LA HABANA, Cuba. (AP) _ Pasar 13 años en una cárcel de Estados Unidos; perderse la infancia de sus hijas y poner en riesgo su vida, ¿valió la pena? El agente de inteligencia cubano René González repite una y otra vez que sí.
“Nunca he dudado un segundo”, aseguró a la AP en una entrevista exclusiva González, luego de ir a la Sección de Intereses de Estados Unidos en esta capital para renunciar a su ciudadanía norteamericana, una disposición autorizada por una jueza de La Florida para permitirle residir de manera permanente en Cuba.
González tampoco se arrepintió de sus acciones en Estados Unidos y aseguró que guarda afectos en el país del norte, donde nació y vivió la mitad de su vida.
Ubicado en el ojo del huracán que agita intereses contrarios entre cubanos exiliados y el gobierno comunista de la isla, congresistas republicanos radicalmente anticastristas y antiguos guerrilleros de la Guerra Fría, el agente cerró el lunes un capítulo de su vida y se convirtió en el primero del llamado “grupo de los cinco” que regresa a la isla.
González y otros cuatro agentes _”Los cinco”_ cubanos de la “Red Avispa” fueron arrestados en 1998 y sentenciados en 2001 con duras penas de prisión, en un caso judicial que conmocionó a la Florida.
“Mi conciencia está tranquila en relación con los Estados Unidos”, expresó González, quien nació en Chicago en 1956 de padres cubanos que lo trajeron a la isla de pequeño y por lo tanto tiene las dos nacionalidades.
Aunque fue excarcelado en 2011 la jueza federal Joan Lenard, que ahora autorizó su traslado a la isla, le impuso tres años más de libertad restringida que debía pagar en la Florida por ser ciudadano estadounidense.
Entonces González ofreció entregar su ciudadanía para que se le permitiera volver a la isla con su esposa y dos hijas, pero le fue inicialmente denegado.
Para autorizar su renuncia la jueza contó con la venia del gobierno de los Estados Unidos que levantó su oposición inicial a la medida.
“Todo esto ha costado un sacrificio… pero cuando lo hice, lo hice como patriota cubano y no tengo por qué arrepentirme”, expresó González.
El argumento de “los cinco” y del gobierno cubano fue que la misión de ellos no era poner en riesgo la seguridad de Estados Unidos, sino proteger a la isla de los continuos ataques de los grupos anticastristas violentos de La Florida.
“En las más de 20.000 páginas de evidencias de nuestro caso (judicial) no hay una sola palabra de odio hacia Estados Unidos o (la intención de) dañar al pueblo norteamericano”, dijo González.
Alto, de penetrantes ojos verdes y cabello entrecano, con un acento cubano un poco americanizado y de tono de voz más bien bajo, González aseguró que ahora espera luchar por la liberación de los otros cuatro: Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González.
“Este paso para mí personalmente es una pequeña victoria, para `los cinco’ en general es una luz de esperanza”, consideró González. “Por otra parte no se lo puede sobrevaluar, logramos arrancárselo al gobierno (de Estados Unidos) en una circunstancia trágica que fue la muerte de mi padre”.
González había llegado a Cuba a mediados de abril para asistir a las honras fúnebres de su padre, a donde fue informado sobre la autorización de la jueza.
El caso de “los cinco” es un punto de tensión en las ríspidas relaciones entre Cuba y Estados Unidos, pues la isla considera a estos hombres como “héroes” por los ataques que se evitaron gracias a su información.
Mucho más luego de que una campaña de bombazos _financiada y organizada por grupos de exiliados_ en hoteles de la capital en 1997 dejó a un turista muerto. Según observadores, el permiso para González también podría significar el inicio de una distensión bilateral que logre una salida humanitaria para el contratista estadounidense preso Alan Gross.
Gross fue sentenciado en 2011 a 15 años en Cuba por ingresar equipos de telecomunicaciones ilegales en la isla bajo contrato del Departamento de Estado de Estados Unidos.
González consideró que un intercambio de los cuatro agentes todavía encarcelados por Gross “humanitariamente sería un gesto de parte y parte para avanzar en las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos”.
Veterano de la guerra de Angola, piloto de profesión, González llegó a Estados Unidos a finales de 1990 luego de fraguar el secuestro de una avioneta de fumigación cubana que voló por debajo de los radares para aterrizar espectacularmente.
A lo largo de ocho años se infiltró en grupos anticastristas como Hermanos al Rescate y hasta colaboró con el FBI para abortar una operación de tráfico de drogas de dirigentes cubanoamericanos.
En 1997 logró que su esposa, Olga Salanueva y su hija Irma viajaran con visas de reunificación familiar a La Florida. En 1998 el matrimonio tuvo otra niña.
Según testimonios, la pareja llevaba una vida modesta _ambos trabajaban y sus presupuestos eran ajustados_ que en nada se parecía a las historias de espionaje de las películas.
Pero una madrugada de septiembre de 1998 la casa de los González y otra decena de direcciones de cubanoamericanos fueron asaltadas por el FBI.
De los capturados, la mitad negoció con la Fiscalía un acuerdo de delación premiada, pero González y los otros cuatro se negaron a colaborar.
En 2001 la sentencia para González fue de 15 años y el peor de los casos fue el de Hernández, quien se llevó dos cadenas perpetuas, más 15 años acusado de confabulación para asesinato por el derribo en 1996 por parte de cazas de combate cubanos de una avioneta del grupo Hermanos al Rescate, que dejaba caer panfletos anticastristas sobre La Habana.
A mediados de la pasada década, la Corte de Apelaciones de Atlanta ordenó la revisión de las condenas, a las que consideró desproporcionadas, pues no se pudo demostrar que los inculpados espiaran instalaciones estadounidenses o pusieran en peligro la seguridad de ese país.
Una década y media después de que fuera arrestado, González espera que las relaciones entre el país que lo vio nacer y la isla mejoren definitivamente sus nexos y para ello tiene un mensaje para el presidente Barack Obama.
“íCoraje! es lo que necesita el presidente Obama en este momento. Si Obama quiere dejar un legado no solo para Cuba, sino para América Latina debe pensar seriamente en modificar sus relaciones con Cuba”, expresó González. “En la política norteamericana hacer cosas buenas requiere coraje”.- (Por ANDREA RODRÍGUEZ)
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