Una patrulla rutinaria. Once de la mañana y a escasos metros de la puerta prinicipal de la base de Tynes, en el valle de Arghandab. Un inocente bote en mitad del camino explota al paso de los soldados americanos que inmediatamente se echan al suelo, toman posiciones y disparan contra aquello que les parece sospechoso. A las dos horas el equipo de artificieros limpia del todo la zona y se aproxima hasta la patrulla con los restos de un artefacto fabricado con fertilizante y que esta vez no ha podido causar víctimas porque estaba "mal preparado".
Ante la falta de convoys blindados, la insurgencia ha empezado a atacar ahora a las patrullas que recorren a pie el valle. Esta vez no hubo bajas, pero las caras de los soldados delatan la tensión que se vive en los alrededores de Kandahar. La nueva estrategia de combate les pide que se acerquen a los afganos, dialoguen e intenten ganarse sus corazones, pero después de un IED a las puertas de una base no hay ánimo para estrategias de este tipo y la gente sólo quiere volver a un lugar más o menos seguro y desconectar por un rato de la realidad que le rodea.
Tanys es una pequeña base construida sobre una antigua mezquita. Donde antes se rezaba ahora esté el gimnasio y donde antes estaba la madraza, ahora está el puesto de mando y los cuartos de los soldados americanos. Una inscripción en árabe recuerda el origen de un viejo edificio destrozado que las fuerzas americanas han reconvertido en base.
NOTAS. Día de cambios. Desde que llegué al valle he cambiado tres veces de base. Hoy he pasado de Terranova a Tanys, donde espero pasar un par de noches. Mi libreta apenas registra anotaciones en un día marcado por el IED en la patrulla a pie y por una patrulla a bordo de camiones blindados por el norte del valle. Me han asignado una hamaca en la parte trasera de la cocina, junto al acceso principal a las dependencias de la Policía Nacional Afgana. Sentado en un patio trasero, el atardecer ha transcurrido devorando páginas y páginas del libro de Jagielski y siguiendo el partido improvisado de fútbol americano entre afganos y americanos.
MIKEL AYESTARAN. ABC
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