Los cohetes Naro-1 (Corea del Sur) y Unha-3 (Corea del Norte).
Corea del Norte y Corea del Sur se han convertido en potencias espaciales en un periodo de menos de dos meses. En un mundo donde cada vez más países tienen acceso al espacio, este hecho no llamaría especialmente la atención si no fuera porque las dos naciones hermanas se han enzarzado en una curiosa carrera espacial que parece una versión a pequeña escala de la que enfrentó a los Estados Unidos y la Unión Soviética hace más de medio siglo.
El paralelismo es evidente. En la carrera espacial original entre los EEUU y la URSS ambas potencias crearon programas espaciales a partir de las tecnologías desarrolladas por los nazis en su famoso misil V-2 (A-4). En el caso soviético, tras usar inicialmente los A-4 capturados como botín de guerra y contar con la ayuda de ingenieros alemanes, pronto pasaron a crear su propio programa de misiles balísticos bajo la dirección de Seguéi Koroliov. Al R-1, una copia de la V-2, le seguirían los misiles R-2, R-5 y R-7 (además del cancelado R-3). En los EEUU hicieron lo propio, pero sería el mismísimo creador de las V-2, Wernher von Braun, quien ayudaría al ejército norteamericano a construir los misiles Redstone y Jupiter-C a través de la agencia ABMA del general Medaris.
Ahora analicemos el caso de las dos Coreas. Si la URSS y los EEUU usaron la tecnología alemana para alcanzar el espacio, Corea del Norte y Corea del Sur han creado lanzadores espaciales basados en la tecnología soviética/rusa. En el caso norcoreano, el cohete Unha-3 está lejanamente emparentado con el misil Rodong-1, una versión del famoso Scud soviético (en realidad, los misiles R-11 y R-17). Por su parte, el cohete Naro-1 surcoreano es básicamente un cohete Angará 1 ruso con una pequeña segunda etapa fabricada en el país (la primera etapa está construida en Rusia por la empresa Khrúnichev).
La analogía es obvia. Corea del Norte jugaría el papel de la URSS, tras haber desarrollado un lanzador espacial propio basado en tecnología soviética, aunque de forma completamente autónoma. Corea del Sur -en el papel de los EEUU- habría decidido colaborar directamente con la fuente de la tecnología espacial que nos ocupa, en este caso Rusia. Pero hay más similitudes. Las intenciones espaciales de Corea del Sur han sido públicas en todo momento, mientras que el programa espacial de su vecino del norte se ha llevado a cabo entre el mayor de los secretos. Sin embargo, Corea del Norte se adelantó a la hora de poner un satélite en órbita, y eso a pesar de tener una tecnología y unos recursos claramente inferiores a los de su rival. Por su parte, Corea del Sur dispone de un lanzador más avanzado, pero aún así ha quedado en segundo lugar tras sufrir varios fracasos humillantes (el Unha también falló antes de lograr su objetivo).
Sí, ya sé que hay diferencias abismales entre las dos situaciones. Por ejemplo, el Naro-1 no es un misil balístico y no posee ninguna capacidad militar. Además, se cree que Corea del Norte ha desarrollado el Unha-3 con ayuda iraní (curiosamente, el lanzador Safir de este país también está basado en el Scud soviético). Por otro lado, tanto en la URSS como en los EEUU existían otros grupos encargados de desarrollar misiles balísticos además de los de Koroliov y von Braun (de hecho, el ingeniero alemán no jugó ningún papel relevante en la construcción del Atlas, el primer ICBM norteamericano y equivalente al R-7 de Koroliov).
El programa espacial surcoreano se remonta a 1999, cuando el país definió la estrategia para los próximos 15 años, estrategia que pasaba por la construcción de un lanzador nativo denominado (Korea Space Launch Vehicle). Por su parte, los sueños espaciales de Corea del Norte vienen de antes, y ya en 1998 Pyongyang afirmó -falsamente- que había puesto un satélite en órbita usando un misil Taepodong-1.
Pero, en cualquier caso, no me negarán que llama poderosamente la atención el que, al igual que hace más de medio siglo, la rivalidad política entre dos naciones sea el acicate más importante para alcanzar el espacio. Lo que lleva a que me pregunte, ¿existirá un misterioso Koroliov norcoreano?
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