KINT News
04/16/2013 6:06 AM
Ginebra, 16 abr (EFE).- Activistas latinoamericanos pretenden convencer a todos los países de América Latina para que declaren a la región como “zona libre” de municiones de racimo y convertirse así en la primera demarcación del mundo en quedar exenta de este flagelo.
Ese es el objetivo de la Comisión Interamericana contra las Municiones de Racimo (CMC), formada también por la entidad Seguridad Humana en Latinoamérica y el Caribe (SHLAC), que pretenden convencer a todos los gobiernos de la región de que se conviertan en abanderados mundiales contra este tipo de bombas de fragmentación.
La Convención de Municiones de Racimo es el acuerdo internacional que prohíbe el uso, desarrollo, fabricación, adquisición y almacenamiento de las bombas de racimo y que asiste a las víctimas de estos artefactos.
Desde la entrada en vigor del acuerdo, firmado en Oslo el 1 de agosto de 2010, se han sumado 112 países, de los que 31 aún deben ratificarlo.
Los principales productores de armas, como Estados Unidos, Rusia y China, no forman parte de la Convención.
En América Latina, sólo Argentina, Brasil y Venezuela han rehusado firmarlo, y Bolivia y Paraguay, si bien son países signatarios, sus Parlamentos aún no lo han ratificado.
“Nuestra idea es que la declaración de América Latina zona libre de municiones de racimo sea un hecho político, que aliente a los que no han firmado la Convención a que lo hagan y que sirva de ejemplo para otras regiones”, explicó a Efe Camilo Ernesto Serna, activista colombiano.
Serna explicó que Brasil no se ha unido al tratado porque es productor y exportador de bombas de fragmentación, y protege su interés económico frente a las vidas que esas municiones cercenarán.
Argentina y Venezuela, sin embargo, alegan que el artículo 21 de la Convención permite a un país miembro realizar operaciones militares con terceras naciones que no son signatarios del tratado y además usan ese tipo de municiones.
Buenos Aires y Caracas consideran que ese artículo va en contra del espíritu de la Convención, y esgrimen que mientras exista, no se unirán al tratado.
“Nosotros les decimos que se unan a la Convención y trabajen desde dentro para que prevalezca la ‘buena interpretación’ de dicho artículo, que es que los estados miembros no puedan sumarse a una operación concreta en la que se vaya a usar municiones de racimo. Y eso se puede hacer desde la planificación de la operación alegando que se está previniendo el efecto indiscriminado de dichas bombas” , señaló María Pía Devoto, activista argentina.
Actualmente, en el seno de la Convención hay quien interpreta el artículo conforme a lo que desean los activistas, como Guatemala, o los que lo interpretan como que ese artículo es una excepción a la norma y sí que les permite participar de dichas operaciones, como Australia.
“Pretendemos que se estigmatice el uso, producción y venta de las municiones de racimo como ocurrió con las minas antipersonales”, afirmó Serna, quien junto a Devoto se muestran optimistas de que la “zona libre” se pueda declarar aunque haya aún cinco estados fuera de la Convención.
“Obvio que querríamos que todos formaran parte y que acabase la producción en la región, pero podemos conformarnos por ahora con que se prohíba su uso, y ya sería un gran logro”, aseveró Devoto.
En junio tendrá lugar en Chile una reunión regional para tratar de impulsar la campaña de “zona libre”, un objetivo que de lograrse se presentaría en Zambia en septiembre, en el marco de la cuarta reunión de los estados parte de la Convención.
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