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lunes, 19 de marzo de 2012

Poder militar en Egipto está impotente frente a inestabilidad en el Sinaí


 
El cerco impuesto por beduinos a una base militar de la Fuerza Multinacional de Paz y Observadores (MFO, por sus siglas en inglés) en la península del Sinaí subraya la impotencia del poder militar egipcio para afirmar su autoridad en esta región acechada por la inestabilidad.

El cerco a la base de la MFO que permaneció sitiada ocho días, fue levantado el viernes por los beduinos que aceptaron dejar el lugar tras el compromiso del ejército egipcio de estudiar sus demandas.

Varias decenas de beduinos armados, que habían levantado barricadas alrededor de esta base situada a unos quince kilómetros del enclave palestino de Gaza impidiendo entrar o salir del lugar a los soldados de la fuerza multinacional y amenazando con atacarla, reclamaban la liberación de miembros de sus tribus, algunos de los cuales están acusados de terrorismo.

La MFO, compuesta por militares de 12 países, entre ellos de Colombia, Uruguay o Estados Unidos, tiene por misión velar por la aplicación del acuerdo de paz entre Egipto e Israel de 1979.

Este incidente es el último en fecha de una serie de acontecimientos violentos que pusieron en aprietos al poder militar de El Cairo, incapaz de defender un gasoducto que suministra a Israel, saboteado 13 veces este año.

También hubo ataques dirigidos contra la policía así como a turistas y operarios extranjeros que fueron brevemente secuestrados.

El Sinaí, en donde están concentrados los balnearios más lucrativos de Egipto, está poblado en gran parte por beduinos que fueron por mucho tiempo marginalizados por el último régimen y que tomaron las armas en ocasión de la revuelta que terminó con el gobierno de casi treinta años de Hosni Mubarak en febrero de 2011.

El ejército que tomó el poder tras la caída de Mubarak, tiene dificultad para controlar a los grupos radicales en esta región desértica y montañosa del este del país, en donde la población beduina está fuertemente armada y las Fuerzas Armadas muy poco presentes debido a la desmilitarización del sector prevista por los acuerdos de Camp David.

La península constituye además una plataforma de tránsito para el tráfico de droga, la trata humana y la inmigración clandestina hacia Israel, así como para el contrabando de armas hacia el enclave palestino de Gaza. También es utilizada como base para cometer atentados en Israel.

El poder militar intentó suprimir la independencia de la que gozan los beduinos en 2011 y ahora intenta la negociación con esta parte de la población local y los islamistas radicales.

Durante décadas la solución militar en esta región no sólo fracasó sino que envenenó además el problema. Entre 2004 y 2006 decenas de turistas murieron en atentados y las fuerzas de Mubarak detuvieron a miles de beduinos.

"Las raíces de las quejas en el Sinaí son muy lejanas, y la autoridad del gobierno siempre fue débil", afirma Michael Wahid Hanna, un experto egipcio del centro de estudios estadounidense The Century Foundation.

"Hay cierto grado de discriminación, una relación de adversidad con los beduinos del Sinaí. Ante este disfuncionamiento en la relación, las autoridades optaron por un enfoque anclado en la seguridad para tratar con los beduinos", dice.

Egipto cuenta con el turismo en esta península para obtener ingresos. Pero los beduinos, que constituyen menos de la mitad de los 500.000 habitantes de la región, sacan poco provecho de ello. Muchos son pobres y analfabetos.

Las autoridades "dicen que el Sinaí es egipcio, pero no pienso que verdaderamente lo crean así", afirma el militante beduino de derechos humanos Yahya Abu Nasira, encarcelado durante 30 meses bajo el régimen de Mubarak. "Siguen dudando sobre nuestra lealtad", añade.

Para Mohamed Fadel Shosha, ex gobernador de la región, el desarrollo de la provincia es crucial para que cesen la violencia.

Pero las infraestructuras y el desarrollo agrícola son difíciles y "costosos" en esta región, dijo, subrayando la necesidad de construir nuevos canales para irrigar y la construcción de instalaciones para transportar agua a las zona montañosas. Según él estas obras represantan 400 millones de dólares.

A pesar de la promesa de las autoridades militares de desarrollar la región "nada pasó desde la revolución. La situación se deterioró incluso. El Sinaí es un buque sin capitán", lamentó Nasira.

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