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viernes, 30 de abril de 2010

Si la OTAN no es amigo, ni enemigo, entonces ¿qué es?

La OTAN siempre ha sido un instrumento de la política militar de Washington a pesar de tener una fachada internacional de defensa. La comandancia de ésta siempre ha estado a cargo del ejército de los EEUU. A pesar de haber terminado la Guerra Fría la OTAN continúa su expansión militarista y belicista.Por estos días, la fábrica constructora de buques Almaz, de la ciudad de San Petersburgo, ha entregado a los griegos, el tercer barco Zubr del proyecto 1232,2 (conocido por su clasificación occidental como Pomornik), una verdadera joya de ingeniería naval, entre cuyas características está la de estar montado sobre un colchón de aire. A partir de ello, Grecia, dispone de un mayor número de estos buques, incluso de la Marina de Guerra Rusa. Cuando decíamos que se trataba de una joya, no exagerábamos, ya que dicho crucero puede transportar tanques, vehículos blindados, aproximadamente 150 efectivos de desembarque, puede combatir al enemigo, atrincherado en una orilla, gracias al sistema antifuego Grad (Granizo), así como rechazar el ataque de la aviación, por medio de sistema de cohetería Streletz (Arquero) o la instalación artillera AK-630, llamada por los marines «la corta-hierro», por sus insuperables cualidades. Y lo más importante: ella vuela sobre el agua, rodeada de una nube de polvo acuático, imposible de ser captada por los radares, a una velocidad casi imposible para el mar - 63 nudos (cerca de 120 Km. hora). Si me he acordado de este buque, no es para caer en la misma letanía de siempre: «¡mira, qué maravilla de técnica militar estamos vendiendo al extranjero y nosotros nos quedamos sin nada!»
Sencillamente sentimos un sincero regocijo por los griegos. Ellos tienen buen gusto al escoger para su ejército y armada lo mejor que mente humana haya creado para garantizar la defensa de su país. El barco de transporte militar {Zubr} conocido por su clasificación occidental como {Pomornik} y de fabricación rusa, recientemente adquirido por la marina griega. Y de ese modo, todo el sistema antiaéreo y antimisiles de Grecia, puesto de avanzada de la OTAN en el Mediterráneo, queda conformado sobre la base de técnica rusa. Desde los sistemas de radio cercano de acción PZRK Igla (Aguja), medio - ZRK Osá 10M (Avispa) y Top-M1, hasta los complejos coheteriles S-300PMU1. Por si a alguien se le ha olvidado, les recordamos que los chipriotas querían comprarnos el S-300PMU1, pero Turquía, apoyada por los Estados Unidos, y usando como pretexto que los cohetes antiaéreos constituirían una amenaza para su seguridad, se negaron categóricamente a que se concretara este acuerdo. Hubo un gran escándalo y los griegos, a los cuales el Pentágono les había endilgado su sistema DAC Patriot RAS-3, tuvieron que salvar la situación de sus vecinos y comprar este sistema para sí, rechazando al «patriota». Si les cuento esto es para recalcar la variedad de matices del tema que a continuación trataremos: las complicadas relaciones entre Rusia y la OTAN, así como entre Moscú y algunas capitales europeas aisladas, de países que entran en la alianza del Atlántico Norte. Al escuchar a algunos políticos, tanto de nuestro lado, como del otro, da la impresión que nuestras relaciones con Bruselas, como mínimo, son las de dos amigos íntimos o, al menos, clasifican en las de confiables socios. ¿Alguna duda? Trabajamos en el Consejo Rusia-OTAN, luchamos juntos contra el terrorismo, llevamos a cabo consultas mutuas sobre cuestiones que nos interesan, incluso, hemos llegado a hacer maniobras conjuntas en tierra y mar, además de crear 20 grupos especializados, que trabajan sobre proyectos comunes, inclusive, sobre cuestiones de cooperación técnico-militar...
Pero basta que la conversación se desvíe hacia los resultados concretos, para que nos demos cuenta que hay muy poco para mostrarle a la opinión pública; fuera de protocolos e intenciones, nada. Tomemos como ejemplo el grupo creado para la concepción del sistema de Defensa Anticoheteril en el Teatro de Operaciones Militares (DAC TOM), es decir, en el continente europeo. Uno puede hasta perder la cuenta de la cantidad de reuniones conjuntas de dicho grupo, de la cantidad de palabras amables, dichas en una y otra direcciones. ¿Y al fin y al cabo, qué? Nada. Los miembros de esta comisión no están en condiciones de presentar ningún proyecto real. ¿Que por qué? Porque no hay forma de llegar a un acuerdo de cómo proteger la propiedad intelectual en cuanto a tal o más cual invento o la idea constructiva del sistema, que servirá de base para la DAC TOM. Tampoco se puede llegar al consenso sobre cuáles serán los complejos antiaéreos y antimisiles que servirán de base para el citado sistema, pues como se ha dicho, en más de una ocasión, los modelos rusos S-300PMU o TOR-M1, no le convienen a la OTAN, debido a su incompatibilidad con sistemas análogos de la Alianza del Atlántico Norte. Cuando se formula la muy racional pregunta de cómo es posible que el sistema de defensa antiaéreo y antimisiles griego sea compatible, siendo parte del sistema general de la OTAN, se recibe una respuesta inocente: una gaviota no hace un verano. Aunque la realidad es que en los países de la Alianza, hay suficientes firmas, que no están dispuestas a ceder terreno de su mercado de armamentos a la competencia. Un cuadro semejante puede apreciarse cuando el asunto son las maniobras conjuntas. ¿Alguien se dio cuenta que durante el año pasado sólo se celebraron maniobras bilaterales? Maniobras ítalo-rusas, franco-rusas, ruso-norteamericanas... La única maniobra multilateral, «Combate Activo», en la cual participaron dos buques de la Flota del Mar Negro (que debían interceptar en el Mediterráneo barcos con ilegales, terroristas y con cargas ilegales de armas), se acabó para nosotros, apenas comenzó. Un avión ruso preparándose para una maniobra militar. Resultó que de acuerdo con el Artículo 5º, del Acuerdo de Washington, los países no pertenecientes a la Alianza, no pueden participar en acciones combativas de la OTAN. Y además, que fue imposible solucionar los problemas financieros: ¿a quién le tocaba pagar por la relativamente larga presencia de los barcos rusos en otras latitudes? Llega hasta el ridículo el problema del tránsito. Rusia abrió su cielo para los aviones franceses y alemanes, que transportaban tropas y técnica militar a las bases de la OTAN en Asia Central y Afganistán. Sin embargo, Letonia y Lituania, no permiten el sobrevuelo de los aviones rusos con soldados y técnica, con destino a la provincia rusa de Kaliningrad [1]. La justificación que esgrimen es que son miembros de la OTAN y sin el permiso de Bruselas, tales sobrevuelos no son posibles (¡¿?!) Pero todo eso no pasa de pequeñeces, si lo comparamos con el hecho de que uno de los miembros de la OTAN, los Estados Unidos, se dispone a ubicar en territorio polaco, los pozos de lanzamiento de su propio sistema antiaéreo, así como construyen estaciones de ese mismo sistema en Noruega, Gran Bretaña y otros estados, que tienen fronteras con Rusia. Acercando, cada vez más, sus bases militares a éstas. En algunos casos la justificación es la defensa de los cohetes iraníes... en otras, el acercamiento de dichas bases, a los focos de lucha contra el terrorismo. El absurdo de tales declaraciones no parece avergonzar a nadie, ni en Washington, ni en Bruselas. Y cuando preguntamos a un alto funcionario de la OTAN, ¿de qué forma, tales acciones, se conjugan con las palabras «nuevas relaciones de cooperación con Rusia», «unidad de nuestras tareas y objetivos en la lucha con las amenazas del siglo XXI?» Y estos responden que la política de la Alianza no es esa, lo cual no impide que naciones miembros soberanas, ejerzan su derecho legítimo de tomar cualesquiera decisiones de carácter bilateral, nos entra un desasosiego y nos preguntamos ¡¿por quién nos toman?! Claro que podemos estar de acuerdo con algunos líderes del Ministerio de Defensa, que restan importancia a tales acciones de la OTAN y de miembros aislados de la Alianza, ya que según su opinión, no constituyen una amenaza para Rusia. Lo cierto es que a ellos se le olvida agregar el «por ahora» y se torna realmente imposible no reparar en tan sumamente desagradable tendencia, así como no hablar de ella abiertamente, sin tapujos. Cosa que no se hace por parte de los líderes del país, ya sea por consideraciones de corrección política u otras no muy claras. Y no es difícil comprender por qué. Pero esto no significa que la cuestión deba revestirse con un velo de silencio y que se asuma por parte de los políticos, expertos y periodistas militares rusos, como algo correcto. Infelizmente, la doble moral o el doble rasero, se afianzan, por lo cual se torna imperioso hablar claro a nuestros... no sé ni cómo llamarlos, «socios», «interlocutores», «amigos-enemigos» o «cómplices» del Consejo Rusia-OTAN, sobre la obvia preocupación de la opinión pública rusa, en cuanto a las evidentes y sospechosas acciones hostiles de algunos miembros de la Alianza. Hay que corregir la situación, ya que se juzga por los hechos y no por las palabras.
Viktor Litovkine

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