Para realizar su salto estratosférico, Felix Baumgartner ascendió 39.045 metros gracias al mayor globo de helio jamás construido. El aventurero viajaba a bordo de una pequeña cápsula que portaba material técnico de gran valor y cuya construcción duró cinco años.
Una vez que Baumgartner completó su misión y que el equipo de control comprobó que el globo y la cápsula se encontraban en un área abierta apropiada para el descenso, se procedió a separar a ambos mediante control remoto. La cápsula llevaba incorporado su propio paracaídas, que se desplegó parcialmente y le permitió bajar a una velocidad de unos 36 kilómetros por hora. Cuando la cápsula se encontraba a 20.000 metros de altura, la cubierta del paracaídas se desplegó completamente y el equipo descendió más lentamente, de forma que se evitó tanto el balanceo como un aterrizaje con gran impacto que dañara el material de la cápsula.
La cápsula cayó en una zona llana, a unos 88 kilómetros de donde lo hiciera Baumgartner pocas horas antes. Por otro lado, el globo cayó unos 15 minutos después de la cápsula, a unos 11 kilómetros de la misma.
El equipo encargado de la recogida del material estaba formado por doce personas, cinco camiones y un vehículo todoterreno. Los técnicos dicen haber escuchado, mientras esperaban la caída de la cápsula, cómo Baumgartner rompía la barrera del sonido. "Escuchamos un ruido similar al de una explosión sónica", ha explicado Jon Wells, jefe del equipo. "Muchos de nosotros hemos trabajado en temas aeroespaciales, y conocemos bien ese sonido. Fue increíble".
En estos momentos la cápsula y el globo ya se encuentran en el centro de operaciones de la misión en Lancaster, California. Los datos tomados por los sensores de la cápsula serán analizados en los próximos meses, y esta información se compartirá con la comunidad científica.
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