La coalición internacional lanzó un misil sobre la residencia del dirigente libio en las afueras de Trípoli. Estados Unidos, que encabeza la ofensiva junto a Francia y el Reino Unido, asegura que no planea matar a Kadafi. Aumenta la controversia sobre el objetivo y los medios militares utilizados contra el régimen libio en el marco de la resolución de la ONU.
La noche de Trípoli volvió a iluminarse en la madrugada del lunes con el bombardeo aéreo de la coalición internacional y la respuesta de las defensas antiaéreas libias. Uno de los misiles de la alianza derribó un edificio de Bab al Azizi, el complejo presidencial del coronel Muamar Kadafi. De inmediato, el régimen convocó a la prensa para mostrar los destrozos en los 30.000 metros cuadrados de la residencia palaciega ubicada en las afueras de la capital libia.
El portavoz del Gobierno libio, Mussa Ibrahim, acusó a la coalición de querer asesinar a Kadafi y de poner en peligro la vida de civiles. Se trata de "un bombardeo bárbaro que hubiera podido afectar a centenares de civiles congregados en la residencia de Muamar Kadafi, a unos 400 metros del edificio alcanzado", sostuvo.
Desde Estados Unidos, que encabeza junto a Francia y el Reino Unido la coalición internacional, el vicealmirante norteamericano Bill Gortney negó que el objetivo de los ataques fuera matar al propio Kadafi. "Puedo garantizar que no figura en la lista de los blancos. No apuntamos contra su residencia", dijo.
Mientras tanto, crece el debate acerca del objetivo y los medios que la alianza internacional emplea para el cumplimiento de la resolución 1973 de la ONU, que autoriza la adopción de las medidas necesarias, entre ellas la imposición de una zona de exclusión aérea, para impedir el ataque de la población civil en la ofensiva contra las zonas rebeldes.
El domingo, el secretario general de la Liga Árabe, el egipcio Amr Musa, criticó los bombardeos de la coalición internacional estimando que “lo que está pasando en Libia dista del objetivo que consiste en imponer una zona de exclusión aérea y lo que nosotros queremos es la protección de los civiles y no bombardearlos", declaró Musa a los periodistas.
Estas reservas fueron recogidas el lunes por Alemania, país que con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU China y Rusia, prefirió abstenerse en la votación de la resolución 1973. "Hemos dicho muy claramente desde el principio que no participaríamos" en esta operación de la coalición internacional, declaró el lunes el ministro. “Esto significa que consideramos que hay riesgos" con la operación en curso "y cuando escuchamos lo que dijo la Liga Árabe ayer (domingo), lamentablemente comprobamos que teníamos motivos para estar preocupados", dijo Westerwelle.
La Unión Africana, por su parte, pidió “un cese inmediato de las hostilidades”. Algo que un portavoz del ejército libio dijo haber acatado, aunque este fue “inmediatamente violado” por las fuerzas de Kadafi, según el consejero del presidente estadounidense Barack Obama para la Seguridad Nacional, Tom Donilon.
La coalición internacional en tanto sigue esperando que Qatar y los Emiratos Árabes se sumen a la ofensiva militar, quitándole un cariz únicamente occidental a la operación “Odisea del Amanecer”.
Ante la cacofonía sobre las interpretaciones sobre la resolución, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió el lunes desde El Cairo que la comunidad internacional hable con una sola voz sobre Libia. Ban experimentó en carne propia las divisiones que existen sobre qué hacer con Kadafi en el mundo árabe. El funcionario fue rodeado este lunes por unos 50 partidarios del dirigente libio en la Plaza Tahrir en El Cairo, y lo forzaron a abandonarla y refugiarse en la sede de la Liga Árabe, aledaña al simbólico lugar de la revuelta anti Mubarak.
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