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jueves, 3 de mayo de 2012

El cese del Comandante de la Fuerza Aérea de Rusia es una sorpresa previsible

Ilya Krámnik, RIA Novosti

El reciente cese del Comandante de la Fuerza Aérea de Rusia, el coronel general Alexander Zelin, fue un acontecimiento a la vez inesperado y previsible.

Previsible, porque durante cuatro de los casi cinco años que ocupó el cargo circulaban rumores sobre su posible destitución. Inesperado, porque aparentemente no ha cometido fallos de importancia. ¿Cuál sería el balance de los años que Zelin pasó al frente de la aviación militar rusa?

Más vale pájaro en mano

El comportamiento de los altos mandos de la aviación en los últimos años se caracterizaba principalmente por la precaución mostrada en la selección del equipo técnico, en las condiciones de sus adquisiciones, en el fomento de determinadas tendencias de la investigación científica en el sector, etc. Una brillante ilustración del dicho popular sobre pájaro en mano y ciento volando.

El aumento de la financiación del sector militar que se produjo a partir de la segunda mitad de los años 2000 permitió reanudar las adquisiciones de unidades técnicas para la Fuerza Aérea y las fuerzas de la defensa antiaérea. Los contratos de compra de aviones y helicópteros de combate firmados en los últimos cinco años apuestan en su mayoría por plataformas ya conocidas y por modelos de una fabricación relativamente fácil y no demasiado costosa.

Son, en primer lugar, los aviones desarrollados en base a la plataforma T-10 y el más famoso de ellos es el caza Su-27. La Fuerza Aérea de Rusia solicita en la actualidad varios tipos de aviones de dicha plataforma, bombarderos tácticos Su-34, cazas Su-30 de diferentes versiones, Su-35S

y también Su-27SM3 ya entregados bajo contrato de 2009.


A pesar de que dicha plataforma fue creada hace ya bastante tiempo, sigue ofreciendo a los aviones de combate unas características idóneas que en combinación con equipo técnico moderno permiten a los herederos de los primeros Su-27 reunir todos los requisitos de las unidades de combate modernas.

Al mismo tiempo, si dejamos aparte la situación algo especial de los Su-35, que representan, en gran medida, una versión intermedia entre “4++” y la quinta generación, el resto de los “herederos del Su-27” fueron incorporados a la producción y probados en la explotación, incluido el Su-34 que por fin se está fabricando en serie en la planta de Novosibirsk.

Las entregas de los aviones arriba mencionados permiten renovar el parque móvil en unos plazos de tiempo reducidos y precisamente este objetivo podría considerarse prioritario en estos momentos para el mando de todas los Ejércitos del país.

Después de haberse asegurado unos contratos infalibles para la entrega de las nuevas modificaciones del T-10, el mando de la Fuerza Aérea pudo seguir avanzando hacia las pruebas y las compras del caza de la quinta generación, conocido actualmente bajo el índice T-50.

Queda ya patente que estos últimos aviones se fabricarán y se comprarán al mismo tiempo que las unidades de la generación anterior, entre otros factores debido a su precio considerablemente más elevado.

El mismo deseo de asegurarse una entrega realizada en los plazos previstos hace que para la aviación militar se compren de manera paralela los helicópteros Ka-52 y Mi-28, sin que se arriesgue de momento a decidirse por un único tipo.

No se puede estar seguro de que los fabricantes del modelo principal del helicóptero sean capaces de doblar los volúmenes de la producción manteniendo inalterable la calidad, mientras que se necesita una urgente sustitución de los Mi-24 que se están quedando obsoletos a marchas aceleradas. Además, la fabricación simultánea de los Ka-52 y los Mi-28 está justificada hasta cierto punto por sus características técnicas dispares, lo que permite a cada modelo ocupar su propio nicho.

Haciendo un resumen de las adquisiciones de unidades de quipo técnico, habría que abordar también la reacción de la comandancia de la Fuerza Aérea a los numerosos proyectos de los vehículos aéreos no pilotados sometidos a pruebas por una serie de empresas nacionales en el marco de un concurso público.

Merece ser señalado que los mandos de la Fuerza Aérea y Alexander Zelin no firmaron personalmente contratos para la compra de modelos que tenían evidentes desperfectos, y de hecho volvieron a convocar el concurso. Esta medida, que fomentó la competencia y el número de los participantes, hizo que se presentaran proyectos que podrían ser considerados en serio.

Otro mérito indudable de Alexander Zelin es el aumento del nivel operativo de la Fuerza Aérea en el período de su comandancia. No se trata únicamente del abastecimiento del combustible, un factor relevante pero dependiente básicamente del volumen de los gastos en la esfera militar: lo que sí consiguió el mando de la Fuerza Aérea es restablecer el sistema coordinado de formación militar y mantener la operatividad del parque aéreo, a pesar de la avanzada edad de algunas unidades y de sus desiguales características técnicas.

Los intentos de desarrollar una nueva estructura de la Fuerza Aérea rusa

En el transcurso de la reforma de la Fuerza Aérea de Rusia los más de 70 regimientos aéreos de distinto número de efectivos y diferentes tareas asignadas fueron agrupados en 14 bases aéreas, 7 de primer orden y 7 de segundo.

El objetivo supuestamente consistió en elevar el grado de operatividad de la Fuerza Aérea y en ahorrar fondos destinados a la modernización y al mantenimiento de la red de los aeródromos militares. No obstante, si los esfuerzos del Coronel General Zelin en la esfera de la renovación de las unidades de combate son en general evaluados de manera positiva, el cambio de la estructura de la Fuerza Aérea fue objeto de severas críticas.

En primer lugar, se pone en tela de juicio el aumento del grado de operatividad de la Fuerza Aérea. Los expertos opinan y, al parecer con toda razón, que una base militar (sobre todo la de primer orden, con su capacidad de agrupar más de 100 aviones y helicópteros de distintas clases, tipos y objetivos junto con una red de aeródromos dispersos a veces en un espacio muy amplio) representa una estructura demasiado pesada y difícil de manejar.

De hecho, una base de primer orden equivaldría a una división o incluso a un cuerpo aéreo de la época soviética. Al mismo tiempo, el número de oficiales será considerablemente más bajo y tendrán bajo su mando un mayor número de unidades militares y técnicas.

Verdad es que en estos momentos sería incorrecto emitir juicios sobre los resultados definitivos de la reforma de la Fuerza Aérea y ver su estructura como algo que no sufrirá modificación alguna. Reformas de esta envergadura suelen requerir bastante tiempo para corregir los planes iniciales y los errores cometidos durante las maniobras, en el mejor de los casos, y durante las acciones bélicas, en el peor.

Es evidente que para elevar el grado de la operatividad de la Fuerza Aérea, además de revisar al personal de mando, habrá que aumentar el número de bases, fraccionando las más grandes.

Esta, sin embargo, será la tarea del sucesor del coronel general Zelin en el puesto de Comandante de la Fuerza Aérea de Rusia. Su candidatura de momento se desconoce, pero todo parece indicar que será nombrado para el puesto el actual Comandante del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, el general mayor Vladimir Bondariov.

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