Para algunas agencias de viajes, el Muro de hormigón que forma parte de la Barrera entre Israel y Cisjordania se ha convertido en una fuente de ingresos. A la par de una visita a los lugares santos, se ofrecen diversiones como 'una misión antiterrorista', con una incursión en territorio palestino incluida. Las nuevas rutas turísticas se trazan entre los asentamientos israelíes, los puntos de control y las alambradas de la frontera.
El emprendedor Abu Hasan, uno de quienes se ganan la vida en las así llamadas 'excursiones alternativas', afirma que el principal atractivo para los turistas es el muro: “La gente queda impactada. Muchos lloran durante la excursión. Muchas veces hay judíos entre los turistas, judíos norteamericanos”.
Avital Liebovich, el portavoz del Ejército israelí, comenta que el muro, que constituye menos del 4% del polémico proyecto de la barrera “sólo fue construido en los lugares donde la seguridad es más vulnerable”. El resto de la Barrera que ya se extiende a lo largo de casi 500 kilómetros presenta un alambrado regular dotado de dispositivos electrónicos.
Mientras tanto, algunos residentes de la zona se enfrentaron con unas dificultades bastante peculiares. Uno de ellos es Hani Amer, quien se vio obligado a empezar a vivir literalmente entre cuatro paredes. Hace siete años los militares israelíes construyeron el muro frente a su casa. Y también detrás. Y por ambos lados también. Así que ahora vive completamente encerrado. El único contacto con el exterior que tiene es una puerta.
Amer comenta que las autoridades israelíes buscaban hacer que se mudara: “a través de terceros me propusieron un cheque y me contaron cómo cambiaría mi vida si aceptaba el dinero y me iba”. Sin embargo, no aceptó el dinero y quedó en su casa.
El tribunal de La Haya sentenció que el proyecto israelí viola el Derecho Internacional. Los palestinos ven en la Barrera un caso de 'apartheid'. Mientras tanto, entre los israelíes también hay muchos que se compadecen del hecho.
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