Foto: RIA Novosti
La prensa rusa, remitiéndose a fuentes del Servicio federal de cooperación tecnomilitar, informó de un convenio preliminar pactado entre la Federación Rusa y China sobre suministro de veinticuatro cazas SU-35.
Dicho contrato podría abrir, a los SU-35, el camino al mercado mundial. Sin embargo, la cooperación con China entraña no pocos riesgos.
El caza Su-35BM ha sido, al día de hoy, la última modificación de la plataforma del T-10C. Su primer exponente es el conocido caza Su-27. Este aparato y, el avión SU-30 creado en su desarrollo entre 1990 y el 2000, catapultaron a la marca Sujói a la fama mundial. Los aviones basados en la plataforma del T-10 han sido los cazas más vendidos de los últimos veinte años.
Es notable que China justamente abriera para los SU-27 el ancho camino al mercado. El primer contrato para la entrega de veinte Su-27 fue firmado en 1991, y el segundo, por dieciséis, en 1996. Más tarde vino un convenio de entrega de cerca de un centenar de juegos de piezas para el ensamblaje bajo licencia. China compró ya, después de aquello, aviones SU-30 MKK.
Después de los contratos con China vinieron los convenios con la India, Malasia, Vietnam, Argelia y otros países. Sin embargo, la historia del éxito comercial de los cazas rusos tiene también otra cara. Habiendo comenzado China el ensamblaje de aviones, gradualmente pasó a la copia del caza ruso, para luego lanzar a la producción un aparato ya “nacional”, digamos, con el índice de J-11. La copia china está muy distante del original por una serie de características, incluidas el recurso de los motores y las posibilidades de la aviónica. Pero, el proceso mismo de la copia aumentó las posibilidades de la industria militar china de la aviación. Ello sirvió para acelerar y renovar, a principios del 2000, la Fuerza Aérea de China, abandonando los vetustos aparatos del tipo J-6 que aún conservaban en las filas, una copia de los MIG-19 soviéticos de los años cincuenta.
Hace ya años que China muestra interés en los SU-35, que por sus posibilidades se aproxima a los aviones de quinta generación. Sin embargo, la suerte del Su-27 en China induce a pensar en la posibilidad que se repita la historia con el SU-35. Y es que, nadie garantiza contra los intentos de copiar el aparato ruso. Solo una partida cuantiosa, de no menos de medio centenar de aviones, podría atenuar, parcialmente, el daño potencial. Pues, el monto de dicha importación haría absurda la copia, y el dinero obtenido por el exportador puede ser destinado para el diseño de aviones más perfectos.
Mientras que una partida de veinticuatro aviones difícilmente puede ser considerada suficiente para conciliar con el riesgo que, dentro de diez a quince años, surque los aires un clon chino más. Otro método para reducir el riesgo puede ser la venta a China de una versión simplificada del SU-35. Es muy posible que tal variante sea empleada en la práctica. La suma de mil quinientos millones de dólares, por veinticuatro aviones, no parece en absoluto desmesurada. Pues, el precio de las versiones top de los aparatos creados sobre la base del T-10 superó ya el límite de los cien millones de dólares el ejemplar.
La entrega de una versión simplificada, tomando en cuenta que la copia del aparato tomará no menos de cinco a siete años, pude ser una variante bastante aceptable, pero no óptima. La variante óptima de desarrollo de los hechos, en el caso con China, sería la reducción al máximo de los suministros a ese país de tecnologías rusas de punta. A costa de los pedidos internos es posible compensar también las perdidas potenciales del complejo militar industrial.
sb/kg/ap
http://spanish.ruvr.ru/
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