Artículos de Opinión | CEPRID | 18-11-2012 |
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o NATO (por sus siglas en inglés) es la alianza militar más terrorífica y de mayor potencia destructiva, nunca antes concebida en la historia de la humanidad. En la actualidad es una grave amenaza para América Latina y el Caribe.
Estados Unidos y sus aliados europeos la crearon en el marco de la guerra fría con la intención de enfrentar a la Unión Soviética y sus aliados que se vieron forzados a responder la provocación occidental, creando el Pacto de Varsovia.
La Unión Soviética y su descalabro produjeron el fin del Pato de Varsovia y ya sin el fantasma del comunismo, la tétrica OTAN debía ir a descansar en el museo de las más grandes torpezas e infamias de la humanidad, pero no, Estados Unidos constituido en imperio inapelable y la Unión Europea como su fiel aliada, y con similares propósitos de dominación, decidieron no sólo mantener la OTAN, sino reforzarla con aviones, helicópteros, submarinos, naves de guerra de todo tipo y un ejército de aire, mar y tierra dotados de armas nucleares capaces de destruir -siete veces- la vida sobre la tierra y como si eso fuese poco, la OTAN dispone de armas químico-bacteriológicas y equipos militares dotados de tecnología de punta y de última generación, incluidos satélites espías. Además, las fuerzas de seguridad de Estados Unidos y Europa, los servicios de espionaje o comunidades de inteligencia trabajan coordinadamente para dotar de toda clase de información a los comandantes de la OTAN al tiempo que definen estrategias y señalan objetivos bajo decisión del Presidente de Estados Unidos y de los Presidentes o Jefes de Gobierno de la Europa otanizada.
Los latinoamericanos y caribeños no tienen conciencia de la terrible amenaza que es la OTAN para la supervivencia de nuestros pueblos; hasta los dirigentes y líderes parecen considerar que la OTAN, al tener su sede en Europa, está muy lejos de nuestra subregión y, por tanto, no es una amenaza real para la paz del subcontinente y a menudo se olvidan que Latinoamérica y el Caribe fueron declaradas zonas libres de armas nucleares y de armas de destrucción masiva: químico-bacteriológicas, como olvidan, también, que cada base militar de Estados Unidos instalada en nuestras patrias, es potencialmente una base militar de la OTAN. Este es un peligro real que amenaza la vida de nuestros pueblos.
La OTAN está en América Latina y en el Caribe y en estos mismos días, Estados Unidos, Gran Bretaña y la OTAN instalan una inmensa y sofisticada base en las Islas Malvinas para amedrentar a la República Argentina y su decisión de reclamar la soberanía sobre las islas, arrebatadas prepotente y abusivamente por el Reino Unido que no quiere deshacerse de su escabroso pasado colonial.
La base militar de la OTAN en las Islas Malvinas argentinas, es una amenaza directa a la soberanía y la paz de Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Chile. El Cono Sur de nuestra América está en peligro, bajo constantes amenazas de bombardeos, invasiones e intervenciones armadas e injerencias imperiales de toda naturaleza, y lo que es peor con la complicidad de algunos gobiernos de nuestras patrias que han permitido la vigencia de convenios militares de cooperación o la instalación de nuevas bases militares por parte de Estados Unidos, con burdos pretextos de ayuda humanitaria o para intervenir en desastres naturales y en el control del crimen organizado internacional, cuando en realidad son bases de control político, militar y económico para advenir al dominio neocolonial definitivo.
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Pero cada vez los pueblos comienzan a despertar de letargos neocoloniales y al adquirir conciencia de los peligros que le acechan, América Latina y el Caribe empiezan a desempeñar el papel relevante en una serie de campañas que se han realizado en rechazo a la presencia de la OTAN y emplazan a Estados Unidos y sus aliados a la abolición de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Así quedó de manifiesto en Dublín, Irlanda, durante el III Congreso de la Red Internacional No a la OTAN-No a la Guerra, donde se reconoció el hecho incontrovertible de que los latinoamericanos y los caribeños tienen a la OTAN como un vecino peligroso y un invasor taimado y subrepticio, según decía el analista Luis Gutiérrez Esparza.
Desde esa campaña, se han realizado otras, y una de las más grandes manifestaciones públicas de rechazo a la maquinaria de guerra imperial, se produjo en Chicago en la Contra Cumbre de la OTAN, realizada en el pasado mes de mayo.
Tiene razón Luis Gutiérrez Esparza al señalar que los más de tres mil kilómetros de frontera entre México y Estados Unidos representan, a la vez, la frontera de América Latina con la OTAN; y más allá de que las bases militares estadunidenses en territorio latinoamericano son potencialmente bases de la alianza, la de Palanquero, en Colombia, ha sido específicamente designada para vuelos militares entre Sudamérica y África (hecho que adquirió una relevancia especial en el marco de la agresión de la OTAN contra Libia); y las bases militares británicas en las Malvinas y las Georgias que forman parte de la red global de la propia alianza guerrerista.
Harto conocido y por ello no menos reprochable, es que donde hay una base militar estadounidense, existe el peligro cierto de represiones y provocación a civiles y a gobiernos progresistas que, generalmente, terminan en golpes de Estado.
Los latinoamericanos y caribeños no pueden olvidar que la base estadunidense de Palmerola, en Honduras, fue el conducto del apoyo estadunidense a los golpistas en ese país que derrocaron al presidente Zelaya, y tampoco deben olvidar que el Pentágono y la CIA intervinieron en la planificación y ejecución del golpe de Estado express en Paraguay que depuso al presidente Lugo, y ahora se sabe que una de las razones fue la necesidad imperial de contar con una base militar en Estigarribia, “para controlar la Triple Frontera”.
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No se debe olvidar que “el aeropuerto internacional panameño de Tocumen es utilizado por aviones estadunidenses de reconocimiento E-3 AWACS, los cuales vigilan permanentemente el espacio aéreo centroamericano; que se ha registrado una creciente presencia de buques de guerra estadunidense en la antigua base Radman, situada junto a la salida del canal de Panamá al océano Pacífico; o que Estados Unidos tiene planes para destacar aviones E-3 AWACS, Orion P-3 y transportes de carga C-17, en la base de Palanquero, en Colombia”. La presencia de las bases estadounidenses en Colombia se ha justificado con el pretexto de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, pero en realidad representa una pieza del dispositivo militar global de Estados Unidos y patrocina un enfoque militar y unilateral de estos problemas, que impide su tratamiento regional, social, político, autónomo y multilateral. La militarización unilateral implica la desestabilización regional y su presencia en Colombia y en las zonas fronterizas, ha contribuido a agravar la crisis humanitaria, ambiental y social de vastas regiones.
“Una posible consecuencia es que los países que se sienten directamente amenazados por esta política estadunidense busquen, a su vez, recursos para reforzar su seguridad y se produzca así una nueva carrera armamentista en la región, provocada por Estados Unidos. Adicionalmente, la creciente presencia militar de Washington en América Latina, sigue la pauta estratégica de la globalización de la OTAN, la única alianza militar transnacional, que pretende desplazar a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como el principal foro global y la más importante organización supranacional.
El Comando Sur de Estados Unidos, responsable de la planificación, coordinación y conducción de las actividades militares estadunidenses en América Latina y el Caribe, ha instalado bases militares con aeropuertos en Aruba-Curazao, Antillas Holandesas; en Palmerola, Honduras; y en Comalapa, El Salvador, además de las negociadas en Colombia; y pretende instalar otras más en Argentina, Paraguay, Perú, la República Dominicana y hasta en Brasil y Argentina.
En el ámbito global, dice Gutiérrez Esparza, pero también en el latinoamericano y caribeño, son indispensables la disolución y el desmantelamiento de la OTAN, en orden a contribuir a la seguridad internacional, a la estabilidad regional y nacional, a la democracia y a la paz. La OTAN significa más guerras. Nunca ha sido, ni será, una organización para la protección y la seguridad. Es únicamente una alianza militar creada para imponer la voluntad de las élites occidentales.
La OTAN es un pacto ofensivo
El mismo analista al referirse a la pasada Cumbre de la OTAN efectuada en Chicago en los días 21 y 22 de mayo de este año, en el complejo McCormick Place de Chicago, afirma que hoy más que nunca resulta importante saber, o recordar, que la OTAN no es un proveedor de seguridad internacional; tampoco, un socio confiable de las Naciones Unidas, a las que ha eclipsado y mutilado, ni de ninguna otra organización internacional, mundial o regional. Mucho menos desempeña el papel de una “alianza de las democracias”. La OTAN es un pacto ofensivo, sin ley y asesino, una amenaza para la humanidad; y América Latina la tiene a su lado: los tres mil kilómetros de frontera entre México y Estados Unidos, son la frontera latinoamericana con la OTAN”, reitera el analista.
La creciente presencia militar de Washington en América Latina sigue la pauta estratégica de la globalización de la OTAN. Por ello es muy importante para los latinoamericanos saber qué es y cuáles son sus objetivos. Pero el resto del mundo corre el mismo peligro. A la OTAN la hemos tenido frente a nuestras narices y nada hemos hecho. Hemos callado quizá por ignorancia o tal vez porque en algunas partes se cree, fatalmente, que ya nada se puede hacer, que ese es el orden establecido por el poder mundial y que no hay poder humano que lo derroque. Esa posición linda con el absurdo “a mí que me importa” o lo que es peor con la traición a su propia conciencia y a su pueblo.
Frente a esa realidad de miserias morales surgen otras voces a lo largo y ancho del mundo y en especial de nuestra América Latina para difundir el nuevo pensamiento y denunciar a este tipo de organizaciones que como la OTAN significan expansionismo, neocolonialismo, destrucción y muerte. Esas voces se identifican con el pensamiento rebelde y patriota que no temen denunciar al imperio y sus crímenes, a la OTAN y sus atrocidades. Allí están Luis Gutiérrez Esparza, Francisco Ramírez, Ernesto Velit Granda, Cesar Zubelet y organizaciones sociales, populares e intelectuales como el Tribunal Dignidad, Soberanía y Paz contra la Guerra, el Comité Independencia y Soberanía para América Latina -CISPAL y la Red Internacional No a la OTAN-No a la Guerra.
Francisco Rodríguez, escribía: La política internacional es un campo minado de estrategias que envían señales a veces claras, otras no tanto. Esto viene a colación de los encuentros del G-8 en Camp David, Estados Unidos y la cumbre del G-20 en Chicago, que tuvieron como foco la pesadilla de la recesión que sigue amenazando la posición de los países desarrollados. Seguido se realizó allí, la 25 reunión de la OTAN para tratar en agenda los compromisos militares de la coalición en Afganistán, Irak y especulando otra agenda secreta, el acercamiento de posiciones frente a Siria y la paranoia del desarrollo nuclear iraní. Al término de la Cumbre se suscribieron documentos que definen una postura común sobre Afganistán más allá del 2014, una línea conjunta ante el terrorismo y las tareas de defensa colectiva.
El propósito de restablecer la arquitectura de dominación mundial sigue su curso. Mientras una mano teje con hilos de hierro un orden global económico y financiero internacional concentrado; la otra, cierra el puño y sella a sangre y fuego una política militar hegemónica de alcance planetario
La circunstancia que OTAN se haya reunido en suelo americano no pasa desapercibida, tampoco que la ONU participara, ya que aquella pretende legitimarse como el brazo armado del Consejo de Seguridad. Hasta ahora el escenario ha sido fundamentalmente europeo. En Estados Unidos se realizó una en 1978 que avanzó en un programa de defensa a largo plazo y, otra en 1999 que conmemoró el 50 Aniversario de la organización. Corrían entonces los tiempos del Consenso de Washington y las políticas neoliberales que muchos aplicaban por aquél entonces.
Trece años después, el escenario cambió. La UNASUR y la CELAC están modificando la geopolítica regional con enfoques de seguridad y defensa propios. Asimismo, el espectro político e ideológico se ha vuelto complejo, hay movimientos sociales fuertes y organizados en todos los países, gobiernos a la derecha como Chile; progresistas como Argentina o Ecuador y transiciones socialistas como Venezuela y Cuba. Otro tanto ocurre con las relaciones exteriores que orientadas por los principios de multipolaridad y autonomía soberana intensifican las relaciones Sur-Sur, como son los casos de Venezuela, Bolivia y Ecuador abriendo las puertas a China o Rusia, actores competidores de los Estados Unidos. Ni que decir del intercambio con Irán que causa escozor, al punto de pretender colocarnos en la antesala de los llamados Estados terroristas.
La cumbre de OTAN en Chicago, aunque no contemplase en la agenda a la región, envía una señal de advertencia sobre el potencial despliegue e intervención en cualquier espacio geoestratégico del mundo. Entre los argumentos a los cuales recurren están las potenciales amenazas terroristas, calificadas como tales por ellos, y en función de las cuales actuarán justificando la defensa propia o colectiva.
Nuestra América Latina y Caribeña debe oponer frente a la diplomacia militarista de la OTAN, la conformación de la región como zona de paz, al tiempo que fortalecer la Diplomacia de los Pueblos que trasciende las burocracias de los Estados y puede actuar como cortafuegos. De la misma forma ha de impulsar el desarrollo iniciado del Consejo de Defensa de UNASUR y una Doctrina regional de defensa colectiva. Asimismo promover el Consejo de Defensa de la ALBA propuesto recientemente por el Presidente Hugo Chávez. Solo mostrando una clara unidad de intereses y posiciones comunes, aún por encima de las diferencias, será posible contener los nubarrones y tormentas que a lo lejos se avisoran.
Para Ernesto Velit Granda, la OTAN es, en el mejor de los casos, una institución multinacional y supranacional, costosa y obsoleta. En el peor, que corresponde a la realidad más puntual, es la principal amenaza a la estabilidad, la paz y la supervivencia del mundo y del género humano. Sostiene que la OTAN cada vez recibe más recursos financieros, tecnológicos, humanos; sin adversario específico al frente -el Pacto de Varsovia desapareció con la Unión Soviética y la llamada comunidad socialista de Europa del Este-, funciona como una alianza militar al servicio de Estados Unidos y sus principales aliados de Europa Occidental; lleva a cabo una irresistible expansión global y en los planes de sus líderes y estrategas, está encaminada a sustituir a las Naciones Unidas como la principal -y posiblemente única- organización internacional.
Velit Granda agregaba que para entender qué es la OTAN y el peligro que representa, es preciso adentrarse en su cada vez más amplia y complicada estructura. No solamente ha creado el primer ejército global con capacidad de reacción inmediata, siempre a la sombra del poder militar estadunidense, sino que amplía su presencia virtualmente a todo el mundo, mucho más allá de los límites del Atlántico Norte impuestos por su norma constitutiva, el Tratado de Washington, firmado el 4 de abril de 1949.
En América Latina, la OTAN actúa indirectamente, a través de Estados Unidos; o de manera directa, con asociaciones, maniobras militares y estatus especiales, como el conferido a Argentina en 1998, como aliado especial extra-OTAN. A partir de este discutible privilegio, los argentinos participaron en el contingente de la OTAN que se encuentra en Kosovo, bajo un singular mandato de la ONU.
En 1977, la dictadura militar argentina se enfrascaba, junto con otros gobiernos represores del Cono Sur, en conversaciones con Sudáfrica –entonces sometida al régimen ultraderechista del apartheid—, acerca de la creación de una alianza militar para la defensa del Atlántico Sur, en la que estarían incluidos Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay. Se hablaba entonces de dos posibilidades: una extensión de la OTAN hacia el sur, mediante la incorporación a la alianza atlántica de Argentina, Brasil y Sudáfrica; o el surgimiento de un nuevo pacto militar, basado esencialmente en esos tres países, mismo que en los escritorios de planeación de Buenos Aires y Washington ya tenía nombre: Organización del Tratado del Atlántico Sur (OTAS).
La OTAS desapareció incluso como concepto en el entorno de la guerra de las Malvinas, pero la expansión de la OTAN hacia América Latina y el resto del mundo, es una realidad. La Unión Europea se encuentra cada vez más subordinada a la OTAN. Se ha establecido específicamente que la UE puede utilizar la estructura militar de la alianza para misiones de paz. Algo similar ocurre con la Organización de las Naciones Unidas. Conforme al artículo tercero del Tratado del Atlántico Norte, carta constitutiva de la OTAN, “las partes, actuando individual y conjuntamente de manera continua y efectiva mediante la aportación de sus propios medios y prestándose asistencia mutua, mantendrán y acrecentarán su capacidad individual y colectiva de resistir a un ataque armado”, recordaba Velit Granda; es decir, sus respectivas estructuras militares están siempre en interrelación; y una base de cualquier país miembro de la alianza, es potencialmente una base de la superpoderosa alianza militar.
Maniobras de ejércitos latinoamericanos con la OTAN
La OTAN cada vez está más cerca de América Latina y del Caribe. ¿Sabía usted que Chile, Brasil, Colombia, Perú, la República Dominicana y Uruguay, además de México, en inesperada y desalentadora presencia, han participado en maniobras navales militares con los estadunidenses y algunos de sus aliados de la OTAN, como Alemania y Canadá?
El caso de México es desalentador. Participó en el primer mayor ejercicio táctico antiterrorista de fuerzas multinacionales en territorio estadunidense. Por otra parte, Granda denunciaba que se “tiene conocimiento, además, de la instalación de 10 bases “anticrimen” en México, producto de una sigilosa negociación bilateral con Estados Unidos, que representa una amenaza tanto para la seguridad nacional mexicana como para los países latinoamericanos, puesto que pueden convertirse en otras tantas bases militares estadunidenses. Esta información, filtrada por la propia embajada estadunidense, da a conocer un documento enviado por el presidente Barack Obama al Congreso, en el cual anuncia que la Secretaría de Seguridad Pública mexicana construye las bases y “pronto” entrarán en operación tres de ellas.
En este contexto, la publicación especializada Jane’s Intelligence Weekly, dio a conocer que “la primera iniciativa anunciada por Carlos Pascual, nuevo embajador de Estados Unidos, implica una extensión piloto del programa E-Trace en México a mediados de septiembre, con cobertura nacional completa programada para finales de 2009. E-Trace utiliza la tecnología digital para rastrear el origen de las armas confiscadas a los cárteles mexicanos de la droga, e identificar las rutas de tráfico de armas
El Movimiento Internacional No a la Guerra, No a la OTAN, acordó en Berlín informar de manera puntual, permanente y accesible a la sociedad civil en todo el mundo, sobre los riesgos y peligros de una militarización global conducida por la alianza atlántica con Washington como director de orquesta.
Dentro de la estrategia aprobada por los asistentes al congreso, figuran conferencias, reuniones, seminarios, actos públicos de información y difusión, manifestaciones de protesta, trabajos de cabildeo con legisladores y gobernantes y eventos programados paralelamente a las cumbres y los encuentros bilaterales o multilaterales.
No debe perderse de vista el hecho de que en el centro de las proyecciones estratégicas de la OTAN, figuran los recursos naturales de América Latina: no solamente el petróleo o minerales estratégicos, sino los relacionados con la supervivencia de la humanidad, como el agua y la biodiversidad.
En forma paralela, Washington establecerá bases navales en Panamá: en Bahía Piña, provincia de Darién, limítrofe con Colombia; y en Punta Coca, al sur de la provincia occidental de Veraguas.
Por otra parte, el Pentágono negociaba con el gobierno de Alan García, en Perú, el restablecimiento de una base militar en Pichari, provincia de Ayacucho, aunque el Departamento de Estado insista en desestimar la información. Sin embargo, no pudo negar que Estados Unidos ayudará al gobierno peruano a modernizar las instalaciones. De hecho, se trasladaron a Pichari algunos de los equipos que se encontraban en Manta, Ecuador.
En el Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales, se considera que la globalización de la OTAN es una realidad en crecimiento; y esta visión estratégica, impulsada desde Washington, arrastra no solamente a Europa Occidental, sino proyecta su sombra intervencionista sobre América Latina, que al tener en México frontera con Estados Unidos, la tiene asimismo con la propia alianza.
En el ámbito latinoamericano, el objetivo es crear un cerco militar contra los países que no acaten las directrices geopolíticas y geoestratégicas de Estados Unidos. Los gobiernos, la clase política y sobre todo, la sociedad civil, tienen cada vez más claro cuál se pretende que sea el papel de la OTAN en el mundo actual y de cara al futuro.
En la concepción geoestratégica de los altos responsables de la política exterior estadunidense, la OTAN debe ir desplazando a Naciones Unidas del eje de la concertación internacional. El máximo organismo global, supranacional, deberá ser, conforme a dicha visión, una estructura militar que supedite los intereses políticos a las grandes decisiones geoestratégicas tomadas en los círculos superiores de la Casa Blanca y el Pentágono.
En todas las capitales latinoamericanas cunde la certeza de que además de fortalecer la estructura militar de la OTAN, sus integrantes, encabezados por Estados Unidos, buscarán establecer vínculos renovados y más estrechos con los organismos internacionales más importantes, mismos que a la vez irán siendo minados y cooptados; e incluso con organizaciones no gubernamentales de carácter global, regional y nacional, a las cuales esperan convencer de las bondades de programas colaterales de la alianza, como la Asociación para la Paz, nombre eufemístico que disfraza la incorporación de países como aliados de segundo nivel.
El proceso de elaboración de un nuevo concepto estratégico para la OTAN global, ocasionará fuertes diferendos políticos, no sólo entre los integrantes de la alianza, sino en el resto del mundo. Por ejemplo, las amenazas que percibe actualmente la OTAN han dejado de ubicarse en una zona geográfica específica –la que ocuparon las desaparecidas Unión Soviética y comunidad de naciones socialistas de Europa central y oriental—, para abarcar a todo el mundo.
¿Cómo habrán de combinarse las obligaciones y responsabilidades de la defensa colectiva, con la existencia de una fuerza de reacción rápida, poderosa y efectiva, capaz de trasladarse en corto tiempo al más remoto rincón del planeta? Estas misiones expedicionarias son consideradas cada vez más prioritarias no sólo por Estados Unidos y la OTAN, sino incluso por la burocracia dirigente de la ONU.
Los estrategas de la OTAN trabajan afanosamente en un conjunto de directrices que determinen las condiciones para llevar a cabo “acciones solidarias” de intervención militar contra “Estados fallidos”, concepto que en este caso, no es sino un eufemismo para designar a los gobiernos o regímenes incómodos, principalmente aquellos que no acepten los dictados de Washington y sus aliados europeos. Será preciso insistir, ante los gobernantes, los actores políticos y la sociedad civil latinoamericana, en la urgencia de un rechazo tajante a los propósitos de subordinar a todos los organismos internacionales, incluidas la ONU y, por supuesto, la Organización de Estados Americanos, a los planes y los objetivos de la OTAN; y reforzar en todo el mundo la acción de la sociedad civil para que este peligroso residuo de la guerra fría desaparezca de una vez por todas y para siempre. Cesar Zubelet, en un análisis especial para Aluvión Popular sostenía que la instalación de las bases militares norteamericanas en zonas estratégicas de Centroamérica y el Caribe, tuvo sus orígenes con la apropiación del Canal de Panamá, ahora devuelto a esa Nación; en este lugar se estableció el centro de operaciones para toda región del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos.
Añadía que en América Latina, la estrategia estadounidense incluye la instalación de nuevas bases militares, el refuerzo de las bases ya existentes, el entrenamiento de militares latinoamericanos, la venta de armas, la instalación de sistemas de vigilancia y espionaje, y el apoyo a mega-proyectos energéticos y de infraestructura para la explotación de los recursos naturales.
El objetivo de la política exterior norteamericana es defender los intereses de las grandes empresas y garantizar el control principalmente del petróleo, el agua y la biodiversidad.
Un rosario de bases militares
En Centroamérica desde la región el Mar Caribe, el control lo ejercen a partir de las bases militares establecidas en Panamá, donde el Departamento de Defensa Estados Unidos acordó con el gobierno panameño la construcción de 11 bases aéreo-navales sobre las dos costas del país. Dos es esta bases serían instaladas en la Bahía Piña, en la provincia del Darién, fronteriza con Colombia, y en Punta Coca, en la provincia de Veraguas. Además la administración panameña informó que las bases aeronavales estarán instaladas en el Pacifico en la Isla Galera, Mensabé en Los Santos, Quebrada de Piedra en Chiriquí Grande e Isla Colon, en Bocas del Toro, Sherman en Colón, El Porvenir y Puerto Obaldia en Kuna Yala.
En Honduras está la base área de Palmerola, en la ciudad de Comayagua, lugar al que fue trasladado el presidente Manuel Zelaya luego de ser derrocado por un Golpe de Estado, el 28 de junio del 2009. También está la base militar en Soto Cano, ubicada a 97 kilómetros de la capital: desde acá la “contra” lanzaba sus ataques terroristas, escuadrones de muerte y misiones especiales, a Nicaragua y a El Salvador. Ahora planea instalar una nueva base militar en las Islas de la bahía.
En El Salvador está la Base Militar Comalapa, plataforma pequeña que se utiliza para el monitoreo satelital y como apoyo a las bases más grandes de la región (como la que funcionó en Ecuador). En Costa Rica se encuentra la base Militar Liberia. Vale recordar que el gobierno costarricense firmó un acuerdo de “cooperación de seguridad y vigilancia contra el terrorismo y el narcotráfico” con el Ejército norteamericano. La primera fragata que llegó a este país tiene el nombre de IWO JIMA, el mismo nombre de la isla Japonesa que recuperó Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
En Isla de Aruba está la base Reina Beatriz, que está en la isla de las Antillas Menores, a 25 kilómetros al Norte de la península de Paraguaná, al Noroeste de Venezuela y al Sur del Mar Caribe, justo al Oeste de la Isla de Curazao. Este es un país autónomo dentro del Reino de los Países Bajos.
En la Isla de Curazao está la base militar Hato; este es un país autónomo del Reino de los Países Bajos situado en el Sur del Mar Caribe, a unos 50 kilómetros de la costa occidental de Venezuela.
En el territorio de la República de Cuba, el gobierno estadounidense instaló ilegalmente en la Bahía de Guantánamo, en el 2002, un centro de detención o campo de concentración de alta seguridad para los supuestos terroristas que el imperio detiene en los países de medio oriente, especialmente Afganistán. En este lugar además llevan a detenidos de otras cárceles secretas que tiene la CIA en el mundo. En Colombia, en el marco del Plan Colombia se instalaron las bases de Tres Esquinas, Toleimada, Apiay Palanquero, Bahía Málaga, Malambo y Cartagena.
Perú cuenta con dos Bases Militares: Iquitos y Nanay. Estas bases pertenecen a las fuerzas armadas peruanas, pero fueron construidas y son usadas por soldados estadounidenses que operan en la zona fluvial Nanay y en la Amazonia peruana.
En Paraguay, llaman la atención al menos dos instalaciones militares de distinto uso y magnitud por donde circulan tropas extranjeras. Una de ellas es un destacamento de la DEA, en la localidad de Pedro Juan Caballero, ubicada al Noroeste de Asunción, en el límite con Brasil. La otra es la Base Mariscal Estigarribia, en el Chaco paraguayo, a 250 kilómetros de la frontera con Bolivia.
Vale recordar que en Ecuador funcionó, hasta el 16 de julio del 2009, la Base militar de Manta, principal centro de espionaje electrónico con tecnología satelital del Pentágono, desde allí partían diariamente los aviones espías de la armada de los Estados Unidos, y se piensa que también partieron los aviones que asesinaron a Raúl Reyes, ya que está su base clandestina estaba instalada en Angostura en territorio ecuatoriano..
Ya no es un secreto que en las Islas Malvinas, la OTAN tiene una Fortaleza Militar, ya que el Reino Unido tiene emplazados a 1.700 hombres, seis aviones de combate, una flota de helicópteros, una estación de radar y una batería de misiles.
Al respecto el integrante de la Asamblea Legislativa de las Malvinas Jan Cheek, indicó: “tenemos una fuerza lo suficientemente grande como para disuadir a la Argentina de cualquier intento de invasión”; las declaraciones las realizo cuando la compañía Rockhopper Exploration informó que había encontrado crudo de buena calidad en la cuenca norte del archipiélago.
La Base Aérea de Mount Pleasant o Monte Agradable está ubicada a 70 kilómetros al Suroeste de Puerto Argentino, es una base militar de la rama aérea de las Fuerzas Armadas Británicas, emplazada en la Isla Soledad, y cuenta con entre 4 y 6 aviones de combate Eurofighter Typhoon, un Vickers VC 10 para reabastecimiento en vuelo, un C13011 Hércules y dos helicópteros EH-101 para búsqueda y rescate, y otros 4 helicópteros Chinook para transporte.
La Royal Navy es el más antiguo de los cuerpos militares británicos en el lugar; cuenta con un buque mayor, un buque logístico, y un submarino nuclear que patrulla la zona. Vale recordar que en Monte Agradable se entrenaron las tropas de soldados que luego desembarcaron en Afganistán e Irak.
Un tema no menor son las bases militares de la Unión Europea en nuestra región: según la presidenta del Movimiento por la Paz y la Solidaridad entre los Pueblos, Rina Bertancini, “Gran Bretaña posee en la Isla Ascensión, ubicada en medio del Océano Atlántico, una de las instalaciones que actúan como posta de servicios y apoyo logístico a las fuerzas aliadas que pasan cerca como quedó comprobado durante la Guerra de Malvinas, cuando tanto en Ascensión como en la base militar inglesa de Gibraltar (España), permitieron a la Marina Real y a la Real Fuerza Aérea llegar al Atlántico Sur con mayor rapidez y menor necesidad de enviar combustible de aviones cisterna para el suministro del equipamiento en la línea de frente”.
Otra pequeña unidad británica se encuentra en Bélice, un país del Mar Caribe que limita con México al Norte y con Guatemala al Oeste y al Sur; aunque el gobierno británico en 1994 dio por concluida su presencia en esa Nación, todavía conserva tropas que realizan entrenamientos de guerra tropical.
La Isla de la Martinica es un departamento de ultramar francés ubicado al Norte de Santa Lucía, en aguas del Mar Caribe, donde el Ejército francés cuanta con 150 efectivos, incluyendo el 33er. Regimiento de Infantería con sede en la capital, Fort de France, en la cual se encuentra emplazada la Marina de Guerra con 500 efectivos, junto a 4 barcos, varios helicópteros y un avión de vigilancia marítima. En Guadalupe, pequeño archipiélago de las Antillas, en el Mar Caribe, está el Departamento de ultramar de Francia que se encuentra a 600 kilómetros al Norte de las costas de América del Sur y al Sureste de la República Dominicana; en este territorio se halla el 41º Batallón de Infantería de Marina. Al mismo tiempo la armada se refuerza con un avión de la Fuerza Aérea y con 200 efectivos con base en Lamentin, en la zona militar de Raizet, e incluye 3 aviones y varios helicópteros. Las fuerzas francesas en las Antillas se complementan con 400 civiles, 1.250 tropas de gendarmería y 1.050 del servicio militar.
De la misma manera la Guayana francesa alberga a 1.300 efectivos de ejército, entre ellos el 9º Regimiento de Infantería de Marina, y el 3er. Regimiento extranjero de Infantería. La armada, igualmente, tiene 180 personas y posee una fuerza naval en la Estación de Degrad des Cannes, con 2 buques de patrulla y 2 lanchas de alta velocidad para la vigilancia marítima costera, operadas por la gendarmería. La Fuerza Aérea también tiene una base en Cayena y en Saint- Juan du Maroni, y la gendarmería cuanta con 750 efectivos en cinco escuadrones móviles. De esta forma observamos que Francia, miembro de la OTAN concentra en el Norte de América del Sur y en el Mar Caribe una fuerza militar permanente, de por lo menos 8.000 efectivos diseminados en bases terrestres aéreas y navales, en tres lugares de la región que rodean a Venezuela por el Este y el Norte, que sumado a la reactivación de la IV Flota, y la creación de nuevas bases estadounidense son utilizadas para intimidar y frenar los procesos sociales que se desarrollan en América Latina.
De esta manera vemos como se llevan adelante los planes de desestabilización contra los países miembros de la Alianza Bolivariana para las Américas, como sucede en los casos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Cuba; junto con el Golpe de Estado en Honduras. Cada base militar de la OTAN en nuestra América, no es solo una amenaza terrible para la región sino que es un atentado a la dignidad de los pueblos y a la soberanía de los estados.
El proceso de militarización en el Continente ha generado el aumento de las violaciones a los derechos humanos, la represión a los movimientos sociales, el desplazamiento y la migración forzada de millones de personas, y la destrucción del ambiente, por eso es necesario detenerlo, sostenía con toda razón, el internacionalista Cesar Zubelet.
En toda guerra mueren, asesinan, pervierten, destruyen, y es la sangre inocente de hombres, mujeres y niños la que se derrama a raudales. En un ataque nuclear la humanidad desaparecerá y Estados Unidos y la OTAN tienen suficientes bombas para acabar con toda la vida de la tierra en más de siete veces, y si pocos quedan después de la hecatombe, la IV Guerra Mundial será con palos, piedras o arcos y flechas, para parafrasear al genio del siglo XX Albert Einstein. Estados Unidos y Europa conocen del dolor de la pérdida de vidas humanas de sus preciosos e irremplazables soldados anglosajones, caucásicos o de cualquier otra etnia que hayan servidos a sus intereses colonialistas o de dominación neocolonial, pero sobre todo les duele los costos de indemnizaciones y seguros de vida o discapacidades, razón por la que Estados Unidos y la OTAN prefieren privatizar las guerras si éstas se desatan contra los pueblos pobres, inviables, “Estados fallidos” e “inferiores” del Tercer Mundo. Las guerras actuales han sido privatizadas y en ellas intervienen mercenarios “sin dios ni ley”, y en América Latina un claro ejemplo está en lo ocurrido en las Islas Malvinas y en Colombia con la famosas Dyncorp. Los mercenarios del imperio tienen la palabra.
Ahora es el compromiso: La Red Internacional No a la Guerra – No a la OTAN, el Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (México) y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (Argentina), organizan en Buenos Aires, Argentina, la Conferencia Intercontinental ’Paz, Desarme y Alternativas Sociales – Ante la OTAN Global’, el 13 y 14 de diciembre de 2012, que se enfocará en las políticas y estrategias mundiales de la OTAN y sus implicaciones para el Sur Global, especialmente en América Latina; así como en las alternativas políticas, sociales y humanas que ofrece el Sur Global para la paz, la seguridad y el medio ambiente.
El Tribunal Dignidad, Soberanía y Paz contra la Guerra y el Comité Independencia y Soberanía para América Latina -CISPAL- se unen a esa convocatoria por América Latina, la paz y la vida.
http://www.tercerainformacion.es/
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