La Casa Blanca confirmó ayer su intención de comenzar la retirada de las tropas de Afganistán en julio del año que viene. Y ello a pesar de que un informe encargado por el presidente, Barack Obama, para evaluar los avances de la misión después del incremento de 30.000 militares ordenado hace un año reveló que los éxitos en la ofensiva para detener a los rebeldes talibanes y a Al Qaeda son "frágiles y reversibles". Obama presentó ayer los resultados de ese informe y se reafirmó en su compromiso de ceder la soberanía plenamente al pueblo afgano en 2014, aunque ganar la guerra "será una misión difícil", dijo.
El informe, elaborado por la propia Casa Blanca, asegura que el Pentágono ha logrado avances considerables el pasado año, reduciendo efectivamente la capacidad de los terroristas de lanzar ataques contra los aliados de EE UU y la población civil en Afganistán. Destaca diversos éxitos estratégicos, como la efectividad de los ataques nocturnos en las provincias de Helmand y Kandahar, ambas bastiones de los talibanes, en los que estos han perdido influencia y operatividad en los meses recientes. Aun así, esos avances no son definitivos.
"En muchas áreas, los avances que hemos hecho son frágiles y reversibles. Pero no cabe duda de que hemos liberado numerosas zonas del control talibán...", dijo el presidente desde la Casa Blanca. Para cumplir su palabra de ordenar el inicio de la retirada en julio, Obama exigió al Gobierno afgano un mayor grado de "transparencia y responsabilidad". Diversos escándalos recientes han revelado una corrupción sistemática y casi omnipresente en el Ejecutivo que lidera Hamid Karzai.
Obama reiteró su compromiso electoral de comenzar la retirada en siete meses. No será una salida apresurada: la transición durará tres años. En 2014, las fuerzas de seguridad afganas podrán tomar el relevo total y definitivo de manos del Pentágono. Habrá entonces un aumento de la presencia diplomática norteamericana en aquel país, según explicó la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Obama compareció en conferencia de prensa con ella, con el vicepresidente, Joe Biden, y con el secretario de Defensa, Robert Gates, para evaluar el informe y reafirmar los plazos de retirada.
El informe refleja dos puntos débiles en la estrategia militar de Obama. Por un lado, la debilidad del Estado afgano, "con el desafío inherente de ser una nación devastada por la guerra que trabaja para restaurar la estabilidad más básica". Por otro, la huida y el refugio de numerosos líderes rebeldes, talibanes y de Al Qaeda al país vecino de Pakistán, a través de una frontera porosa que EE UU considera terreno de nadie. El informe admite que "Pakistán ha sufrido miles de víctimas entre sus militares y entre la población civil por numerosos ataques terroristas".
"A pesar de que hemos detenido la ofensiva talibán y de que incluso la hemos hecho retroceder en algunas áreas importantes, esos avances son frágiles y reversibles", asegura el informe. "Para consolidar esos avances necesitamos trabajar con Pakistán para eliminar de allí los refugios de redes violentas y extremistas. Para asegurarnos de que los avances sean duraderos, necesitamos apoyar a Afganistán en sus esfuerzos para que sus fuerzas de seguridad recuperen el control de las zonas ya liberadas".
El informe, además, identifica el éxito de una estrategia ya probada por Bush y generalizada bajo el mandato de Obama: los ataques con aviones no tripulados, controlados de forma remota, en regiones de Pakistán fronterizas con Afganistán, donde el Pentágono sospecha que se refugian líderes terroristas como Osama bin Laden.
Cuando Obama tomó posesión de su cargo, en enero de 2009, había en Afganistán 33.000 soldados de servicio. En comparación, en Irak había 144.000, después de un despliegue ordenado por George W. Bush en 2007. Obama se comprometió a ordenar la retirada de Irak en agosto de 2010, algo que liberó a más tropas y le permitió planificar una escalada similar para Afganistán. A día de hoy, hay 96.000 soldados en misiones de combate en territorio afgano, además de otros 17.000 en reserva en las bases militares de Kuwait y Qatar y en diversos buques que aguardan en el golfo Pérsico. En Irak, después del repliegue del verano, quedan 50.000 soldados para misiones de supervisión y adiestramiento de las fuerzas de seguridad locales.
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