La noticia de la muerte del segundo jefe de la rama de exterior de la inteligencia militar rusa - GRU- general Yuri Ivanov, en extrañas circunstancias, ha desatado toda suerte de especulaciones en un momento que, bajo una aparente calma en la superficie, aumentan las tensiones en la frontera sur de Líbano. El refuerzo de las posiciones de Israel y la mayor cooperación del "eje de resistencia" formado por Irán, Siria-Hamas y Hezbollah hace que persista el temor de un nuevo estallido, que de momento parece que se libra entre redes de inteligencia.
El general Ivanov desapareció a mediados de julio, pero no ha sido hasta finales de mes cuando se ha conocido la aparición de su cadáver en las costas del sur de Turquía. Aunque oficialmente Ivanov se encontraba de vacaciones en Latakia, en la costa siria, ha trascendido que podía encontrarse visitando la base naval de Tartus o estableciendo contacto con sus redes en Siria y el Mediterráneo.
Importancia de la base de Tartus
El interés ruso por mantener bases en el Mediterráneo es permanente. Con motivo de la visita de Gadafi a Moscu, en 2008, se especuló con la posibilidad de que Rusia consiguiera una base en aquel país, cosa que no parece haber prosperado. Lo que si consiguió Rusia entonces fue un acuerdo con Siria para reactivar una base naval. Tartus, el segundo puerto más importante de Siria, ya había albergado una base militar rusa desde 1971 hasta 1991, pero no ha sido hasta 2008 cuando un nuevo acuerdo ha permitido la ampliación y modernización de la misma.
La misión principal de Tartus es servir como base de abastecimiento y apoyo a la Flota del Mar Negro, pero por su localización cercana a la terminal del oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan -de vital importancia para Georgia- permite mantener, en caso necesario, una seria amenaza sobre su utilización. Además, la proximidad de Tartus a Líbano permite un buen emplazamiento de medios electrónicos de escucha y localización que abarque no sólo el Mediterráneo Oriental sino también Líbano e Israel.
Redes rusas en el Mediterráneo oriental
Entre los interrogantes que plantea la desaparición del general Ivanov no escapa que el Mediterráneo Oriental y Oriente Medio son escenarios donde actúan redes de inteligencia de distintos países. Por ejemplo, es significativo que también a primeros de julio haya desparecido -tras ser detenido en Chipre y dejado en libertad bajo fianza- Christopher Metsos, acusado por los Estados Unidos de ser el pagador de una red de espionaje que operaba en su territorio. El hecho que la vía de escape más probable de Metsos haya sido por mar, permite suponer que podría encontrarse en Siria.
La personalidad de Ivanov, que fue jefe de la inteligencia militar en la región del norte del Cáucaso en 2006, y como tal responsable de la muerte de muchos insurgentes chechenos, ha alimentado la sospecha que podría haber sido secuestrado y ejecutado por estos militantes que en Siria cuentan con numerosos efectivos bien organizados.
Tampoco se descarta que haya sido el Mosad quien haya hecho desaparecer a Ivanov. No es habitual que los servicios de inteligencia ataquen a componentes de otros servicios por el temor a desatar una guerra de dudosas consecuencias, pero la mejora y ampliación de la base de Tartus, y los posibles vínculos de las redes rusas con Hezbollah, que desde allí pueden mantener fácilmente, han podido precipitar tal acción.
Suponiendo que haya sido el Mosad el responsable de la muerte del segundo jefe de la inteligencia militar rusa, esto representa un claro mensaje a Rusia y Siria: Israel no está dispuesto a tolerar la instalación de medios de vigilancia en las proximidades de zonas conflictivas como el sur de Líbano, y avisa al presidente sirio Bashar al- Assad que no debe intensificar su cooperación con el "eje de resistencia".
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