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La explosión de un potente coche bomba en la mañana del lunes en Bengasi recuerda que el cese de la violencia está todavía lejos más de dos años después de que esta ciudad fuera germen de la revolución que echó el cierre a más de cuatro décadas de régimen gadafista.
Las fuentes no se ponen de acuerdo en el número de muertos del atentado, cometido en el centro de la ciudad y muy cerca del hospital Al Jala. Los fallecidos serían entre tres y quince. Tras la explosión numerosas personas se manifestaron expresando su oposición a la violencia mientras recogían restos de los cadáveres que habían quedado dispersos por la calle.
Muchos de los ciudadanos pedían a las autoridades que terminen de una vez con la presencia en todo el país de las milicias que nacieron con la guerra civil que sucedió a la revolución y que, una vez terminada la dictadura se niegan a entregar las armas e integrarse en las nuevas autoridades.
No ha habido reivindicación del ataque en una ciudad en la que los atentados de diversos tipos son frecuentes. Unos acusan a las milicias, otros a radicales islámicos y otros sospechan de gadafistas que tratan de reventar la nueva Libia.
Bengasi fue también el lugar en el que Chris Stevens, embajador deEstados Unidos en este país magrebí, murió en el ataque llevado a cabo contra la sede de su consulado el 11 de septiembre pasado.
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