La onda viene de esquizofrenia generalizada: Queremos la paz, pero vamos a la guerra. Eso al menos es lo que indica la combinación del discurso de paz, con las amenazas mutuas y la compra y ensayo de armas con despliegues militares constantes en las zonas de mayor tensión. Estrategias convergentes: Israel quiere la paz, Irán quiere la paz, Siria quiere la paz, EEUU quiere la paz, los países del Golfo quieren la paz, pero todos se arman y preparan para la guerra. Mientras el Departamento de Estado y la Casa Blanca venden diplomacia con paz, el Pentágono y el complejo militar industrial venden armas con advertencias de "opción militar . Algo así como celebrar una misa dentro de un polvorín.
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La sumatoria interactiva de la rentabilidad comercial con las ocupaciones y despliegues militares en alta escala, marca a su vez el escenario de la"guerra permanente" como una lógica de supervivencia irrenunciable del sistema capitalista a escala global.
Y en este escenario, la "paz" no es sino la continuación de la guerra por otras vías que se extiende a través de la "carrera armamentista" que los países desarrollan como una estrategia disuasiva frente a potenciales enemigos.
Medio Oriente no es la excepción a la materia.
Las periódicas y cíclicas "conversaciones de paz" conviven con los despliegues y ejercicios militares, con las amenazas de ataque o defensa, o con la escalada armamentista que convierte a la región en un polvorín siempre punto de estallar.
Pero las posiciones irreconciliables desmontan sistemáticamente la farsa de las "conversaciones de paz" puestas periódicamente en escena por la alianza sionista EEUU-UE-Israel, con Hamás excluido de la mesa.
Las bases irresueltas del conflicto que junta en un solo frente a Irán, Siria, Hamás y Hezbolá contra el eje USA-Israel, la imposibilidad estratégica de llegar a un acuerdo sin que una parte suprima a la otra, hace técnicamente imposible alcanzar la "paz". Y el tablero regional sigue acumulando tensiones y nuevos fracasos.
Y con el peligro del desenlace militar cada vez más nítido en el horizonte se multiplica la escalada armamentista, las pruebas de armas y los despliegues y ejercicios militares .
En el terreno táctico (y mientras se retrasa el desenlace militar con las negociaciones en el frente diplomático) los países implicados en el conflicto de Medio Oriente se preparan para una meta esencial: Potenciar su defensa y cubrir todos los flancos débiles frente a operaciones de ataque y contraataque aéreo con misiles que podrían involucrar a otros tres frentes simultáneos: Siria, Líbano y Gaza.
La Casa Blanca de Obama combina amenazas de un "ataque militar devastador" como respuesta al desafío iraní (Bush lo llevó, incluso, al terreno nuclear) con apelaciones permanentes a su vocación de solucionar el conflicto por medio de la "opción diplomática".
Por su lado Israel combina alternativamente sus ataques y bombardeos diarios a Gaza, las amenazas constantes de sus funcionarios y militares y sus incursiones sistemáticas en el espacio aéreo de Libano y Siria, con llamados permanentes anegociaciones de "paz" en Medio Oriente.
Irán y Siria, también combinan periódicos llamados a una "mesa de negociación" con amenazas a Israel, e incesantes ejercicios militares con nuevos ensayos de armas y misiles de última generación.
A su vez, una poderosa flota internacional con poder nuclear está desplegada en el Golfo Pérsico frente a las costas de Teherán con la misión de dar cobertura a un eventual ataque militar a la infraestructura y usinas iraníes.
Similar característica, desarrollan los países aliados del eje USA-Israel en Medio Oriente y en el Golfo Pérsico a los que Washington confesamente intenta convertir (por medio de la venta de armas y el entrenamiento) en un escudo contra potenciales acciones militares de Irán.
La escalada armamentista
Simultáneamente, un nuevo escenario para un contraataque iraní frente a un ataque USA-israelí se plantea a partir del ingreso en escena de los cinco sistemas de misiles S-300 que Irán compró a Rusia y cuya entrega permanece en el misterio.
No obstante las últimas sanciones y embargos de la ONU, Moscú mantiene como una carta de triunfo en suspenso la decisión de entregarle esas armas estratégicas al régimen de Teherán.
El carácter estratégico (en un escenario de ataque sionista a Irán) que revestiría dicho sistema de defensa en manos iraníes, genera presiones constantes a Moscú por parte de EEUU, Israel y la Unión Europea para evitar que los misiles S-300 neutralicen el accionar de los cazas y bombarderos sionistas en un hipotético raid contra las usinas nucleares y las instalaciones militares de Irán.
La presión diplomática de la administración de Obama o la reunión secreta de Netanyahu con el presidente Medvédev forman parte de ese objetivo, que -según coinciden especialistas en Washington y Tel Aviv- no han conseguido ningún resultado positivo para el eje sionista.
El sistema S-300 es capaz de efectuar el seguimiento simultáneo de 6 blancos y disparar contra ellos hasta 12 misiles a la vez.
Según el profesor Gueorgui Mirski, del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales, el suministro del sistema antiaéreo S 300 haría invulnerable a Irán frente a ataques de Israel.
Los ensayos de guerra
A fines del año pasado, en un lapso de tres semanas de diferencia, Irán y el eje EEUU-Israel lanzaron lo que ellos mismos denominaron su "más grande juego de guerra" preparatorio de defensa y contraataque en prevención de una posible resolución militar del conflicto nuclear que por ahora se dirime (y sigue fracasando) en el plano diplomático, en la ONU.
En la última semana de octubre de 2009, Israel y EEUU iniciaron maniobras militares conjuntas en alta escala de sus fuerzas aéreas.
El simulacro duró cinco días, puso a prueba el sistema Arrow (Jetz) para la interceptación de misiles, el THAAD (un sistema de defensa aérea a gran altitud), una fragata con el sistema de defensa AEGIS, así como los sistemas antiaéreos Patriot y Hawk, según la información oficial.
Durante las maniobras se simularon ataques con misiles de largo alcance provenientes de Irán, Libano y Gaza, y posiblemente Siria) al Estado judío, y la realización de una prueba de interceptación "en vivo" de uno de esos artefactos, su detección y neutralización en vuelo, mediante radares y escudos defensivos.
"El objetivo de Juniper Cobra 10 es practicar la eliminación de misiles lanzados desde larga distancia", reveló la prensa israelí citando fuentes del ministerio de Defensa. Y añadió: "La capacidad que van a exhibir los radares estadounidenses nunca antes ha sido vista en Israel".
Simultáneamente, el Ejército iraní iniciaba un simulacro de defensa aérea contra un hipotético ataque a sus instalaciones nucleares en unas maniobras que se desarrollarán durante cinco días en diversos puntos del país y que, según el Ejército iraní, es "el juego de guerra más grande de la historia de la República Islámica".
Los medios oficiales iraníes señalaron que durante los ejercicios se ensayó el lanzamiento de misiles de medio y largo alcance, capaces de alcanzar Israel y las bases de EEUU en Irak y el Golfo Pérsico como ya ha sucedido en maniobras previas.
El gran ejercicio de guerra iraní a otros varios ensayos de guerra en el pasado, incluyendo el lanzamiento de misiles de largo alcance Shahab-3, que tienen un rango de 2.000 kilómetros, lo que dejaría a Israel o a bases estadounidenses vulnerables a un posible ataque o contraataque.
En Resumen: El desenlace militar de la guerra (latente) EEUU-Israel-Irán en Medio Oriente no está determinado por ningún calendario oficial sino por razones que tienen que ver con los intereses estratégicos que juegan en el conflicto.
El desarrollo del poder económico-nuclear-militar de Irán es directamente proporcional a una amenaza a la existencia del Estado de Israel y a la supervivencia de los intereses geopolíticos, económicos y militares del eje sionista EEUU-Israel-UE en la región de Medio Oriente y en todo el planeta.
La guerra y la paz
En resumen, el conflicto de Medio Oriente, que combina el lenguaje de paz con el lenguaje militar, no escapa a las generales de la ley de ladinámica de las guerras organizadas para hacer negocios.
La expansión geométrica de las ganancias de los pulpos armamentistas del Complejo Industrial Militar estadounidense que le venden armas a Israel, o a los aliados árabes regionales, o de los cosorcios rusos que les venden armas a Siria y a Irán, es la prueba más irrefutable de la relación simbiótica de supervivenciaestablecida entre el sistema capitalista y los conflictos armados y las ocupaciones militares.
Y la combinación del discurso de paz, con las amenazas mutuas y la compra y ensayo de armas con despliegues militares constantes en las zonas de mayor tensión, generan una onda de esquizofrenia generalizada: Queremos la paz, pero vamos a la guerra.
Estrategias convergentes: Israel quiere la paz, Irán quiere la paz, Siria quiere la paz, EEUU quiere la paz, los países del Golfo quieren la paz, pero todos se arman y preparan para la guerra.
Mientras el Departamento de Estado y la Casa Blanca venden diplomacia con paz, el Pentágono y el complejo militar industrialvenden armas con advertencias de "opción militar.
Algo así como celebrar una misa dentro de un polvorín.
Un polvorín que, entre otras razones estratégicas centrales, va aestallar porque el Pentágono, las armamentistas y los complejos militares industriales que alimentan el conflicto de Medio Oriente, necesitan que estalle.
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