparable de los efectos de un ataque de PGS, éste de la versión basada en el mar, apareció hace tres años en Popular Mechanics:
“En el Pacífico, emerge un submarino nuclear de la clase Ohio, listo para la orden de lanzamiento del presidente. Cuando llega la orden, el submarino dispara hacia el cielo un misil Trident II de 65 toneladas. Dentro de 2 minutos, el misil vuela a más de 22.000 kilómetros por hora. Por sobre los océanos y fuera de la atmósfera acelera durante miles de kilómetros.
“En la cúspide de su parábola, en el espacio, las cuatro ojivas del Trident se separan y comienzan su descenso hacia el planeta.
“Volando a 21.000 km/h, las ojivas van repletas de barras de tungsteno con el doble de la resistencia del acero.
“Sobre el objetivo, las ojivas detonan, haciendo llover sobre el área miles de barras – cada una con 12 veces la fuerza destructora de un bala de calibre .50. Todo lo que se encuentra dentro de 279 metros cuadrados de esa vertiginosa tormenta metálica es aniquilado.” [21]
El 7 de abril de este año, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas rusas, general Leonid Ivashov escribió una columna llamada “La sorpresa nuclear de Obama.”
Con referencia al discurso del presidente de EE.UU. en Praga hace un año –“La existencia de miles de armas nucleares es el legado más peligroso de la Guerra Fría”– y su firma del acuerdo START II en la misma ciudad el 8 de abril, el autor dijo:
“No se puede descubrir en la historia de EE.UU. durante el siglo pasado un solo ejemplo de servicio sacrificatorio de las elites estadounidenses para la humanidad o para los pueblos de otros países. ¿Sería realista esperar que la llegada de un presidente afro-estadounidense a la Casa Blanca cambie la filosofía política del país, orientada tradicionalmente a lograr la dominación global? Los que creen que algo semejante sea posible deberían tratar de comprender por qué EE.UU. –el país con un presupuesto militar mayor que los de todos los demás países del mundo en su conjunto– sigue gastando enormes sumas de dinero en preparativos para la guerra.” [22]

En una referencia específica al PGS, detalló que “El concepto de Ataque Global Inmediato prevé un ataque concentrado utilizando varios miles de armas convencionales de precisión en 2 a 4 horas que destruiría las infraestructuras críticas del país objetivo y así lo obligaría a capitular.”
“El concepto del Ataque Global Inmediato tiene el propósito de asegurar el monopolio de EE.UU. en el campo militar y ampliar la brecha entre ese país y el resto del mundo. En combinación con el despliegue de defensa de misiles que supuestamente debería mantener a EE.UU. inmune contra ataques de represalias de Rusia y China, la iniciativa de Ataque Global Inmediato va a convertir a Washington en un dictador global de la era moderna.
“Esencialmente, la nueva doctrina nuclear de EE.UU. es un elemento de la nueva estrategia de seguridad de EE.UU. que sería descrita de modo más adecuado como la estrategia de impunidad total. EE.UU. aumenta su presupuesto militar, da rienda suelta a la OTAN como gendarme global, y planifica ejercicios en una situación real en Irán para probar la eficiencia en la práctica de la iniciativa de Ataque Global Inmediato. Al mismo tiempo, Washington habla de un mundo totalmente libre de armas nucleares.” [23]
aporrea.org

2 comentarios:

JULIO dijo...

Sin duda alguna los EE.UU recurren a este tipo de estrategias para asegurarse los recursos naturales y el dominio socio-politico del planeta,es esclofriante ver lo que estan planeando a futuro.
El famoso "estilo de vida Americano"esta manchado de sangre.

JOSE dijo...

Yo sólo quiero hacer una pregunta al respecto¿ en que se diferencia el estilo de vida americano de la Europa de Hitler, la Urss de Stalin, el imperio de la Reina Victoria? ¿ Pueden ser tan estúpidos para que nos creamos que lo hacen por el bien del mundo? si es así¿el mundo de quien? ¿de las grandes multinacionales, de los políticos elegidos por el pueblo y a sueldo de ellas?. Simplemente es así: los políticos son victimas de sus promesas electorales, pero a sus socios de campaña, no a sus votantes, y el complejo militar-industrial de USA es el motor de la economía.

Salu2