Más de 500 activistas navegan rumbo a Gaza cargados de miles de toneladas de ayuda humanitaria. La llamada flotilla de la libertad pretende atracar el próximo fin de semana en la ciudad de Gaza y burlar el bloqueo con el que Israel castiga desde hace tres años al Gobierno de Hamás y a los habitantes de la franja. A pesar de que el Gobierno israelí ha advertido que interceptará a los navíos e impedirá que lleguen a puerto, los activistas se mostraban decididos a seguir adelante con sus planes. Manuel Tapyal es uno de los dos activistas españoles embarcados en la flotilla. Trabaja para la Asociación Cultura, Paz y Solidaridad Haydée Santamaría y explicaba ayer a este diario desde el sur de Turquía que se animó a participar "porque entendemos que esta es una manera de defender los derechos humanos y de romper un bloqueo que es ilegal". Reconoce sin embargo que no cuentan con un plan B y que no tienen muy claro qué pasará cuando los barcos israelíes acudan a su encuentro. "Confiamos en que la diplomacia internacional funcione. Israel está ante una situación difícil porque si nos detiene a todos se encontraría ante un conflicto diplomático con decenas de países", sostuvo este activista que cuenta al detalle la evolución de los acontecimientos en un blog dedicado a esta travesía.La decena de barcos que compone la flotilla viajan rumbo a Chipre, desde donde tienen previsto partir mañana rumbo a Gaza. Mientras, Israel se preparaba para una operación que trae de cabeza al Ejército y al Gobierno. Las autoridades acondicionaban a marchas forzadas centros para desembarcar a los activistas en el puerto de Ashdod, al sur de Israel. Por su parte, el Gobierno ultimaba los esfuerzos para convencer a medios de comunicación y cancillerías de medio mundo de que permiten la entrada de suficientes víveres a Gaza y de la necesidad de poner fin a la travesía.En Gaza, los barcos están en boca de todos. Circulan por la franja todo tipo de hipótesis acerca de posibles batallas navales e incluso de desenlaces con final feliz. Piensan algunos en cómo se repartirán las sillas de ruedas eléctricas o el material de construcción si es que llegan. Otros, no consiguen ilusionarse. Les parece bien que los extranjeros vengan a Gaza, pero les parecería mucho mejor poder viajar ellos.
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