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sábado, 9 de abril de 2011

Occidente debe abandonar afán de dominio mundial

Las fuerzas francesas, inglesas, estadounidenses y sus alidados han persistido en su ataques contra Libia por más de diez días. Según informes de prensa, las acciones bélicas están causando un creciente número de víctimas mortales y heridos civiles, provocando asimismo una grave escasez de artículos de primera necesidad.

Los propósitos originales de la resolución 1973 de la ONU era impedir la violencia y proteger a los civiles. Sin embargo, la evolución de la situación en Libia ha puesto bajo la lupa grandes dudas sobre las intenciones reales que persiguen las fuerzas aliadas occidentales en sus ataques contra el país norafricano.

Las cifras reveladas por la ONU demuestran que por lo menos 300 mil de refugiados han salido de Libia. La emigración ha causado muchos problemas a los países vecinos y dificulta la labor internacional de rescate. Ante esta situación, ¿Cómo proteger a los civiles?

En realidad, bajo el argumento de proteger a los civiles, los países occidentales defienden sus intereses estatales, en su búsqueda de dominar el mundo y obtener beneficios económicos. Con este principio hegemónico en mente desencadenaron los ataques contra Libia, pasando por encima de los propósitos de la ONU y pisoteando los legítimos derechos de los civiles libios.

El desarrollo de la multipolarización en los últimos años ha atestiguado cierto cambio de actitud en algunos países occidentales, que han adoptado actitud moderada y modesta. Incluso se han sentado a la mesa de negociaciones con países en vías de desarrollo para resolver los problemas globales, sumándose a iniciativas conjuntas. Paralelamente, al parecer, se incrementan las fricciones entre los países occidentales, lo que lleva a algunos estudiosos a concluir que “Occidente ha dejado de ser un bloque compacto”.

Sin embargo, en el caso libio parece que no hubo diferencias de criterios entre ellos, al punto de volcarse en acción militar conjunta sin pensarlo mucho. La búsqueda del dominio de la política internacional parece haberlos hermanado al fin, considerándose dueños de la última palabra en la palestra internacional. Este concepto se mantiene intacto a pesar del cambio estructural internacional y de las crecientes divergencias en su seno. Cuando surge un desafío a su posición internacional dominante, ahí van, todos a una.

La evolución de la situación libia constituye una prueba, tanto para Muamar al Gadafi como para Occidente. Queda por ver qué cambios se producirán. 

Recurrir a la fuerza para resolver problemas en el terreno internacional siempre entraña un peligro. La historia ha corroborado más de una vez que esta conducta no hace más que complicar los problemas. Si los países occidentales no cambian su concepto de dominio del mundo, las propuestas de resolver los conflictos mediante el diálogo y otras medidas pacíficas no pasaran de ser un sueño.

Aún existe la esperanza de retomar la vía de las negociaciones en la ONU para resolver el problema de Libia. Si los países occidentales respetan plenamente la independencia, soberanía e integridad territorial de Libia, así como la voluntad de los países árabes y la comunidad internacional, se puede lograr un cese al fuego, impedir la escalada de la violencia y prevenir una mayor catástrofe humanitaria.(Pueblo en Línea)

01/04/2011

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