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domingo, 14 de noviembre de 2010

La nueva táctica americana



Ante la retirada inminente de las fuerzas holandesas de la provincia de Uruzgán en el sur de Afganistán, las tropas estadounidenses son las que han tomado las riendas en la zona, a pesar de que allí antes ya había destacadas fuerzas australianas. Y además, no pocas: más de un millar de efectivos.

El teniente coronel norteamericano Douglas Sims no sabe precisar por qué razón los estadounidenses y no los australianos han asumido el control de la provincia: "En número de tropas de combate, tenemos la misma cantidad de militares", se justifica, aunque en cifras totales los australianos son más. "Creo que fue una decisión política del Gobierno de Australia", añade. O sea, que los australianos no querían hacerse cargo de la patata caliente que los holandeses dejaban atrás. Así lo corrobora la responsable australiana de relaciones públicas, la capitana Margarette Nichols, sin ganas de ahondar en el asunto.

El portavoz de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán (ISAF), el general de brigada alemán Josef Blotz, aseguró en junio que Uruzgán no se convertiría en un "agujero negro en el mapa de Afganistán" cuando los holandeses se marcharan. Y así ha sido. De hecho, ahora allí hay un auténtico batiburrillo de fuerzas internacionales. La base de Tarin Kot, en la capital provincial, es un buen ejemplo de ello:se pueden ver militares con uniformes de toda clase y colores.

Aparte de las fuerzas norteamericanas que se encargan de entrenar a la policía afgana y las australianas que hacen lo mismo con el Ejército, hay militares de Eslovaquia, Nueva Zelanda y Singapur. Además de los holandeses que continúan empacando sus pertenencias, y las fuerzas especiales estadounidenses que siempre han estado en Uruzgán, desde el inicio de la invasión, haciendo su propia guerra. Se alojan en bases separadas pero anexas a las holandesas y en teoría van de incógnito aunque se les reconoce a tres leguas: son hombretones musculosos, que visten de paisano y lucen barbas pobladas, en plan afgano.

El teniente coronel Sims asegura que están encantados de la vida de haber asumido la responsabilidad de Uruzgán. Las tropas estadounidenses que se han desplegado allí pertenecen al primer escuadrón del segundo regimiento Strkyer Cavalry, con sede en Alemania. Antes habían estado en Irak.

Los soldados rasos, sin embargo, lo ven de otra manera. "Esto es peor que Irak", aseguran muchos sin ningún tipo de entusiasmo por Afganistán. Demasiado polvo y nada a kilómetros a la redonda. Los Strykers, los blindados con los que se desplazan –con una cierta apariencia de tanque y capacidad para doce personas- se mueven con dificultades por los caminos estrechos de la provincia. Van chocando constantemente con las ramas de los árboles y los bajos pegan a menudo con el suelo. Y ya ni hablar de las ruedas. Uno de los mecánicos de la unidad, el sargento David Autrey, asegura que no dan para neumáticos. Los tienen que cambiar cada tres meses a causa de las abruptas condiciones del terreno.

El teniente coronel Sims reparte libretas y bolígrafos entre los niños cada vez que sale de patrulla por Uruzgán, a pesar de que en la provincia pocos saben leer y escribir, y menos aún las criaturas. El oficial norteamericano dice que ahora lo que toca es poner en práctica la denominada táctica del "banco del amor". Es decir, explica, ganarse poco a poco la estima de la población afgana –con libretas o con lo que se tercie- como si se tratara de acumular ahorros, pero a sabiendas de que un día tal vez habrá que romper la hucha, tirando abajo la puerta de sus casas en busca de talibán. Es decir, ahora ya no se trata de ganarse la mente y los corazones de la población afgana, sino de ganar la guerra como sea.

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