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domingo, 8 de enero de 2012

La guerra civil se fragua en Irak


Los últimos atentados contra chiíes en Irak, el pasado jueves y el 22 de diciembre, han vuelto poner sobre el tapete la realidad de una insurgencia suní que nunca llegó a desaparecer del todo. Con ella resucita el temor a que la violencia sectaria lleve al país a una guerra civil ahora que las tropas de Estados Unidos ya no están allí para evitarlo. Pero en el actual contexto regional, el conflicto difícilmente se circunscribiría al país de los dos ríos. Junto a los intereses locales de ambas comunidades se entremezcla la pugna por el liderazgo en la zona entre los vecinos Irán (chií) y Arabia Saudí (suní).

“A diferencia de 2007, la insurgencia iraquí no tiene hoy líderes claros y ha evolucionado de docenas de grupos tribales, baazistas y exmilitares hacia una entidad razonablemente unificada aunque de tamaño incierto”, explica el analista militar Brian M. Downing en un correo electrónico. También sus tácticas han cambiado. “Evitan los tiroteos y las emboscadas, que fueron habituales entonces. Su principal método de ataque es el coche bomba. Además, dejaron de atacar a las tropas de Estados Unidos, que habían sido sus objetivos prioritarios”, afirma.

Por su parte, Joost Hiltermann, vicedirector del programa de Oriente Próximo del International Crisis Group, señala a EL PAÍS que “ha habido dos tipos de insurgencia: una chií que atacaba las fuerzas estadounidenses y otra suní que arremetía contra edificios oficiales, empleados públicos (sobre todo policías) y civiles, a menudo chiíes”. En opinión de este analista, que durante años se encargó de Irak, ninguna de ellas fue suprimida con el aumento de tropas conocido como surge, entre 2007 y 2008, y “han continuado llevando ataques con regularidad”.
Goteo de atentados

Un vistazo a la hemeroteca prueba el goteo de atentados de los últimos años. Sin embargo, tanto su frecuencia como su espectacularidad se fueron reduciendo. Algunos observadores lo atribuían, además del incremento de soldados de EE UU, al agotamiento de los iraquíes con la violencia, pero sin duda el anuncio de la retirada de tropas estadounidenses también ha tenido mucho que ver.

"Aquellos grupos que se oponían a su presencia se han quedado sin causa”, apunta Hiltermann. “Por lo que respecta a los insurgentes suníes, existen diferentes grupos, pero el más potente ha sido y sigue siendo Al Qaeda en Irak”, añade remitiendo a los ataques que se producen de vez en cuando.

“Si Al Qaeda en Irak, como existía en 2007, fuera importante hoy, hubiera atacado implacablemente a las tropas de EE UU hasta su salida y no lo ha hecho”, apunta Downing. Para este experto, algo ha cambiado. “O Al Qaeda ya no está presente o quienes coordinan la insurgencia la han convencido para que actúe de forma más disciplinada. Sospecho que sobre todo lo último”, declara.

El autor de The Military Revolution and Political Change también se muestra convencido de que “varios grupos de la vieja insurgencia han sido coordinados por dirigentes suníes iraquíes y los servicios secretos saudíes”. Y señala que la influencia saudí se vehicula “a través de soldados iraquíes suníes que sirvieron en unidades saudíes tras la desmovilización del Ejército de Sadam y a través de salafistas iraquíes que miran a los wahabíes y a Riad para orientación y fondos”. Los salafistas (al igual que su versión saudí, los wahabíes) siguen una interpretación radical del islam suní hostil al chiísmo, en general, y a sus encarnaciones políticas en Teherán y Bagdad, en particular.
Interés de los saudíes

El interés de los saudíes no es ningún secreto. Desde el principio de la campaña contra Sadam Husein advirtieron a EE UU del riesgo que suponía Irán. Una vez derrumbado el baluarte que les separaba de su rival regional, tratan de minimizar los daños. De ahí su apoyo a los suníes iraquíes, a quienes los chiíes (respaldados por Irán) desean mantener como una minoría débil.

Hasta ahora el conflicto entre ambas comunidades se lidia en los terrenos político (aspiración federalista de los suníes, boicoteo a las instituciones para denunciar la concentración de poder por el primer ministro) y judicial (desbaazificación y orden de detención contra el vicepresidente suní). Sin embargo, la vuelta de los atentados sectarios resulta preocupante.

“El ataque de ayer tiene toda la pinta de estar programado para explotar esta crisis política, aún por resolver. El peligro es que el Gobierno responda de forma sectaria (atacando a los suníes) y desate una nueva etapa de guerra civil”, concluye Hiltermann.

“Un conflicto sectario en Irak en el que una parte tiene el respaldo de Irán y la otra el de Arabia Saudí será extraordinariamente difícil de contener dentro de sus fronteras”, advierte por su parte Downing.

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