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lunes, 10 de mayo de 2010

El mercado de armas cotiza en la Europa del Este



El Instituto de Naciones Unidas para la Investigación sobre el Desarme (Unidir) denunció recientemente que Rumanía vendió armas a la guerrilla colombiana de las FARC. Unidir aseguró que la empresa de Bucarest que gestiona las fábricas de armamento del país balcánico, Romarm, llevó a cabo la operación en 2007 a través del traficante internacional Monzer al-Kassar, que fue detenido y condenado a treinta años de prisión en febrero de 2009. Romarm suministró fusiles, granadas y cartuchos por una cantidad de 640.000 euros a las FARC.
La noticia no pasó inadvertida a los expertos sobre el tráfico de armas que se lleva a cabo en la antigua Europa comunista, donde tras el hundimiento de este sistema surgieron poderosas mafias que controlan el negocio de la muerte. «El fin del comunismo no ha traído automáticamente la justicia y el bienestar a los países del antiguo bloque socialista. El negocio de las armas es una de las facetas más siniestras de la nueva realidad, sobre todo en los países más pobres de la zona», explica la investigadora del Instituto de Asuntos Internacionales de Varsovia Beata Wojna.
Desde la caída del Muro de Berlín, en 1989, los Balcanes son la zona más sensible de la antigua Europa comunista. La mayoría de los estados posyugoslavos -Albania, Rumanía y Bulgaria- se enfrentan a poderosos grupos mafiosos que cuentan en sus filas con miembros de los antiguos aparatos policiales y militares. Auténticos estados dentro de las estructuras legalmente constituidas, las redes mafiosas extienden sus tentáculos por toda Europa, compran jueces, policías y políticos con relativa facilidad y han hecho del comercio de armas, fundamentalmente hacia países del Tercer Mundo o en guerra, un jugoso negocio.
Las mafias que trafican con la muerte que crecieron y se enriquecieron durante el conflicto de la antigua Yugoslavia se aprovechan de la estructura de los clanes que funcionan en países como Albania para organizarse y consolidarse al amparo de la pobreza y corrupción existentes en Rumanía y Bulgaria. No hay datos fiables, pero los expertos aseguran que es un negocio boyante. Los traficantes no son ajenos a proyectos políticos basados en el nacionalismo xenófobo y violento, y según investigaciones del FBI y cuerpos de seguridad europeos han llegado a socorrer financieramente a gobiernos del Este que estaban al borde de la quiebra.
Connivencia con gobiernos
La mafia albanesa, que opera en Kosovo y Macedonia, pero también en EE UU y algunos países europeos, mezcla el tráfico de armas con la prostitución, la emigración clandestina, la droga y el contrabando. Mueve un tercio de la economía de Albania y ayudó con dinero y armas al Ejército de Liberación de Kosovo durante su lucha contra el poder de Belgrado. En Macedonia, la Policía llegó a interceptar convoyes ilegales de armas provenientes de los almacenes de las fuerzas armadas, lo que, según el 'Osservatorio Balcani', demuestra que en este país existe una «estrecha colaboración» entre grupos mafiosos y altos responsables políticos y militares.
En Bulgaria, donde la industria militar atraviesa una grave crisis y el Ejército está desmoralizado por la falta de medios y los bajos salarios, la delincuencia organizada ha hecho del comercio armamentístico un lucrativo negocio.
EL DIARIO VASCO

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