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miércoles, 8 de junio de 2011

Pakistán busca en China una alternativa a su dependencia de EEUU


Alberto Pérez Moreno

miércoles, 08 de junio de 2011 


La visita del primer ministro pakistaní, Yusuf Raza Gilani, a China para celebrar los sesenta años de relaciones diplomáticas, ha puesto de manifiesto el interés de Islamabad por mostrar a propios y extraños que puede contar con Pekín como socio confiable en temas de seguridad, apoyo tecnológico y ayuda económica, precisamente en unos momentos en que se observa con atención su papel en la lucha contra el terrorismo y sus relaciones con Washington, que no pasan por sus mejores momentos tras la eliminación de Bin Laden.

El anuncio de la próxima entrega de 50 cazas JF-17 a Pakistán y los mensajes intercambiados han sido elocuentes. Si Gilani afirmaba que "nos sentimos orgullosos de tener a China como nuestro mejor y más confiable amigo", la respuesta china, en boca del portavoz Jiang Yu, era categórica: "tiene que respetarse la soberanía e integridad territorial de Pakistán", y el periódico Times of India traducía todavía más contundentemente en un casi ultimátum al advertir que un ataque contra Pakistán sería considerado un ataque a China.

Este juego de comunicados y advertencias no debe extrañar pues es un hecho que la compleja estrategia de EEUU y China en aras de conseguir la hegemonía, o al menos el control de Asia Meridional, está fuertemente influenciada por el componente de sus relaciones con India y Pakistán y la profunda enemistad entre estas ultimas. Todos están unidos, al menos teóricamente, frente al terrorismo islamista, pero compiten en garantizarse el suministro energético y de materias primas, disponer de vías de comunicación seguras, y tener acceso a nuevos mercados, lo que conlleva tensiones y divergencias en sus relaciones y alineamientos.

Interés mutuo

Las relaciones chino-pakistaníes se han cimentado a lo largo del tiempo en el interés mutuo. Mientras a comienzo de los años setenta el apoyo diplomático de Pekín a Islamabad servía de contrapeso a la presión y enfrentamiento con India en Cachemira, Pakistán facilitaba las relaciones de China con Occidente -como en el caso de la visita secreta de Kissinger- a la vez que canalizaba su aproximación al mundo musulmán. Más tarde Pakistán ha continuado apoyando a China en temas como Taiwán, Tíbet o Xinjiang.

En la actualidad China es la única potencia que apoya abiertamente a Pakistán. Sin embargo, Pekín se muestra cauteloso a implicarse demasiado, y no llega a una completa alianza por temor a la responsabilidad directa que supondría en un país que tiene problemas políticos y de seguridad. Por ello, el principal componente de las relaciones chino-pakistaníes es de carácter económico y tecnológico, como muestra que en la última Cumbre de Cooperación Comercial mantenida en Islamabad en diciembre pasado, se firmasen 35 acuerdos en sectores tan diversos como banca, construcción, energía, tecnología, defensa y seguridad por valor de 35.000 millones de dólares. Además, el comercio bilateral alcanzó en 2010, 7.500 millones de dólares, lo que supone un aumento del 30% respecto a 2009.

El carácter tecnológico de la cooperación chino-pakistaní está avalado por el suministro de dos nuevos reactores para uso civil y el lanzamiento en los próximos meses de un satélite de comunicaciones. En el campo de la defensa, China es el principal suministrador de armamento contando con casi un 75% del inventario pakistaní tanto en misiles, por ejemplo Babur, como en aviones J-11BS, JF-17 y awacs ZDK-03, entre otros, o fragatas clase F-22P.


El puerto de Gwadar y otras bazas pakistaníes

Sin embargo, Islamabad cuenta con bazas para mantener un estrecho vínculo con China. Entre otras, el ofrecimiento de una base naval en el puerto de Gwadar y la construcción de vías de comunicación y gasoductos que permitan a Pekín un acceso directo al Océano Indico.

El puerto de aguas profundas de Gwadar tiene gran importancia estratégica no solo por su situación en Beluchistan, cerca de la frontera con Irán y a solo 500 km del Estrecho de Ormuz, sino también por su capacidad para convertirse en un nudo clave en la red de suministros energéticos. Construido y financiado en un 80% por China, Gwadar está gestionado en la actualidad por una entidad de Singapur, pero su arrendamiento termina pronto y lo más probable es que pase a manos chinas.

Una base naval en Gwadar significaría un profundo cambio geopolítico al permitir a la Armada china ejercer un control del Océano Indico y situarla a las puertas del Mar Arábigo y el Golfo Pérsico, completando el "collar de perlas" que desde hace tiempo viene construyendo con los puertos de Chittagong en Bangladesh, Sittwe en Myanmar y Hambantota en Sri Lanka, además de las instalaciones de inteligencia en la isla Gran Coco.

Hasta ahora, la importancia de Gwadar es ser un punto clave para el gasoducto Irán-Pakistán, (IP) que habría podido convertirse en el denominado gasoducto de la paz Irán-Pakistán-India, (IPI) si Nueva Delhi no se hubiese separado a instancias de EEUU, que se opone abiertamente a él por múltiples razones, entre otras, por favorecer al gasoducto Turkmenistan-Afganistán-Pakistán-India. (TAPI)

En la batalla entre IPI y TAPI el vencedor será China que ha propuesto una extensión del IP que partiendo de Gwadar cruzaría Beluchistan y seguiría la autopista del Karakorum para llegar a Xinjiang. A pesar de sus crecientes necesidades energéticas, India no se compromete en el IPI no solo por las presiones de Washington, sino también porque este gasoducto proporcionaría a Pakistán un elemento de presión en sus relaciones bilaterales, aunque sabe que un gasoducto como TAPI que atraviese Afganistán es por ahora un castillo en el aire.

Los 1.400 Km. de la autopista del Karakorum que une Kashgar, en Xinjiang, con Pakistán a través del paso Khunjerab, es otro ejemplo de la colaboración chino-pakistaní, máxime cuando se estudia complementarla con la construcción de una línea férrea hasta Gwadar.

Por ultimo, la presencia de aviones de la fuerza aérea china en suelo pakistaní en las maniobras "Shaheen 1", que han tenido lugar en el mes de marzo, es una muestra más de los movimientos de Islamabad para estrechar sus lazos con Pekín y disminuir la dependencia de EEUU. Unos movimientos que tienen implicaciones geopolíticas e inciden en las relaciones entre EEUU y China. Y aunque no es probable que rompan el equilibrio de poder en Asia Meridional, si contrarrestan el peso de India y pueden servir para que Pakistán consiga nuevas concesiones de EEUU.

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