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domingo, 9 de octubre de 2011

Réquiem por un fusil


Seguramente, a los jóvenes no les resulta familiar la palabra rusa kalashnikov. Hace muchos años, durante la segunda guerra mundial, los que seguíamos más o menos su evolución, sabíamos el nombre de los últimos modelos de aviones, tanques y de armamento individual. La voz kalashnikov nos era conocida porque era el nombre del poderoso fusil de las tropas soviéticas. Era un arma que debe haber dado un gran rendimiento, ya que se ha utilizado durante más de 60 años.

Recientemente se anunció que el Ejército ruso había decidido adoptar un nuevo modelo de fusil, que supere las desventajas que podían significar hoy en día el kalashnikov, tan eficaz como era.

Es el progreso armamentístico. Todos los deseos de paz, tan universalmente proclamados, no pueden detenerlo. El inventor del fusil que lleva su nombre (Mijaíl Kalashnikov) tiene 91 años y Moscú decidió no informarle de la retirada de su modelo porque su salud es delicada y quizá le afectaría la noticia. Hemos visto muchas fotografías de soldados y guerrilleros armados con kalashnikov: atrincherados en una colina, alzando estos fusiles como una estampa para la posteridad. A veces parecían unas herramientas de guerra un poco anticuadas y pesadas, pero eran el perfecto símbolo de la resistencia. Ahora todo se perfecciona: los sustitutos de los clásicos kalashnikov serán más ligeros y fiables. Me gustaría que no tuvieran muchas ocasiones de demostrar que el nuevo modelo es un progreso, una obra maestra de la tecnología militar.

El problema de la fabricación de armas es este: ¿se utilizarán o no? Si se usan, se producirán más víctimas. Si no se usan, el cuerpo multimillonario de la fabricación y el mantenimiento gravará los presupuestos estatales mucho más que las inversiones en tecnologías pacíficas, médicas, hospitalarias y pedagógicas. ¿Es admisible constituir un enorme capital con la esperanza de que no dé rendimiento? ¿Y que al cabo de unos años tenga que invertir más capital en un producto que se degrada? ¿Tendremos que esperar a que haya una guerra para amortizarlo?

El viejo kalashnikov ha sido tristemente útil. Como he dicho antes, las autoridades rusas no quieren que la noticia sea conocida por su viejo diseñador, lo que es difícil. Sería para él una muy mala noticia y se teme que, si lo sabe, se podría morir del disgusto. En este caso, esta sería la primera vez que un kalashnikov matara a alguien sin disparar.

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