contadores de visitas

sábado, 15 de enero de 2011

La Armada en peligro

La publicación en la prensa española sobre la decisión del Ministerio dirigido por Carme Chacón de vender un submarino de la Armada Española a Tailandia ha encendido las luces de alarma de todas las salas de oficiales, no sólo de la Armada, sino también de los otros ejércitos. Si el ejemplo cunde y el Ministerio de Defensa quiere hacer economías, puede ofrecer una Bandera de la Legión, de las pocas que quedan, a una compañía de seguridad tipo “Blackwater” norteamericana o el Grupo 45 de aviones VIP del Ejército del Aire a una aerolínea comercial.
El grave inconveniente de tener unos ministros legos en asuntos militares, es que no ven más allá de la defensa de su figura política. ¡Qué diferencia con el ministro de Defensa australiano John Faulkner!, que ha defendido ante la prensa que la Marina australiana no va a bajar de seis submarinos, después de un aparatoso incendio sufrido por uno de ellos y ante su previsible baja. La venta del Siroco, uno de los cuatro con que cuenta la Armada Española, imposibilitaría en el futuro el control estratégico del Estrecho de Gibraltar en caso de conflicto con algún vecino norteafricano mal avenido. En efecto, con sólo cuatro submarinos, y recordemos aquí que al principio de esta década España contaba con ocho unidades, cuatro de ellas prematuramente dadas de baja, también para ahorrar, se pueden mantener permanentemente dos en la mar y con sólo tres esto último no es posible, pues normalmente, al menos, siempre hay uno en gran carena o mantenimiento y otro en adiestramiento, tránsito o reparación.


La venta del submarino a terceros, con nulas ventajas económicas para la Armada, haría que ésta, además de verse privada de una de sus unidades ofensivas más potentes, pierda una fuente importante de repuestos, si como se ha dicho no se le haría la gran carena necesaria para continuar operando. Además, de ocuparse la grada de submarinos de los astilleros de Navantia en Cartagena para realizar al Siroco la citada gran carena, que le permitiera navegar hasta Tailandia, imposibilitaría que el siguiente submarino de la serie, el Mistral, entrase en dique para, a su vez, sufrir esos obligatorios trabajos el verano próximo, algo necesario para, al menos, contar con tres submarinos en el futuro de cara al S-80. Y todo ello para ahorrar 25 millones de euros, es decir un 6 por ciento del precio real de un submarino hoy en día. Vendemos el coche porque no queremos pagar el cambio de neumáticos. Y esta es la triste realidad por la que pasa no sólo el Arma Submarina, que acaba de cumplir 95 años de existencia y que no sabemos si a este paso llegará al centenario, sino también el conjunto de la Armada Española, una de las más antiguas del mundo y que algunos sitúan en el puesto siete del ranking de marinas de guerra, tras los Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia, Japón e Italia.



Arma aérea y buques de superficie

El Arma Aérea, otro de los pilares de la Armada, junto con los buques de superficie y la Infantería de Marina, tampoco pasa por sus mejores momentos. De las seis escuadrillas con que cuenta actualmente, ninguna tiene


previsto un programa que reemplace a sus veteranas unidades, algunas de ellas con más de cuarenta años en su fuselaje, como es el caso de los veteranos S-61 Sea King, que pasaron de un cometido antisubmarino a otro de transporte en operaciones anfibias. Inicialmente se habló de reemplazarlos por el NH-90, pero el director general de Armamento y Material cuando se hizo el contrato y hoy jefe del Estado Mayor de la Defensa, general Rodríguez, olvidó que para que un helicóptero pueda embarcar en una unidad de la Armada debe ser la versión navalizada, es decir, de palas plegables y con un tratamiento especial para la corrosión del agua de mar. Con los aviones de la Armada ocurre otro tanto: los de despegue vertical Harrier Bravo tienen sus días contados, dándose como fecha de su posible desguace el año 2020. Nada hay previsto para relevarlos y el único avión en condiciones de hacerlo sería el norteamericano Joint Strike Fighter (JSF) F-35 en la versión de despegue vertical, que va a comprar la Marina italiana, en el mismo caso que la española, y el Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos, los famosos marines, para embarcarlos en sus buques anfibios de cubierta corrida y tener así apoyo de fuego propio.

En los buques de superficie la situación no es mejor, pues si bien la noticia de la reciente entrada en servicio del buque de proyección estratégica Juan Carlos I, cuya ejecución ordenó el almirante Torrente en el año 2004 y, una vez autorizado por el Gobierno de José María Aznar, pudiera llevarnos a la conclusión de una mejora de las capacidades anfibias de la Armada, la triste realidad es que el barco necesita la friolera de 35 millones de euros para completar su armamento, una cantidad que no puede salir de las exhaustas arcas de los arsenales, que pasan apuros para realizar el mantenimiento mínimo de los buques que salen al extranjero. El único portaviones español, el Príncipe de Asturias, se encuentra en la cuerda floja, pues debería afrontar la modernización a mitad de vida de sus sistemas de combate y cambiar radares obsoletos, recorrer su propulsión, mejorar los alojamientos, que no cumplen unas condiciones mínimas de habitabilidad dada su edad. Pero el elevado presupuesto para esta modernización tampoco ha sido aprobado por la Secretaría de Estado de Defensa, con lo que, mucho nos tememos, que este buque pasa a la situación de inmovilizado o, peor todavía, se ordene su desguace, al no ver a corto plazo una solución a este problema de la financiación.

De las dos únicas escuadrillas de escoltas con que cuenta la Flota, la 31ª y la 41ª, ya que la 11ª, 21ª y 51ª han ido cayendo con los años, tan sólo un buque de cada una estaría convenientemente preparado para operar en ultramar y realizar una misión de combate, y eso echando el resto de los recursos disponibles en los Arsenales. En lo referente a auxiliares, la reciente entrada del buque logístico Cantabria produce una mejora en la capacidad de aprovisionamiento en la mar de la Armada, por otra parte cubierta por el Patiño, al ser petroleros de similar tamaño, pero obliga a retirar al mucho menor Marqués de La Ensenada por falta de fondos para realizar la modernización que necesita a media vida, algo que algunos consideran un error, pues este pequeño petrolero de 7.000 ton. ha dado mucho juego y a bajo costo.

Buques de Acción Marítima
Esta política de desguaces como medio cómodo de ahorrar recursos ha llevado a la Armada Española a la práctica desaparición del litoral, donde sólo languidecen las comandancias navales, faltas de recursos y patrulleros. Así, la otrora numerosa FUVIMAR (Fuerza de Vigilancia Marítima), que contaba con más de medio centenar de patrulleros ligeros de las clases Alsedo, Acevedo, Anaga, Alcanada, etc., se ha quedado sin efectivos, al haber sido enviados todos ellos al desguace, especialmente en los dos últimos años, dejando el actual jefe de la Armada tan sólo dos patrulleros ligeros de la clase Formentor, de apenas 100 ton. de desplazamiento, para cubrir todo el extenso mar litoral español, pasando de esta forma la responsabilidad de su vigilancia y control al centenar de embarcaciones de la Guardia Civil, que de esta forma cubren el hueco dejado por la Armada, algo que rechina en lo más profundo de los miembros


de la Armada, que pierde el contacto con la población española y sus embarcaciones. Además, los tenientes de navío han visto esfumarse sus posibilidades de mandar un buque en su empleo, algo que antes se consideraba condición sine qua non para el de capitán de corbeta, además de perder una experiencia importantísima. Imaginemos que el Ejército de Tierra liquida las compañías o el del Aire las escuadrillas, dejando sin mando a los capitanes.
Bien es cierto que aún quedan cuatro patrulleros de altura de la clase Atalaya, más dedicados a defender los intereses marítimos españoles en la Zona Económica Exclusiva, además de cuatro ex corbetas de la clase Atrevida reconvertidas a este nuevo cometido, aunque ya en su último tercio de vida y que serán sustituidas por los nuevos BAM (Buque de Acción Marítima), que en número de cuatro fueron aprobados por la Administración anterior, número totalmente insuficiente, ya que serían necesarios un mínimo de 16 para poder estacionar cuatro en las bases navales principales de Ferrol, Cádiz, Las Palmas y Cartagena y poder cubrir al menos cada provincia marítima con uno. Por todo lo anterior, la ministra Chacón puede pasar a la historia como el único titular de Defensa que no ha firmado la construcción de un solo buque de guerra durante su mandato, ni un simple patrullero, algo que indica la poca atención que ha prestado su departamento a la Marina.

Dentro de este recorrido por la grave situación que atraviesa la Armada, falta de recursos, no sólo para la adquisición de nuevas unidades, sino también en el capítulo de mantenimiento, hay que resaltar que, de rebote, esta carencia de inversiones significa un golpe bajo a los astilleros estatales de Navantia, firma que ocupa la primera división en el panorama mundial de la construcción naval, ganando importantes contratos gracias a su tecnología punta y abriendo mercados en lugares tan alejados de España como Tailandia, Malasia, Chile y, recientemente, Australia, donde salió vencedora frente a competidores norteamericanos y franceses para la construcción de fragatas y buques anfibios similares al Juan Carlos I. Estos astilleros, con cerca de 6.000 empleados, posiblemente entren en graves pérdidas en el 2011 si el Ministerio de Defensa no adjudica nuevos contratos para la Armada, especialmente en los tres astilleros de la Bahía de Cádiz, con varios miles de trabajadores, y que al día de hoy sólo tienen en cartera cuatro patrulleros de la Armada y se encuentran finalizando los últimos de un pedido venezolano. En ese sentido, habría que destacar la labor de una diputada al Congreso por Cádiz, cuya eficaz gestión parece que ha convencido a la ministra Chacón de que la industria auxiliar de la Bahía de Cádiz también tiene una importante dependencia de los contratos de la Armada con Navantia, por lo que, en principio, el Ministerio de Defensa podría acceder a la firma de la segunda serie de patrulleros tipo BAM, con una aportación inicial que se aproximaría al 10 por ciento del presupuesto para construir los cuatro buques.
Conclusiones
España le vino el imperio por la mar y por la mar lo perdió debido a la desidia de sus gobernantes, una lección perfectamente aprendida por los países sajones, que, como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia, etc., siempre han mantenido flotas importantes. Recordemos la guerra del fletán, en que Canadá opuso una flota impresionante de patrulleros de altura a buques poco preparados, como remolcadores de la clase Mahón, que tuvieron que combatir olas de 12 m. en el Atlántico Norte. Decía el almirante Pita de Veiga, antiguo ministro de Marina, que una Armada como la española necesitaría construir anualmente 10.000 ton. de buques para mantener su estatus. Desgraciadamente, en los cuatro años de la Administración Chacón no se va a dar la orden de ejecución de esas 40.000 ton., pero de esa cifra a cero, hay todo un margen donde moverse. La orden de ejecución de doce BAM y la sexta fragata de la clase Álvaro de Bazán daría un margen de confianza a la industria naval española, cuyos astilleros de Cádiz y Ferrol se quedarán sin trabajo para la Armada en cuestión de meses.

El desguace de unidades, medida fácil para eliminar problemas de mantenimiento, no debe seguir, pues es una forma irresponsable de deshacerse de unidades valiosas que cuesta mucho reponer, como es el caso del submarino Siroco, cuya gran carena debería acometerse sin falta. La sustitución y renovación de las aeronaves del Arma Aérea, es un problema que no pueden resolver los astilleros y que debe discutirse al nivel más alto del Ministerio de Defensa, persiguiendo soluciones similares a las buscadas por la Marina italiana, quizás la más parecida a la española, si bien su presupuesto es el doble. Hace poco el jefe de la británica o First Sea Lord, almirante Stanhope, decía a los políticos que la Royal Navy no es un lujo y que su existencia era fundamental para la seguridad y prosperidad nacional. Nadie lo cesó por esas declaraciones, que estamos esperando se produzcan en el ámbito nacional.




No hay comentarios: