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viernes, 3 de mayo de 2013

La NASA vuelve a pagar a Rusia para que sus astronautas puedan ir al espacio


La NASA ha vuelto a pagar a la agencia espacial rusa Roscosmos para que sus astronautas puedan viajar al espacio. La agencia norteamericana destinará 424 millones de dólares para comprar seis asientos en las naves Soyuz rusas desde 2016 hasta junio de 2017, lo que significa que cada billete saldrá por 70,7 millones de dólares cada uno. No está nada mal... para los rusos, se entiende, que han vuelto a subir el precio. En el anterior contrato entre Roscosmos y la NASA para transportar astronautas en 2015 y 2016 cada plaza costaba unos 63 millones de dólares. Y es que, como podemos ver en la gráfica inferior, Roscosmos no ha parado de aumentar el precio de cada asiento de la Soyuz. Cosas del monopolio espacial. 


Muchos se preguntarán por qué la NASA decide pagar con tanta antelación a Roscosmos. La explicación es sencilla: la empresa RKK Energía necesita unos tres años para ensamblar una Soyuz, de ahí que la NASA deba reservar sus asientos ya si quiere que sus astronautas vuelen en 2016. Desde la retirada del transbordador espacial en 2011 los Estados Unidos carecen de una nave espacial tripulada propia, por lo que se han visto forzados a pagar a Rusia por el acceso a la estación espacial internacional. En realidad, la NASA lleva pagando religiosamente a Roscosmos desde el inicio del programa de la ISS, ya que las Soyuz han sido hasta la fecha las únicas naves que pueden permanecer acopladas a la estación durante largos periodos de tiempo -seis meses-, sirviendo así al mismo tiempo como vehículos de emergencia.

Como ocurre siempre que se anuncia un nuevo pago a Rusia por parte de la NASA, el descontento al otro lado del Atlántico se hecho patente. En los EEUU son muchos los que piensan que la administración Obama no está destinando todo el dinero que necesita el programa CCP (Commercial Crew Program) para desarrollar una nave tripulada privada. La Dragon de SpaceX, la CST-100 de Boeing y el Dream Chaser de Sierra Nevada son los principales candidatos a ser la próxima nave espacial norteamericana, que no de la NASA. De acuerdo con esta tesis, el gobierno estaría retrasando a propósito el desarrollo del CCP para permitir que la nave Orión -esta sí de la NASA- y su cohete SLS estén listos en 2017. En otras palabras, la NASA no quiere que la iniciativa privada le quite protagonismo a su nave Orión.


La Soyuz es más cara (NASA).

Independientemente de que esto sea cierto o no -no tengo evidencias de que lo sea, pero tampoco de lo contrario-, debemos recordar, una vez más, que la NASA se ha metido en este lío ella solita. O mejor dicho, la administración Obama. Fue Obama quién decidió retirar el shuttle en 2010 -finalmente los retrasos en los lanzamientos provocaron que se retirase en 2011- sin tener un sustituto listo, o mejor dicho, sin tener si quiera un sustituto en el horizonte (como comparación, cuando la última nave Apolo fue lanzada, el transbordador ya había empezado a ser construido). Sí, la anterior administración fue la que decidió retirar el transbordador en 2010, pero se hizo así porque se suponía que la lanzadera debía dar paso a la nave Orión y a los cohetes Ares del Programa Constelación, también cancelados por Obama en 2010. La actual administración podía haber optado por prolongar unos años más la vida útil del transbordador y minimizar así el periodo sin vuelos tripulados, pero no lo hizo. También podía haber optado por no cancelar la nave Orión -que el Congreso volvería a resucitar un año después- y el Ares I, pero no lo hizo. O podía haber ordenado que la nave Orión fuese rediseñada para ser lanzada por un Atlas V o un Delta IVH, pero no lo hizo.
Por supuesto, no todo es culpa de Obama. El Congreso se ha empeñado en ligar el destino de la nave Orión con el del cohete gigante SLS, un proyecto que tiene muchas papeletas para ser cancelado en los próximos años. Y a todas estas no nos olvidemos de que la vida útil de la ISS finaliza en 2020 -aunque lógicamente podría ampliarse-. La retirada de la ISS dejaría a la iniciativa privada sin un destino claro al que lanzar sus naves y sin su cliente favorito (es decir, la NASA).

En un principio se anunció que la iniciativa privada tendría un vehículo privado listo para 2015, pero ahora la NASA no espera que esté listo antes de 2017. Para ser más concretos, la agencia estadounidense espera lanzar la primera misión tripulada comercial a la ISS, denominada USCV-1 el 30 de noviembre de 2017. Por supuesto, SpaceX o Boeing podrían lanzar sus naves antes de esa fecha por su cuenta y riesgo (y de hecho deben hacerlo si quieren pasar los hitos de la NASA para certificar sus vehículos). SpaceX ya ha comunicado que lanzará su primera Dragon tripulada en 2015.

En fin, un verdadero lío mayúsculo que, o se resuelve correctamente, o bien podría significar el fin de los vuelos espaciales tripulados de la NASA.




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