Durante su visita a Praga para la firma del nuevo START, el presidente de EE. UU., Barack Obama, instará a los 11 líderes de Europa Central y del Este que estarán presentes en la ceremonia a que cambien su postura hacia Rusia.
"El presidente Obama tratará de infundir a los líderes regionales una nueva actitud hacia Rusia que relegue al pasado los temores anticuados de una Rusia que se esconde bajo la cama", según indicó a The New York Times un funcionario estadounidense que prefiere mantenerse en el anonimato.
No será fácil ya que muchos checos conservan el recuerdo de los tanques soviéticos en las calles de Praga en agosto de 1968, cuando el país intentó una liberalización política.
Según afirmó Petr Pospichal, ex embajador checoslovaco en Bulgaria que organizó reuniones de los disidentes rusos con los checos durante la Guerra Fría, "nunca he anticipado que las memorias del año 1968 durarían hasta ahora. El mundo ha cambiado y Rusia ya no es la superpotencia que era. Los checos no debemos creer que Rusia sea un agresor cada vez que defienda sus intereses nacionales".
La misma esperanza la tienen unos 150.000 rusos que viven en la República Checa, a los que no les agrada que algunos checos les traten con recelo por la invasión de 1968 y no recuerden la liberación del país de la ocupación nazi por parte de las tropas soviéticas en 1945.
RY
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