La inminente llegada de cuatro barcos de guerra rusos abre un nuevo capítulo en la crisis siria. Tres destructores y el portaaviones lanzamisiles “Almirante Kuznetsov” partirán del Mar de Barents en estos días, y se espera que arriben en breve al puerto de Tartús, en Siria, donde trabajan unos seiscientos militares del país eslavo.
La movida rusa tiene lugar en momentos en que se baraja abiertamente una posible intervención en Siria por parte de las potencias occidentales, con el objetivo de establecer un corredor humanitario. A la idea, promovida sobre todo por Francia, se ha opuesto el régimen del primer ministro Vladimir Putin.
Tras perder a uno de sus principales compradores en la zona, la Libia de Muammar Gadafi, a los rusos sólo les queda el presidente Bachar Al Assad como cliente de peso. Los sirios compran aproximadamente el 7% del armamento que exporta Rusia, cuya presencia en la crisis es tomada por los más alarmistas como un indicio de que el actual conflicto pudiera degenerar en una Tercera Guerra Mundial.
“Que exista otra fuerza militar aparte de la OTAN es muy beneficioso para la región porque impide que se produzca un conflicto armado”, declaró este lunes el almirante retirado Viktor Kravchenko, jefe del Estado Mayor de la Marina rusa entre 1998 y 2005, al periódico ruso Izvestia.
Según especialistas, el envío de los barcos de guerra rusos pudiera constituir también una reacción a la presencia frente a las costas sirias del portaaviones estadounidense USS George H.W. Bush, junto a otros buques de la Sexta Flota norteamericana.
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