El doble discurso político no es una propiedad exclusiva de los presidentes que "hablan con la izquierda y ejecutan con la derecha" en el mundo subdesarrollado y dependiente. Un informe de The New York Times, uno de los más influyentes diarios del Imperio, revela que el Estado norteamericano, mientras predica el aislamiento y la destrucción económica de Irán, por otro lado premia y estimula con subsidios millonarios a sus trasnacionales que operan y hacen negocios con sectores claves de la economía iraní.
IAR Noticias/
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Según registros federales revelados por el diario New York Times, en la última década, el gobierno de EEUU otorgó más de US$ 107.000 millones en pagos por contratos, subsidios y otros beneficios a empresas multinacionales estadounidenses que desarrollan negocios en Irán, pese a los llamados de Washington al bloqueo económico de esa nación islámica.
Oficialmente, en la ONU y en los foros internacionales, EEUU viene desde hace años presionando a otros países para que se unan a sus esfuerzos por aplastar y aislar la economía iraní, como supuesto objetivo para frenar las ambiciones nucleares de Teherán.
No obstante, un análisis de registros federales, informes de empresas y otros documentos, realizado por The New York Times, muestra que las administraciones Bush y Obama enviaron "mensajes ambiguos" al mundo empresarial en lo que se refiere a hacer negocios en Irán, recompensando a empresas cuyos intereses chocan con los objetivos estadounidenses en materia de seguridad, dice el Times.
Los subsidios estatales a empresas estadounidenses que actúan en la república islámica, casi US$ 15.000 millones pagados a grupos que desafiaron la ley estadounidense sobre sanciones, realizaron grandes inversiones que ayudaron a Irán a desarrollar sus enormes reservas de petróleo y gas.
Según el Times, muchas de esas empresas están insertadas en los elementos más vitales de la economía de Irán.
En escenario -describe- más de dos tercios del dinero público fue a compañías que hacen negocios con el sector energético iraní -una enorme fuente de ingresos para Teherán y una fortaleza de la cada vez más poderosa Guardia Revolucionaria-, foco primordial de las sanciones propuestas por la administración Obama debido a que maneja el programa nuclear y de misiles iraní.
Otras empresas participan en la fabricación y la distribución automotriz, otro importante sector de la economía iraní que está vinculado a la Guardia Revolucionaria. Una abastecía de motores para barcos contenedores a IRISL, una naviera estatal que luego pasó a estar en la lista negra de EEUU por ocultar cargamentos militares.
Según detalla The New York Times, además de US$ 102.000 millones en pagos de contratos con el Estado estadounidense desde 2000 -para hacer de todo, desde construir viviendas militares hasta suministrar platino a la United States Mint (la casa de la moneda estadounidense)- las empresas que operan e Irán y sus subsidiarias cosecharon toda una serie de beneficios.
Entre otros, precisa el Times, casi US$ 4.500 millones en créditos y garantías de crédito del Export-Import Bank, un organismo nacional que financia la exportaciones de bienes y servicios estadounidenses, y más de US$ 500 millones en subsidios para trabajos que incluyen, entre otras cosas, la investigación sobre el cáncer y la transformación de subproductos agrícolas en combustible.
La administración de Washington puede prohibir a las empresas estadounidenses comerciar con Irán, bajo un embargo amplio que rige desde la década del 90. El Times señala que múltiples administraciones hicieron esfuerzos diplomáticos, políticos y prácticos por ejercer y mantener la autoridad estadounidense sobre el embargo económico.
En estos últimos meses, varias empresas decidieron retirarse de Irán, debido a la combinación de la presión de EEUU y otros gobiernos occidentales, las campañas de desinversión "sin terrorismo" de los accionistas y la dificultad de hacer negocios con Teherán.
A su vez varias empresas de petróleo y gas se resisten a hacer nuevas inversiones, mientras esperan ver de qué forma adoptan las nuevas sanciones.
Según el Times, de las 74 empresas que hacen negocios tanto con el gobierno de EEUU como con Irán, 49 continúan operando en la república islámica sin planes anunciados de irse.
Los registros revelados por el Times muestran que Shell es una de las siete empresas que desafiaron la Ley de Sanciones a Irán y recibieron beneficios federales.
John R. Bolton, que trató con Irán cuando era subsecretario de Estado y embajador estadounidense durante la Administración Bush, señaló que al no aplicar la ley castigando a esas empresas, EEUU envió a los iraníes "una señal de que no somos serios" y afectó la credibilidad de Washington cuando amenazó con actuar.
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