El Pentágono desmintió en un comunicado oficial los datos publicados este sábado en la página web de Wikileaks acerca de los abusos por parte de los efectivos estadounidenses hacia la población iraquí y el número de víctimas fatales entre los civiles.
Según el portavoz del Pentágono, el coronel David Lapan, el Departamento de Defensa de EE. UU. no se dedicaba a registrar a los civiles fallecidos: todos los datos de este tipo siempre han sido suministrados por organizaciones independientes, pero cada fuente daba su cifra y los resultados variaban mucho entre sí. Lapan acentuó que hoy en día, al transcurrir tantos años, ya no se podrá averiguar las pérdidas reales.
Mientras tanto, los documentos acerca de la guerra en Irak han provocado una verdadera tormenta política también en el Gobierno británico.
Los 400.000 documentos filtrados dan detalles de supuestos asesinatos, torturas y malos tratos cometidos en el marco de la campaña estadounidense en Irak. Se habla del fallecimiento de 109.032 personas, 66.000 de ellas (más de un 60%) civiles. Según calculó el periódico británico The Daily Mail, los informes publicados presentan, como mínimo, dos casos de abusos de las tropas del Reino Unido contra la población civil iraquí.
La reacción de las autoridades británicas ante la información no ha sido unánime. El Ministerio de Defensa del país, presidido por el conservador Liam Fox, se limitó a afirmar que los documentos publicados ponen en peligro la vida de los efectivos británicos en Irak. Un portavoz del primer ministro británico, el conservador David Cameron, comunicó: "Nuestra posición es clara, los maltratos no tienen razón de ser".
Mientras tanto, el viceprimer ministro británico, el liberal demócrata Nick Clegg, en una entrevista a la BBC lamentó la forma en que estaba presentada la información, pero calificó las acusaciones de"extraordinariamente graves". Acentuó que "la lectura de los documentos es acongojante" y precisó que los casos deben ser investigados: "Creo que todo lo que parezca indicar que se violaron las reglas básicas de la guerra o que no se condenó de alguna forma la tortura es muy grave y debe examinarse".
Desde el principio de la campaña estadounidense en Irak, apoyada primero por Tony Blair y, luego, por su sucesor en el puesto de primer ministro Gordon Brown, los liberales-demócratas fueron el único partido político que se opuso ferozmente a la guerra.
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