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sábado, 23 de octubre de 2010

¿Son posibles unas Fuerzas Armadas de América del Sur?





Este interrogante puede suscitarse a partir de la propuesta realizada por un diputado del Frente Amplio, partido gobernante en Uruguay. El diputado Víctor Semproni planteó la necesidad de que la UNASUR disponga de una fuerza militar ligera para intervenir de forma rápida ante crisis políticas como la ocurrida recientemente en el Ecuador. Según sus palabras, "la UNASUR debe tener fuerzas que garanticen y ejecuten las decisiones políticas que se toman. Con declaraciones políticas no íbamos a liberar a Correa".

Sin embargo, lo cierto es que parece poco probable, por no decir imposible, que la UNASUR vaya a crear de una fuerza militar. Más allá de si es realmente oportuna o necesaria; esta fuerza exige una serie de requisitos que, al menos ni a corto ni a medio plazo, parece que se vayan a dar en la región.

El primero de ellos es una cuestión de voluntad política y en relación a esta cuestión hay un rechazo por parte de la mayoría de los países miembros de la UNASUR de llevarlo a cabo. Parece, de hecho, difícil plantearse un tema de tamaña envergadura, cuando todavía hay países en los que ni sus respectivos Parlamentos han ratificado el tratado constitutivo de la UNASUR.

No deja de ser llamativo que este sea el caso también de Uruguay. La Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara de Diputados tiene en agenda, desde inicios de año, esta cuestión pero por ahora el oficialismo parece seguir sin voluntad de tratar ni de aprobar este tema. Esta previsto abordarlo a finales de año, pero todavía la Comisión no tiene claros los plazos.

Ante la falta de sólidas bases de arranque, propuestas como ésta parecieran querer "empezar la casa por el tejado". Sin duda es imprescindible dar pasos previos antes de abordar propuestas relacionadas con la integración militar y/o la configuración de FAS internacionales. En cualquier caso para dar respuesta al interrogante planteado, no necesariamente puede servir el ejemplo europeo.

Algunos analistas piensan que si en Europa, donde se han alcanzado avances fundamentales en materia de integración, el ámbito de la Defensa presenta importante limitaciones y es un proceso que avanza con enormes limitaciones, por qué iba a lograrse en América Latina. En este sentido no cabe duda que Europa es una referencia pero no necesariamente ha de marcar las pautas de la integración sudamericana. No es un argumento responder negativamente a las posibilidades de integración en el ámbito de la Defensa en América Latina, porque los europeos todavía no lo han conseguido plenamente. Las ventajas o limitaciones para la integración y su desarrollo en la región hay que pensarlas dentro del propio contexto iberoamericano donde sin duda el peso de una concepción soberanista es el principal obstáculo para avanzar en cualquier ámbito de integración.

Sin embargo si bien este es el principal y más importante obstáculo, hay que sumar igualmente las tensiones y las desconfianzas regionales actuales, pues complican aún más esta posibilidad. Más allá de esta propuesta desde Uruguay, quien realmente ha demostrado un permanente empeño por crear unas FAS sudamericanas ha sido el presidente venezolano Hugo Chávez.

Desde prácticamente su ascenso al poder ha propuesto la creación un Tratado Atlántico del Sur (OTAS) y la creación de unas FAS sudamericanas. No ha dejado de insistir en esta idea. Sin embargo el más entusiasta en este sentido es el que cuenta con menos apoyos. Brasil, en el momento de crear el Consejo de Defensa Sudamericano rechazó la idea de crear unas FAS latinoamericanas de manera expresa. Su negativa, entre otras cosas, se debe a que de ninguna manera consentiría que Venezuela liderara un proyecto semejante, cuando está inmersa en la proyección de su liderazgo regional.

Por lo que respecta a los países sudamericanos, en el supuesto caso de que consideraran oportuno la creación de estas FAS, tampoco se someterían al proyecto chavista mediatizado por un antiimperialismo radical. Una posición que no es compartida por estos países, máxime cuando perjudicaría gravemente sus relaciones con los Estados Unidos. Colombia sería particularmente reacia a esta posibilidad. Su alianza con los Estados Unidos y sus permanentes crisis con Venezuela al punto de considerarse amenazada por el país vecino hace impensable esta posibilidad.

Pero incluso los países alineados y aliados a Hugo Chávez, a través de la Alternativa Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), tampoco han secundado esta propuesta. Cuba, Bolivia y Ecuador se han negado, por diferentes motivos, y Daniel Ortega, aunque expresó su voluntad de apoyar el proyecto, no cuenta con el respaldo de su Parlamento.

De manera que si de nuevo nos formulamos la pregunta inicial, todos los factores empujan a dar una respuesta negativa. No por eso definitiva, hay iniciativas de gran interés ya en marcha como la fuerza de paz combinada Cruz del Sur, entre Argentina y Chile, así como también, aunque todavía es un proyecto, la fuerza paz combinada entre Perú y Chile. Un acuerdo no hace mucho tiempo impensable, ante los problemas de disputas fronterizas que aún en la actualidad existen entre ambos países. Estas iniciativas no garantizan en absoluto que, en un futuro, se puedan configurar unas FAS sudamericanas, pero no dejan de crear bases de colaboración que pueden desencadenar otras y desarrollar un interesante proyecto. En cualquier caso quedaría mucho por discutir sobre sus misiones, ámbitos de actuación, capacidad operativa. De todas formas, siempre quedaría excluido el uso de esa fuerza para la intervención en asuntos internos de los países miembros, por necesario que lo considere el diputado Semproni.


Sea como fuere la región tiene ante sí todo un reto que cuenta con numerosos obstáculos y que exige tiempo, entre otras muchas cosas.


*Sonia Alda es Doctora en Historia por la UAM y profesora en el IUGM

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