Amy Goodman (13/4/2010)
El Presidente Barack Obama acaba de regresar de su primer viaje a Afganistán como Comandante en Jefe. La invasión y ocupación de ese país encabezada por Estados Unidos cumplió en su noveno año, en medio de crecientes comparaciones con Vietnam.
Daniel Ellsberg, a quien Henry Kissinger calificó en su momento como “el hombre más peligroso de Estados Unidos”, filtró los llamados Documentos del Pentágono en 1971. Ellsberg, que era uno de los principales analistas del Pentágono, fotocopió esos documentos altamente confidenciales de 7.000 páginas sobre la participación de Estados Unidos en Vietnam y se lo entregó a la prensa, ayudando a poner fin a la Guerra de Vietnam.
“El Presidente Obama está dando todos los pasos simbólicos necesarios para que esta guerra sea llamada ‘la guerra de Obama‘”, me dijo Ellsberg recientemente y mencionó a los “memorandos de Eikenberry“, redactados por el embajador de Estados Unidos en Afganistán, Karly Eikenberry, que fueron filtrados y luego impresos en enero pasado por el New York Times.
Ellsberg dijo: “Los cables de Eikenberry, ahora, a esta altura, son como un resumen de los Documentos del Pentágono de Afganistán. Y ese es el primer grupo de documentos que necesitamos en este momento. Simplemente cambie el nombre del lugar, saque ‘Saigon’ y ponga ‘Kabul’ y ponga a las fuerzas nacionales afganas funcionando como el sustituto de nuestro Ejército mercernario de la República de Vietnam, y dicen casi exactamente lo mismo”.
Las políticas que recomiendan los memorandos de Eikenberry son opuestas a las propuestas por los Generales David Petraeus y Stanley McChrystal, que apoyan el aumento de soldados y una campaña de contrainsurgencia en Afganistán. Eikenberry escribió que el Presidente Hamid Karzai no es “un socio estratégico adecuado”, y que “enviar fuerzas adicionales demorará el día en que los afganos asuman el poder, y dificultará, o hará imposible, que nuestra gente regrese al país en un plazo razonable”. La posición de Petraeus y McChrystal prevaleció. Las fuerzas armadas lanzarán una gran campaña en junio en la segunda ciudad más grande de Afganistán, Kandahar. Mientras tanto, con una sinceridad sorprendente, McChrystal, dijo esta semana en una video conferencia, a propósito del número de civiles asesinados por las fuerzas armadas estadounidenses:
“Hemos disparado a una cantidad sorprendente de personas pero, que yo sepa, en ningún caso se comprobó que representaran una amenaza”. En tanto, el índice de bajas de soldados estadounidenses es el doble que hace un año.
Tavis Smiley emitirá un programa especial en PBS esta semana sobre uno de los discursos más poderosos e ignorados del Reverendo Martin Luther King Jr. El discurso fue pronunciado el 4 de abril de 1967, exactamente un año antes del día en que King fue asesinado. El líder de los derechos civiles tituló el discurso “Más allá de Vietnam”, y llamó al gobierno de Estados Unidos “el mayor proveedor de violencia en el mundo hoy”, suscitando una gran polémica. King dijo ese día: “Mientras caminaba entre los jóvenes desesperados, rechazados y furiosos, les decía que los cócteles Molotov y los rifles no resolverían sus problemas. Traté de ofrecerles mi compasión mas profunda, manteniendo a la vez mi convicción de que la manera mas significativa de llegar al cambio social es a través de la acción no violenta; pero ellos me escriben y me preguntan ‘¿Y qué pasa con Vietnam?’…y me di cuenta de que nunca más podría alzar mi voz contra la violencia de los oprimidos en los guetos si no le hablaba primero claramente al principal proveedor de violencia en el mundo actual: mi propio gobierno.”
La prensa demonizó a King. La revista Time dijo que su discurso era “una calumnia demagógica que sonaba como un guión para Radio Hanoi”. Tavis Smiley habló sobre la importancia del discurso de King hoy en día: “La mayoría de los estadounidenses, creo, conocen su famoso discurso ‘Tengo un sueño’. Algunos estadounidenses conocen el discurso de ‘la cima de la montaña’, pronunciado la noche antes de que fuera asesinado en Memphis. Pero la mayoría de los estadounidenses no conocen este discurso, ‘Más allá de Vientam’, que puso a King nuevamente en problemas. Si uno cambia las palabras Irak por Vietnam, Afganistán por Vietnam, Pakistán por Vietnam, este discurso es muy pertinente en la actualidad”.
Al igual que King, Obama fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz. En su discurso de aceptación, Obama mencionó a King seis veces, pero su objetivo era defender la guerra en Afganistán. El profesor de la Universidad de Princeton, Cornel West, en entrevista con Tavis Smiley, dijo sobre el discurso de aceptación del Premio Nobel de Obama: “Me molestó escuchar a mi querido hermano Barack Obama criticar a King en el contexto de un escenario mundial, diciendo que los análisis de Martin Luther King Jr. no eran útiles para un Comandante en Jefe porque el mal existe, como si Martin Luther King Jr. no supiera del mal. Martin Luther King, Jr. luchaba contra el terrorismo. Era un anti-terrorista que luchaba contra Jim Crow y James Crow. Martin Luther King Jr. sabía del mal mucho más que muchos de nosotros, incluso que nuestro querido presidente”.
A principios de marzo, el diputado demócrata de Ohio, Dennis Kucinich, presentó una resolución para poner fin a la guerra en Afganistán. Kucinich dijo: “Tendremos la oportunidad, por primera vez, de reflexionar sobre nuestra responsabilidad en las muertes de soldados que ahora alcanzan las mil, de ver nuestras responsabilidades por los costos de la guerra, que alcanzan los 250.000 millones de dólares; nuestra responsabilidad en la muerte de civiles y los costos humanos de la guerra; nuestra responsabilidad de combatir la corrupción que hay en Afganistán”. La resolución fue rechazada con 356 votos contra 65. Esta semana, el Washington Post publicó los resultados de una encuesta realizada a 1.000 personas. La encuesta reveló que el Presidente Barack Obama cuenta con un índice de aprobación del 53 por ciento en el manejo de la guerra de Afganistán.
Es improbable que la población se oponga a algo que cada vez tiene menos cobertura mediática. Mientras la prensa se centra en los detalles escandalosos del gasto del Comité Nacional Republicano en viajes suntuosos, especialmente uno a un cabaret en Los Ángeles, el costo de la guerra en Afganistán para los contribuyentes estadounidenses se estima ahora en más de 260.000 millones de dólares. El costo en vidas perdidas, en personas lisiadas, es incalculable. La verdadera obscenidad es la guerra. Ellsberg espera que los memorandos de Eikenberry sean apenas los primeros de muchos memorandos filtrados, y que una nueva ola de Documentos del Pentágono conciencie a la población acerca de la urgente necesidad de poner fin a la guerra de Obama.
N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Amy Goodman y de Democracy Now. Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
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