por Manlio Dinucci* Hace una década que Estados Unidos viene tratando de convencer a sus aliados de que renuncien a sus propias industrias aeronáuticas militares y compren el F-35 (JSF). Los que se dejaron convencer están sufriendo una dura decepción. A pesar de que los ensayos en vuelo comenzaron a mediados del año 2008, el avión que supuestamente hace de todo todavía no existe. Y habrá que pagar y pagar todavía más investigaciones, sin que aparezca una solución o al menos un plan B. La contraloría estadounidense acaba de tocar la alarma.
El costo del cazabombardero F-35 Lightning II (JSF) ha dado un salto, de 50 a 113 millones de dólares la unidad. Así lo anuncia Il Sole 24 Ore (edición del 18 de marzo). No se trata de una primicia informativa. Ya hace un año que yo mismo escribí en Il manifesto (edición del 15 de abril de 2009) que «el caza costará más de lo previsto». Prueba de ello es que ya en aquel momento el gobierno italiano había decido dedicar 12 900 millones de euros a la compra de 131 de esos aparatos. La Contraloría estadounidense (GAO, siglas en inglés) está confirmando ahora que el costo de este avión sobrepasará el doble de la cifra prevista inicialmente y que, ante el retraso de 2 años y medio en relación con los plazos previstos, el Pentágono está solicitando a Lockheed-Martin una modificación del contrato y su transformación en un precio fijo. El Congreso tendrá que aprobar de nuevo el programa –que ya se ha convertido en el más costoso de la historia militar estadounidense (323 000 millones de dólares por 2 457 aviones)– «aunque nadie espera un redimensionamiento» [Cf. Informe disponible para su descarga a través del vínculo que aparece al final de este artículo.]. Sin embargo, en el parlamento italiano no se ha dicho ni una palabra sobre al asunto gracias al hecho que la participación de Italia en el programa del F-35 tiene el apoyo de una línea bipartidista. El primer memorando de acuerdo fue firmado en el Pentágono, en 1998, por el gobierno de D’Alema; el segundo, en 2002, por el gobierno Berlusconi; el tercero, en 2007, por el gobierno de Prodi. Y en 2009, otro gobierno de Berlusconi delibera de nuevo sobre la compra de los 131 F-35, compra que en realidad ya había sido decidida en 2006, por el gobierno de Prodi. Italia participa en el programa del F-35 como socio de segunda línea, contribuyendo en el desarrollo y la construcción del aparato.
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