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jueves, 10 de junio de 2010

«¡Muerte a Rusia! ¡Muerte a China!»

MIKEL AYESTARÁN | IRÁN ABC Actualizado Miércoles , 09-06-10 a las 21 : 07
«La decisión no tiene valor» y debería tirarse «a la papelera como un pañuelo usado». Mahmoud Ahmadineyad, de viaje oficial a Tayikistán, no tardó en reaccionar a la aprobación del nuevo paquete de sanciones aprobado por el Consejo de Seguridad, según recogió la agencia ISNA. Es la cuarta vez que el programa nuclear iraní, resucitado tras la llegada del dirigente ultraconservador a la presidencia en 2005, es objeto de un castigo por parte de una comunidad internacional que sigue sin confiar en el «carácter exclusivamente civil» de los planes atómicos iraníes. El presidente, que comparó las sanciones con «moscas latosas», aseguró que Irán se mantendrá firme y que «tenemos paciencia, hemos aguantado muchas cosas y también resistiremos esta vez». Desde la oficina de Exteriores, el portavoz, Ramin Mehmanparast, declaró a la cadena en lengua árabe Al Alam que se trata de «una medida equivocada para resolver la cuestión nuclear. Complicará aún más la situación». «Nada va a cambiar, Irán continuará con sus actividades de enriquecimiento», resaltó el enviado de Teherán ante la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), Ali Asghar Soltanieh. Lo que sí podría cambiar no obstante es la actual cooperación con el organismo internacional ya que algunos parlamentarios exigieron una respuesta a este «gravísimo asunto». Ruptura con Rusia Poco a poco Teherán parece ir perdiendo el favor de grandes potencias como China y, sobre todo, Rusia, que finalmente no vetaron las medidas abanderadas por Estados Unidos. Moscú y Pekín han pasado en menos de un año de bendecir la polémica reelección de Ahmadineyad a aprobar estas últimas sanciones. El cambio ha tenido respuesta en las calles de Teherán en las que el tradicional grito de «Marg bar America» (muerte a Estados Unidos), vigente desde los años ochenta, es seguido hoy de «¡Muerte a Rusia! ¡Muerte a China!». El sector más duro de la república islámica –que es quien ostenta el poder- no ha dudado a la hora de adoctrinar a sus seguidores e incluir a estos dos países en la cada vez más larga lista de enemigos de Irán. El retraso eterno por parte de Rusia en la finalización de las obras de la central de Busher y los acuerdos de China con Arabia Saudí para reducir el volumen de compra de petróleo iraní han dinamitado las relaciones entre los antiguos socios. Como se ha demostrado en los últimos años el programa nuclear iraní no ha sufrido demasiado con las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad. Los científicos siguen adelante con el enriquecimiento de uranio y tal y como adelantó el gobierno a finales de 2009, en los próximos meses empezarán las obras de diez nuevas instalaciones nucleares. En octubre del pasado año estuvo a punto de cerrarse un acuerdo por el que Irán se comprometía a enviar parte de su uranio a Rusia y Francia, pero finalmente el régimen islámico no aceptó y puso en marcha la cuenta atrás hacia un nuevo castigo. Un pacto de última hora con Brasil y Turquía fue el último intento por esquivar la decisión del Consejo de Seguridad, pero el diálogo tendrá que esperar nuevas oportunidades en el futuro.

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